CARTAS ENTRE FREUD Y EINSTEIN

CARTAS ENTRE FREUD Y EINSTEIN
Reflexión: “¿Cómo es posible que las masas se dejen enardecer hasta el delirio y la autodestrucción?”
Esto preguntó Alfred Einstein al psicoanalista Freud en 1932. Einstein deja claro que le cuesta aceptar que el ser humano tenga en su instinto la capacidad innata de matar a sus semejantes. Desde su perspectiva científica, no puede asimilar que el ser humano, animal a pesar de su inteligencia adquirida por evolución, sea un asesino disfrazado de abogado, médico o panadero.
Entonces Freud le hace ver que no puede estar más lejos de su opinión. Y le da un argumento para hacérselo ver, que a mi juicio, es bastante inteligente: “Lo que ningún alma humana desea no hace falta prohibirlo; se excluye automáticamente”. Y cita como ejemplo el mandamiento, que también preside todos los Códigos Penales del mundo moderno, el “No matarás” o “El que matare será castigado...” como sustento a su argumento. El hombre, afirma Freud lleva en su instinto el placer de matar desde que es hombre.
Bien, esta es la respuesta psicoanalista de Freud, la cual no comparto y espero que muchos otros como yo así lo hagan.
El ser humano ha llegado hasta el siglo XXI como la especie conocida más avanzada y desarrollada, poseyendo los niveles de tecnología más perfeccionados que cualquier otra especie. Hasta hoy, ninguna otra especie animal ha podido o sabido igualar el desarrollo intelectual del ser humano. Entonces, ahora me pregunto si ese desarrollo intelectual exponencial de los últimos tiempos va acompañado de un desarrollo emocional semejante. Pues bien, a diferencia de lo que Freud pensaba, yo opino que ese desarrollo emocional, de hecho, precede al desarrollo intelectual. 
Desde la Edad Contemporánea, todos los saberes, artes, religiones, han venido sufriendo cambios que han supuesto una mejora del bienestar y de la calidad de vida. Valgan como ejemplos la supresión de la Inquisición por parte de la Iglesia católica o la paulatina proliferación de los Estados de Derecho. El pensamiento humano universal ha progresado, ha ido hacia adelante de manera inimaginable en los últimos siglos. Por eso me resisto a creer que el hombre mantenga ese instinto asesino de igual manera que sus ancestros, ya que no es compatible con la vida social de nuestros días. 
Al igual que el lobo fue domesticado y derivó en perro, el hombre por evolución necesariamente también lo ha hecho y se ha adaptado a las circunstancias cambiantes. Aunque, eso no quita que ciertos perros aún lleven en su código genético el animus de hacer el mal a sus semejantes. Pero, ese porcentaje de “lobos disfrazados de perro” es claramente inferior a aquellos que conviven en sociedad, que saben repudiar y rechazar el comportamiento de aquéllos.

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