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Claves Psicologicas


Enviado por   •  12 de Marzo de 2014  •  8.282 Palabras (34 Páginas)  •  253 Visitas

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1. ¿QUÉ ESTÁ PASANDO?

Mi punto de vista es evidentemente psicológico y la psicología se mueve en torno a rasgos, actitudes, tendencias y comportamientos. De eso es de lo que yo voy a tratar. Y comenzaré por lo que está pasando.

Lo que esta pasando en los centros educativos es que, además de encontrar muchas luces- buena preparación intelectual del profesorado, progreso creciente de los sistemas instruccionales y, en general, altos niveles de calidad educativa- descubrimos también algunas sombras, y estas sombras se llaman, insatisfacción, desconcierto, desmotivación y, en parte, problemas de indisciplina y de violencia.

En primer lugar, se observa un cierto aire de insatisfacción generalizada que obedece a causas de naturaleza muy diferente, que han hecho perder la ilusión a muchos profesores. La situación es muy compleja y resulta difícil de analizar, sobre todo en el breve espacio de tiempo del que disponemos. Posiblemente esté asentada en causas más profundas, pero aparece dibujada en la superficie, unas veces como sentimiento de decepción, otras como impotencia ante la imposibilidad de cambiar las cosas como se quiere, otras, por fin, como incomprensión o pérdida irremediable de consideración social.

Por otra parte, los profesores tienen la conciencia de una disminución progresiva, gradual, de su autoridad frente a los alumnos, a la vez que comprueban la aparición cada vez más frecuente de situaciones de indisciplina, todo ello agravado por una cierta disolución de normas, límites, y reglas de juego que, lógicamente, deberían contribuir a poner orden en el campo de la convivencia.

Por último, y más preocupante aún, se constatan algunos brotes de violencia dentro y en las inmediaciones del contexto escolar. Hace un par de años, tuve la oportunidad de hacer, con un equipo de profesionales, una serie de estudios sobre la violencia en 59 centros escolares de la Autonomía de Madrid. El informe está publicado, y los resultados arrojan un panorama bastante preocupante. Yo no diría que el mapa global fuera de alarma, pero sí serio, muy serio. En todo caso, se trataba de manifestaciones violentas claramente constatadas, si bien respondían a la percepción que tenían los alumnos y los profesores de los centros respectivos (Beltrán y otros, 1999).

Es verdad que la escuela refleja la realidad de la vida y que, por tanto, lo que ocurre en la escuela puede encontrar, en parte, su explicación si nos remontamos a un plano superior, más elevado, como es el de la sociedad en su conjunto, donde se han producido, en los últimos años, cambios muy profundos que afectan inevitablemente a la escuela. Aquí es donde me gustaría apuntar algunas ideas que, como, como psicólogo de la educación, me parecen relevantes.

Sociedad permisiva.

En primer lugar, estamos viviendo en una sociedad altamente permisiva. En una sociedad permisiva se desdibujan las líneas y los contornos de lo prohibido y de lo permitido, de lo que se puede y de lo

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que no se puede, de lo que es bueno y de lo que es malo. Cuando esto ocurre, evidentemente, no se educa. Esto no le extraña a nadie, lo que pasa es que, a veces, lo negamos en el ámbito general, cuando tenemos la experiencia en nuestra propia casa. Valga un ejemplo. Si se hace una encuesta preguntando quién manda ahora en casa, hay pocas dudas sobre cuál sería la respuesta mayoritaria: los hijos. Los mismos resultados o todavía mayores, y en la misma dirección, se podrían obtener si se preguntara quién tiene el mando de la TV en casa. Los hijos no sólo se apoderan del mando, sino que lo siguen agarrando fuertemente con la mano aunque se queden profundamente dormidos, y no lo sueltan de ninguna manera. Ahora hay que pedir permiso a los niños para ver un espacio de televisión; hace unos años eran los niños los que preguntaban a los papás: ¿Papá, me dejas ver...? Se han invertido los términos. Hemos pasado de una sociedad amparada en el principio de autoridad, a una sociedad en la que prevalece el principio de negociación, y además, hemos realizado este paso de una manera brusca, prácticamente sin solución de continuidad, y sin estar preparados.

Las últimas estadísticas del año pasado dicen que España es uno de los países más permisivos de Europa. Y hablando de permisivismo, se conocen ya bastante bien los resultados de las pautas educativas que siguen los diferentes estilos educativos: permisivo, indiferente, democrático o autoritario. Al final, el peor resultado es el del estilo permisivo, porque no conduce a nada, no señala pistas, no abre caminos (Beltrán y Pérez, 2000) . Esto puede estar pasando en nuestra sociedad y, a lo mejor, lo que ocurre en la escuelas es sólo un reflejo de esa sociedad.

Cultura del presentismo

En segundo lugar, estamos en una sociedad que vive una cultura del presentismo, y esto afecta inevitablemente a la escuela. Lo que interesa es el placer fácil, el éxito rápido, el enriquecimiento inmediato, con lo cual se desdibuja el horizonte del futuro, y nos vamos inclinando más hacia el plano del tener que el del ser. En estas circunstancias es difícil hablar de un proyecto personal de vida, que debería ser uno de los grandes objetivos de la construcción personal tanto en lo que se refiere al ámbito de la convivencia, como al de lo estrictamente académico. En una cultura así, lo que se busca es lo que a uno le gusta, lo que le interesa, lo que le satisface, y si hay que pasar por encima de algo o de alguien, se pasa. Evidentemente, este es un elemento que puede contribuir, en gran medida, a la ruptura de la convivencia.

Exaltación de la violencia

En tercer lugar, estamos asistiendo a una verdadera exaltación de la violencia por parte de los medios. Son muchas las investigaciones, realizadas incluso por las mismas empresas de los medios de comunicación, que han demostrado tres efectos principales de la exposición a la violencia:

Primero, la violencia engendra violencia. Los estudios hasta ahora realizados, afirman, de forma unánime, que la observación de la violencia aumenta la conducta violenta, y todavía más en los niños pequeños. Es el efecto clásico del modelado que en todas las Escuelas psicológicas se recoge como una de las grandes leyes del aprendizaje. Lo más triste es que las propias casas comerciales lo reconocen, pero igualmente saben que si no introducen violencia, no venden.

El segundo efecto de la violencia es la desensibilización. La gente, a medida que presencia, observa o está en contacto con la violencia, pierde la sensibilidad hacia la violencia, de manera que cada vez es necesario elevar más el grado de esa violencia para que se pueda percibir como tal. El problema en este caso es: ¿cuál es el nivel de violencia hasta el que se puede

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