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Antecedentes Psicosomaticos


Enviado por   •  22 de Febrero de 2013  •  2.316 Palabras (10 Páginas)  •  412 Visitas

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ANTECEDENTES

De lo “psicosomático”, en un sentido amplio, se han ocupado y ocupan una heterogénea gama de investigadores y profesionales. Como consecuencia, la variedad de discursos que se entrecruzan suele tener como elemento común sólo ese término, aunque sea diferente su significado para los distintos tipos de encuadres teóricos. En lo que respecta a la medicina, superada la concepción mágico-religiosa predominante en sus primeros tiempos, la observación de ciertas enfermedades originadas en momentos de crisis psicológica o social hizo proponer la existencia de factores psicológicos en la etiología de determinadas enfermedades, y consecuentemente despertar el interés por conocer y dominar esos aspectos causales.

El término “psicosomático” o “psicosomática” introduce la hipótesis de una unidad funcional somático-psíquica, pero igualmente y en el mismo proceso, separa dos campos diferentes y heterogéneos, y cuya interacción ha sido motivo de reflexión para los pensadores de todos los tiempos.

Si nos centramos en nuestra cultura, de la indiferenciación que de ambos principios hacía Homero, se pasó a la clara distinción entre el sōma y la psykhē de los pensadores presocráticos del siglo VI a.c., en especial Anaxágoras, que fue el que hizo la primera clara separación entre ambos.

Para esos autores, la psykhē era algo invisible que movía al cuerpo, sentía y pensaba, y el sōma era lo que era movido, lo que se podía ver y tocar. En ese sentido, esa realidad material de la psykhē propuesta por los presocráticos, permitió que un siglo después Hipócrates, considerado como el fundador del discurso médico occidental, también la incluyera en la descripción del cuerpo humano como una más de sus partes.

De ese modo, el tratamiento médico obligaba a no tratar sólo la parte enferma, sino que atendía la enfermedad como parte de un todo, que condicionaba, a veces de manera decisiva, el modo y la eficacia del remedio terapéutico.

Como se puede ver, el aspecto integrador y holístico que tienen algunas concepciones actuales sobre la “psicosomática” era tenido en cuenta ya en los siglos V y VI a.c. por los antiguos padres de la medicina.

No obstante, fue Galeno, siete siglos más tarde, el autor del primero de los paradigmas importantes de la historia de la morfología humana. Heredero de todo el saber anatómico de los griegos y verdadero iniciador de la ciencia anatomofisiológica, su saber impregnó la medicina durante siglos, tanto la de bizantinos y árabes, como la de los cristianos medievales de Occidente, permaneciendo vigente hasta el siglo XVI.

Por eso, además de los venenos o las dietas inmoderadas, entre otras, una causa externa de enfermedad podía ser un afecto del ánimo o una alteración desordenada de la psique.

Tras la Edad Media, marcada por el pensamiento aristotélico vehiculizado por Tomás de Aquino y su separación radical entre un alma espiritual y un cuerpo material, el desarrollo de una conciencia de la propia individualidad y el afán de experiencia personal propio de la burguesía de la época, fue plantando el germen humanista y racionalista que acabó por encender la llama del Renacimiento.

En el ámbito de la medicina, la concepción panvitalista de Paracelso, en el siglo XVI, planteaba el organismo humano vivificado por una “ánima” inmaterial y superior, en el que las enfermedades podían deberse a un origen somático, pero también a un origen anímico. Por eso, y entre otros cambios conceptuales, la idea hipocrática sobre la histeria como acción del útero sobre la psique, quedaba invertida en Paracelso, considerándola efecto de la acción de la psique sobre el cuerpo, de forma que tanto hombres como mujeres podrían sufrirla.

Más tarde, y en concordancia con el progresivo influjo del racionalismo de Descartes y el empirismo de Bacon, se iban desarrollando un buen número de interpretaciones sobre la enfermedad que también se iban alejando de la concepción humoral clásica. Por ejemplo, la concepción iatromecánica o iatrofísica, postulaba al ser humano como una especie de máquina que funcionaba según una serie de leyes mecánicas e hidráulicas. Otra concepción contemporánea es la iatroquímica, que, basándose en la biología de Paracelso, consideraba que las funciones vitales eran consecuencia de diferentes procesos químicos que generaban transformaciones materiales, todo ello animado a modo de catalizador por lo que llamaban “fuerza vital”. Producto de esa visión es, por ejemplo, la concepción de Willis sobre la manía y la melancolía como efectos de alteraciones de tipo químico sobre lo que llamaba anima rationalis.

Años después, la Ilustración, con su culto a la razón y su método empirista, hizo multiplicarse las observaciones sobre la influencia de lo psíquico sobre lo somático.

Ya en 1788, Falconer publicó su Disertación sobre la influencia de las pasiones en relación a los trastornos del cuerpo, y una década más tarde Tissot publicó su libro: De la influencia de las pasiones del alma en las enfermedades, y los medios para corregir sus malos efectos.

También a finales del XVIII, Pinel escribía que “se había visto cómo sobrevenía la erisipela después de pesares intensos”, y describió en su nosografía los procesos denominados “neurosis de la digestión” y “neurosis de la circulación”, y a su vez, Cabanis afirmaba que “el cuadro general de la naturaleza humana se divide en dos partes principales: su historia física y su historia espiritual, y de la reunión metódica y de la indicación de numerosos puntos por los cuales aquéllos se tocan y confunden, resulta lo que se puede denominar la ciencia del hombre.

A principios del XIX, Morgagni hablaba de diarrea, cefalalgias y síncopes provocados por el nerviosismo, y Trousseau insistía en el origen nervioso del hipertiroidismo y de ciertas diarreas, y a propósito de la dispepsia afirmaba: “¿quién no sabe cuán a menudo las preocupaciones morales prolongadas largo tiempo tienen una funesta repercusión en el aparato digestivo?.

No obstante, el término “psicosomático” como tal no aparecería en literatura médica hasta 1818, en la obra del internista y psiquiatra alemán Heinroth sobre la influencia de las pasiones sexuales en la tuberculosis, la epilepsia y el cáncer.

Aunque su uso no se extendió hasta el 2ª tercio del siglo XX, Pavlov y Cannon volvieron a tratar el tema de lo “psicofisiológico” a finales del XIX, en relación a sus investigaciones sobre el condicionamiento animal y sobre la muerte vudú provocada por “métodos mágicos”. También

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