Conductismo
Enviado por Shomby16 • 30 de Julio de 2014 • 955 Palabras (4 Páginas) • 206 Visitas
GOLPE DE ESTADO EN CHILE
por Marcos Roitman Rosenmann (11 de julio 2002)
Los años transcurridos en Chile a partir del 11de septiembre de 1973 poseen en común ser expresión del llanto colectivo del pueblo cuyas lágrimas derramadas exigen la restitución de un tiempo de dignidad. La penumbra de un claroscuro donde se anuncia un orden social vergonzante constituye el medio físico en el cual sobrevive, vegetando, una elite política legitimada en la ignominia tras haber postulado el olvido como principio para recuperar su poder. La pesadez de un ambiente donde respirar libremente es un acto de insubordinación civil adquiere tintes dramáticos cuando se trata de vivir el día a día buscando explicar el porqué de tanta mentira social.
Casi todos huyen de sus responsabilidades. La mayoría prefiere subsistir diluyendo su conciencia en las aguas tranquilas del consenso. Un pacto de sangre entre víctimas complacientes y verdugos arrepentidos emerge para proclamar el fin de la justicia. Ya no hay necesidad de perseguir a los responsables de tanta pena acumulada. El oprobio cometido contra la dignidad y la condición humana puede quedar impune en la conciencia de unos hacedores públicos convencidos de las bondades de una transición política adjetivada como perfecta.
La tragedia parece no tener fin. Hasta hoy la imagen de los soldados en la calle, los tanques frente al palacio de gobierno y los aviones bombardeando son un referente en la memoria colectiva de toda una generación. Sin embargo, el golpe de Estado se redita bajo otros métodos. Ya no hace falta bombardear con obuses, lanzar bombas o matar demócratas. Resulta más elegante dejar sin juzgar a los responsables directos del asesinato bajo el supuesto de que padecen locura. Toda una trama urdida, cuya consecuencia es la perpetuación contingente del golpe de Estado. Es una sensación de estar en presencia continua de la tortura, la muerte, el exilio o el silencio obligado.
Esta vez el golpe de Estado no es una caricatura del 11de septiembre de 1973; se realiza con otras armas. El llamado a una catarsis que logre el milagro de hacer invisible al torturador tiene como fin vivir un simulacro de democracia. La falta de referentes éticos se suple con el llamado al pragmatismo. Una forma de estar en el mundo donde se milita en flexibilidad del carácter y en la histeria consumista. ¿Cómo entender el sentido de decisiones políticas que, inmersas en la discrecionalidad del poder, mutan en arbitrarias? ¿Cómo valorar, igualmente, la acción de la justicia, cuando debería ser el derecho y el apego a la ley el principio que guiara la decisión de jueces y no el deseo profundo de traicionar deliberadamente su neutralidad cometiendo un acto de prevaricación?
La corrupción del carácter democrático y la emergencia de una conducta fundada en los principios de la razón de Estado acotan el terreno dejando claro cuáles son los límites de un gobierno socialdemócrata que ha perdido sus señas
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