Caso De Esperanza Reyes
Enviado por felipe_pipee • 16 de Febrero de 2014 • 2.369 Palabras (10 Páginas) • 715 Visitas
SAN LUIS POTOSÍ, S.L.P. (proceso.com.mx).- Esperanza Reyes Aguillón, como escribió su hermana Eréndira, “no es una asesina serial, ni una narcotraficante, ni líder de una banda de roba coches, ni una sicaria, ni lava dinero, ni le roba al fisco; tampoco ha secuestrado a alguien, (ni es) una funcionaria malversadora de millones de pesos. Es una trabajadora doméstica que gana 500 pesos a la semana. Y además, es mujer”.
Aun así, estuvo presa durante dos años de cinco en total que recibió como sentencia por utilizar un billete falso de cien pesos, hasta el día de hoy en que recibió la preliberación por orden del juez de control del Poder Judicial Federal, a petición expresa de la Secretaría de Gobernación para que revisara el caso (causa penal 26/2011).
Un billete de cien pesos que, para su mala suerte, le tocó tener en la mano a la hora de pagar un cuaderno para las tareas de su hija, el 11 de marzo del 2011.
Once meses de esos dos años de cárcel los pasó Esperanza Reyes en las Islas Marías.
Esperanza es una mujer que no terminó la primaria; que pasó toda su infancia en un rancho de Tambaca, en Tamasopo, municipio de la huasteca potosina; que vivió todo el tiempo con sus padres y su hermana hasta que se casó a los 32 años; que fue abandonada por el marido; que tiene dos hijos.
Que tiene una niña con una discapacidad mental y no se había dado cuenta hasta que cumplió 7 años y se atoró en primero de primaria.
Fue detenida por dos agentes de la Policía Estatal, en respuesta a la llamada de la dueña de una papelería cercana a su casa en la colonia Himno Nacional, porque intentó pagar un cuaderno para las tareas de su hija con un billete de cien pesos que resultó falso.
Para esta mujer no hubo miramientos ni tardanzas en la aplicación de la ley. Por el delito de uso de moneda falsa se le encontró culpable.
Por intervención de la Fundación Renace (dedicada a revisar casos de personas sentenciadas injustamente, los “presuntos culpables” de este país) a través del abogado José Mario de la Garza Marroquín, Esperanza pidió el indulto presidencial a Enrique Peña Nieto a principios de enero.
La solicitud fue avalada por la Barra Mexicana Colegio de Abogados, A.C., cuyo presidente, Gabriel Ortiz Gómez, firmó como peticionario junto con la mujer el escrito recibido el 9 de enero en la Dirección general de atención ciudadana de la Presidencia de la República.
Diez días transcurrieron entre la entrega de la solicitud y la revisión que derivó en la liberación de la mujer este miércoles, poco después de las 5 de la tarde, del centro de readaptación de La Pila, en la capital potosina.
En entrevista, José Mario de la Garza explicó que esta solicitud se basó en hechos contundentes: para Esperanza no hubo presunción de inocencia; los policías que la detuvieron revisaron sus pertenencias indebidamente; no contó con una adecuada defensa que probara su desconocimiento de que portaba un billete falso; la sentencia que recibió, por encima del promedio en estos casos excesiva, lo que violó sus derechos humanos.
“La señora Esperanza Reyes Aguillón es una persona de bajos recursos que ha sido sentenciada por la comisión de un delito que cometió, a lo más, como consecuencia de sus circunstancias personales y que no representa ningún riesgo para la sociedad ni para el Estado. Se puede concluir que la pena que se le ha impuesto…de cumplir 5 años privada de su libertad, es excesiva y desproporcionada, y viola la dignidad e integridad de esta persona”, refiere el documento enviado a la Presidencia de la República.
El caso llegó a manos del abogado cuando ya la sentencia condenatoria había sido ratificada en todas las instancias. “Pero en el expediente, las únicas pruebas son el dicho de la dueña de la papelería y de los policías que la detuvieron, así como un supuesto peritaje del billete falso que ignoramos si es verídico, porque en estos casos suelen ocuparse de justificar una detención ‘en flagrancia’, así que no tenemos la certeza de que haya habido otros billetes falsos o un peritaje que apoyó esta afirmación. Lo que nunca se verificó fue si ella era una fabricante de billetes falsos, o tenía aparatos para elaborarlos en su casa”, detalla De la Garza.
En la revisión del expediente surgieron otras serias inconsistencias: versiones distintas sobre la supuesta existencia y características de otros billetes falsos en poder de Esperanza y sobre la cartera o monedero en que presuntamente los guardaba (mismo que fue descrito de distinto color por los policías, la dueña de la papelería y el Ministerio Público; los policías que la detuvieron proporcionaron un número de serie distinto del billete de cien pesos al que posteriormente certificó el ministerio público, además de que fueron destruidos antes de que concluyera el proceso.
En esas condiciones, “a cualquiera le podría pasar lo que le pasó a Esperanza”.
Viaje a los infiernos.
En la revisión del caso, la fundación Renace y posteriormente la Barra Mexicana Colegio de Abogados se encontraron con que el defensor de oficio que le fue asignado a Esperanza, Miguel Martínez Castro, apenas y cumplió con los trámites de rigor para interponer los recursos correspondientes, así que la sentencia fue ratificada en una y otra instancia, hasta que todas fueron agotadas.
No había nada en el portafolios del abogado que contara la historia de Esperanza, salvo dos cartas de recomendación que consiguió de quienes fueron sus patrones como empleada doméstica. Martínez Castro no se ocupó de conseguir nada más, aunque sí de sugerirle a Esperanza “que mejor se fuera de San Luis porque un drogadicto tenía más garantías que ella; hasta le recomendó que se escondiera y no usara su credencial de elector, no pidiera ningún préstamo”, cuenta Eréndira Reyes.
Meses después, el abogado defensor de oficio federal dejó ese trabajo por uno mejor: es actualmente Subsecretario de enlace interinstitucional de la Secretaría de Gobierno del estado, colaborador del titular Cándido Ochoa.
Entrevistadas en su casita de la colonia Himno Nacional, su hermana Eréndira y su sobrina Alejandra describen a Esperanza como una mujer “ingenua, que nunca creyó que fuera a terminar en la cárcel porque nunca pensó que fuera culpable de delito alguno”.
Tras el abandono de su esposo (cuando su segundo hijo tenía seis meses de nacido) Esperanza se quedó a vivir con su suegra y ésta le cuidaba a los dos niños mientras salía a trabajar, como empleada doméstica, operaria industrial, lava trastes en restaurantes o negocios. “Ella es trabajadora, de lucha, no tiene la capacidad para estar pensando en cómo delinquir, es demasiado inocente”, dice Eréndira, quien es su hermana
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