ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Comunicacion_motivacion_aprendizaje


Enviado por   •  17 de Octubre de 2012  •  2.055 Palabras (9 Páginas)  •  342 Visitas

Página 1 de 9

PERSPECTIVAS HISTÓRICAS ACERCA DE LA PSICOLOGÍA DE LA MOTIVACIÓN

INTRODUCCION

Como se apuntaba en un trabajo anterior (Mayor, 2004), los conocimientos actuales acerca de la motivación son el resultado de un largo curso de decantación histórica. Hoy, este campo constituye un área de la psicología realmente fecunda pero, a la vez, de engarce difícil con la orientación cognitiva de base experimental característica de la psicología contemporánea. Los importantes problemas teóricos y metodológicos que la aquejan derivan, entre otros factores, de la propia naturaleza compleja de los motivos y, también, en la perspectiva de este artículo, del hecho de la breve historia de su investigación científica sistemática (Brown, 1979).

Aunque las especulaciones sobre la motivación se remonten, al menos, al período de la filosofía clásica, es muy reciente el estudio empírico como forma habitual de acercamiento científico a los fenómenos motivacionales y, por supuesto, no cabe hablar sino de la práctica inexistencia en este ámbito de una investigación experimental sistemática y continuada. Este último hecho, incontestable, tiene seguras raíces históricas y constituye una anomalía idiosincrásica de la moderna psicología de la motivación desde sus orígenes hasta nuestros días, si bien recientemente comienzan a observarse algunos indicios de cambio en las investigaciones, sobre todo en las referidas a los procesos intencionales. La psicología de las emociones, en una línea en cierto modo paralela, tampoco conoció un desarrollo sistemático y continuado hasta los años 1960, pese a contar con precedentes tan importantes como los de Charles Darwin y William James (Mandler, 1979).

DESARROLLO

Motivación y paradigmas clásicos

El estructuralismo, la nueva psicología fundada por Wundt en 1879, centrada en analizar la estructura de la mente, no encontró acomodo al estudio de la motivación. En cambio, el laboratorio de Leipzig sí se interesó por las emociones y tuvo el mérito de hacer las primeras contribuciones al análisis de los sentimientos, al tratar de estudiar experimentalmente las vivencias subjetivas en la emoción.

En momentos posteriores, la atención dedicada a su estudio ha sido muy desigual en las distintas escuelas. Si para el estructuralismo los conceptos dinámicos orientados a la acción no tenían virtualidad alguna, para el funcionalismo de W. James, profundamente influido por el evolucionismo y la idea de la adaptación humana, los procesos motivacionales desempeñaban un papel fundamental. La razón de ello estribaba en que para James toda conciencia era motora y toda sensación producía un movimiento, si bien en diferentes niveles de complejidad. La sensación podía desencadenar una conducta de naturaleza instintiva y sobre el instinto se montaba la volición. Ahora bien, como hace observar Carpintero (1996), la concepción jamesiana del instinto constituye una teoría integrada y compleja, que supone la interacción de sus mecanismos propios con los de la experiencia y el aprendizaje. El resultado de dicha interacción es la gran plasticidad del ser humano.

Aunque por distintas razones, los temas motivacionales fueron marginados tanto por el conductismo radical, que los excluyó por mentalistas, como por los enfoques cognitivos que se desarrollan frente al conductismo a finales de de la década de 1960 y principios de los 70, cuyo principal interés fue el análisis de la inteligencia artificial sin atender a las interacciones con los procesos afectivo-motivacionales.

En la simplicidad elementalista del conductismo de Watson, cuyo principio básico es que todo comportamiento complejo es un crecimiento o desarrollo de respuestas simples, no cabe propiamente un proceso como la motivación humana (Mayor y Pérez-Garrido, 1999). Con las distintas versiones neoconductistas y sus renovadas herramientas conceptuales, como el concepto de impulso introducido por Woodworth (1918) y de incentivo (Hull, 1952), la explicación motivacional ganó en amplitud y versatilidad, pero se reveló a la postre insatisfactoria.

En cuanto al cognitivismo, como hace observar Mateos (2004), las afirmaciones al uso sobre su rechazo de los conceptos motivacionales deben matizarse, pues en la postura de la psicología cognitiva hacia la motivación hay que distinguir dos momentos diferentes. En su etapa de gestación, no puede hablarse de una posición negativa del cognitivismo hacia la motivación, más bien al contrario: hay un reconocimiento del papel de los factores motivacionales en la explicación de los procesos psicológicos de orden superior. La orientación del New Look en el campo de la percepción (Bruner y Goodman, 1947) ponía sobre el tapete el papel de la motivación no consciente sobre los umbrales perceptivos conscientes y el libro pionero de Miller, Galanter y Pribram Plans and the structure of behavior (1960), los modelos de retroalimentación negativa. Sin embargo, en un segundo período, que cursa a finales de los años 70, sí se produjo una desafección real, interesada, de la psicología cognitiva hacia la motivación.

Tradiciones de investigación

Los principales avances del campo cabe situarlos en cuatro tradiciones de investigación que, a modo de matrices, han conformado la psicología motivacional moderna: la psicología del instinto, la del aprendizaje, la de la personalidad y la de los procesos cognoscitivos.

Estos cuatro marcos o direcciones teóricas, todas ellas ligadas, aunque de diferentes modos, al influjo de la obra de Darwin, han sido las guías o ejes básicos por los que ha discurrido la psicología motivacional a lo largo de su reciente evolución (Madsen, 1974; Mayor, 1985; Mayor y Peiró, 1984; Mayor, Tortosa, Montoro y Carpintero, 1987).

La profunda transformación que la teoría de Darwin produjo en la imagen tradicional del ser humano, que deja de ser el centro de la creación para convertirse en un organismo empeñado en la lucha por la supervivencia y dotado de unos instintos que recuerdan su pasado animal, tuvo en efecto múltiples consecuencias sobre el conjunto del saber.

En relación con la psicología, parece fuera de toda duda que El origen de les especies (1859), a pesar de no hacer referencia expresa a la especie humana, tuvo un fuerte impacto en la configuración de la nueva disciplina, abrió el período científico de la psicología motivacional e introdujo en ella la problemática instintiva (Mayor y Sos-Peña, 1992; Mayor y Tortosa, 2002).

La motivación instintiva

La consideración de los instintos como una fuerza motivacional cuyas consecuencias escapan al control del sujeto, contrapuesta por tanto a la razón y la inteligencia y reservada para explicar la conducta casi exclusivamente de los animales, llegó con no demasiadas

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (14 Kb)
Leer 8 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com