Sigmund FREUD y Albert EINSTEIN
Enviado por jcositorikig • 18 de Noviembre de 2013 • Tesis • 1.541 Palabras (7 Páginas) • 281 Visitas
Sigmund FREUD y Albert EINSTEIN
a través de su correspondencia.
Carta abierta de Freud a Einstein sobre
¿Por qué la guerra?
(1933b [1932])
Presentación
El lector encontrará aquí material documental acerca de la relación entre Freud y Einstein, en particular a través de su correspondencia. Esta correspondencia consta de unas pocas cartas entre las cuales las dos que formarán el núcleo de lo que aquí presentamos y que se encontrarán a continuación de esta presentación tienen un especial interés dada la actualidad de los temas que tratan. Estas dos cartas fueron publicadas en 1933 por el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual de la Liga de las Naciones, y la de Freud fue incorporada en las diversas ediciones de sus Obras completas con el título “¿Por qué la guerra?” (1933b [1932]). Más allá de estas dos cartas el resto de la correspondencia entre Freud y Einstein más que por su contenido nos parece interesante por la importancia de ambos personajes.
Einstein envió una carta de felicitación a Freud a raíz de su septuagésimo aniversario (6 de mayo de 1926), lo que a Freud le produjo una gran satisfacción. Freud y Einstein ya eran por estas fechas personajes muy famosos y conocidos, pero no se conocían personalmente. La primera ocasión en que Freud se encontró en persona con Einstein fue en casa de su hijo Ernst en Berlín durante la Navidad de 1926. Al respecto Freud le escribió a Ferenczi en una carta del 2 de enero de 1927:
«[...] he pasado dos horas de charla con Einstein, vino a casa de Ernst con su mujer a verme. Es alegre, seguro y amable, entiende tanto de psicología como yo de física [ambos tenían un conocimiento apreciable al respecto], así que hemos hablado muy a gusto.»
Asimismo le escribe a María Bonaparte el 11 de enero de 1927:
«[...] A este hombre afortunado todo le resultó más fácil que a mí. Contó con el apoyo de una larga serie de precursores a partir de Newton, mientras que yo tuve que dar cada paso abriéndome el camino solo, a machetazos, en medio de una espesa jungla. No hay que extrañarse de que la senda que he abierto no sea muy amplia y que no haya podido avanzar mucho por ella.»
A partir de esta fecha Freud y Einstein intercambiaron unas pocas cartas. En noviembre de 1930, Eitingon le dijo a Freud que le gustaría leer la correspondencia entre él y Einstein, pero Freud se opuso a ello y en una carta del 23 de noviembre de 1930 le da las siguientes razones para ello:
«[...] Me encontraba en Berlín precisamente cuando él cumplía cincuenta años [Einstein había nacido el 14 de marzo de 1879, así pues en marzo de 1929], y le envié una postal de felicitación en la que le calificaba de “afortunado mortal”. En su respuesta me preguntó cómo sabía eso, si no lo conocía íntimamente ni había analizado el interior de su mente. Le contesté entonces con una extensa carta [al parecer de principios de abril de 1929] en la que le explicaba las razones por las que lo consideraba afortunado [naturalmente en el plano intelectual]: porque él trabajaba en física matemática y no en psicología, donde todo el mundo cree que puede opinar. Pero no podía confesar la envidia que le tengo respecto a esto sin romper una lanza a favor de mi ciencia y reclamar para ella la preferencia entre todas las demás. Como le rogué que no se tomara la molestia de contestarme, nuestra correspondencia se terminó allí. Pero mi carta después de todo era una cosa sin sentido, primeramente porque me llevaba a intimar sin necesidad con un extraño al que apenas conocía personalmente; y, en segundo lugar, estaba fuera de lugar, pues hubiera sido algo forzado, ya que más adelante se puso completamente de manifiesto su absoluta incomprensión del psicoanálisis. Solamente podría tener interés en que la carta vaya a sus manos, si realmente estuviera en condiciones de destruirla.»
Pero, posteriormente, en 1931, la Comisión Permanente para la Literatura y las Artes, de la Liga de las Naciones, encargó al Instituto Internacional de Cooperación Intelectual que organizara un intercambio epistolar abierto entre intelectuales representativos, “sobre temas escogidos para servir a los comunes intereses de la Liga de las Naciones y de la vida intelectual”, y que publicara de forma periódica esas cartas, hoy diríamos una suerte de Forum epistolar. Una de las primeras personalidades a las cuales se dirigió el Instituto fue Einstein, y él mismo sugirió como interlocutor a Freud. En consecuencia, en junio de 1932
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