Caso en Hospital de día
Enviado por Davgom • 21 de Enero de 2021 • Documentos de Investigación • 1.601 Palabras (7 Páginas) • 545 Visitas
Michelle en el Hospital de Día
En el HDD pensamos en la articulación posible entre las características psicopatológicas de la paciente y el significado que pudiera tomar para Michelle el funcionamiento de la institución. Se intenta crear dentro de la vida en la institución, las condiciones de funcionamiento que faciliten un espacio en el que se produzcan procesos y transformaciones.
Como punto de partida podríamos pensar el dispositivo asistencial como un lugar que posibilite el desarrollo simbólico, un espacio transicional que posea los atributos que Winnicot menciona cuando habla de cómo la M abre estos espacios: adaptación, confianza y continuidad.
1) LA INSTITUCIÓN Y LAS FUNCIONES PARENTALES
El ingreso de Michelle en el HDD: angustia, violencia, transgresión.
Cuando Michelle ingresa al HDD viene temerosa de ser juzgada, de no ser aceptada; el orgullo herido y la angustia la desbordan y se presenta, entonces, transgresora y violenta.
El enfado por el ingreso es expresado de múltiples formas: viene rebotada y despectiva argumentando que el HDD no es para ella, que todo esto no va con ella y que no tendría que estar aquí puesto que ella no está loca. Fácilmente se enoja, se niega a participar en las actividades: no quiere subir al comedor, golpea el tablero del monopoli tirándolo violentamente al suelo.
Se presentaba omnipotente, criticaba a los compañeros y los menospreciaba por estar allí, decía que eran atontados, maleducados, con poca clase, muy burdos.
Al principio tenía una relación particularmente sádica con una compañera que era todo aquello que Michelle también era y que el P rechazaba de ella. El ideal del P: femenina, coqueta, inteligente, con clase, educada, fina, delicada; en el otro extremo lo rechazado: basta, inculta, burda. Michelle continuamente criticaba a esa compañera y la atacaba en un intento de diferenciarse de ella y cumplir así el ideal de padre
Respecto a las transgresiones de los pacientes en el HDD, lo que interesaba al equipo no era que los límites fueran respetados, simplemente, sino el juego relacional, la dialéctica de los conflictos que los límites reintroducen, y que llegan a ser mas negociables gracias a la función mediática del límite, que autoriza la utilización de los investimientos transferenciales (que se pueden diversificar gracias a la pluralidad del equipo y esto es difícil recogerlo de entrada en un cara a cara a dos).
La puesta de límites en un contexto contenedor y afectuoso, atento a los deseos y a las angustias de la paciente, firme y a la vez dispuesto a aceptar los movimientos reparatorios, permitió que progresivamente Michelle fuese estableciendo vínculos con el personal y con los compañeros.
El comportamiento transgresor y violento en las actividades del HDD y en las relaciones de Michelle con sus compañeros tenía un equivalente en las sesiones individuales que mantenía conmigo: imaginaba que nos destruía omnipotentemente a todos. Explicaba con rabia que a los chicos del HDD les cortaría el miembro a rodajitas, a uno de los miembros del equipo lo quemaría, otro sería su esclavo y yo su secretaria.
En estas sesiones individuales ya se dejaba notar la ambivalencia entre sus deseos destructores y su pedido de ayuda.
¿Cómo ayudar a Michelle en su fantasía de destrucción omnipotente? La destrucción fantasmática no es tolerable sino porque aquello que se desea destruir en la fantasía, sobrevive en la realidad. La destrucción soportable para el niño o el adolescente incluye su contrario: la permanencia. Esto nos conduce a decir lo que W aconsejaba a los Ps de los adolescentes “la mejor manera que tienen de ayudarlos es sobrevivir, sin vengarse ni morirse”. Y así intentábamos funcionar en el HDD, sobreviviendo a los ataques sin desmayo y sin venganza. En principio, entonces, el HDD cumpliendo funciones de puesta de límites y tramitación de la vida pulsional no integrada.
Michelle nos sorprendió trayendo un video para que la viéramos de pequeña pero también observamos otras cosas.
Michelle estaba en la calle, deambulante y pérdida, acompañada de su P y algunos primos mayores que ella. Debía tener 2 años y aun caminaba con dificultad. Uno de los primos reiteradamente la empujaba y ella se tambaleaba, esforzándose por mantener el equilibrio. Desamparada, el P, en cambio, la mira y dice: “mira que es independiente”. En un empujón del primo Michelle cae al suelo y llora desconsoladamente. El P la mira de nuevo y dice: “mira que es cuentista”.
En otra escena está Michelle sentada en el sofá y la familia insiste para que el primo le dé un beso, Michelle está incomoda, se siente desvalida e invadida, y ante la situación persistente se repliega chupándose el pulgar y con la otra mano se acaricia la oreja.
Vimos un holding defectuosos, inexistente, nadie empatiza con la niña, cuando está asustada es independiente y cuando está viva y llora es cuentista.
Las características del vínculo maternal y el fracaso en las primeras etapas de su desarrollo emocional nos llevó a realizar funciones parentales de holding y sostén.
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