Cuento Para La Estimulación Del Lenguaje

Erase una vez un pececito muy pequeñito (juntamos los labios y los movemos imitando al pez) que vivía en una ciudad muy grande.

Un día vió pasar a su vecino el Señor Globo y decidió gastarle una broma. El pececito se escondió detrás de un alga y cuando el Señor Globo se acercó y saltó sobre él. Del susto el Señor Globo se infló hasta quedar redondo como una pelota (hacer que los niños/as inflen las mejillas). El Señor Globo guardó tanto aire en su boca que salió volando por el cielo.

El pobre pececito se asustó y dijo: “¡Qué he hecho! el pobre Señor Globo está en peligro por mi culpa”. Entonces, el pececito decidió ir tras el Señor Globo. Cogió su moto (hacer que los niños/as hagan el ruido de la moto, haciendo vibrar su lengua contra el paladar) y fue corriendo detrás del pez globo al tiempo que le decía: “pez globo lo siento mucho, no te quería asustar, sólo quería gastarte una broma”

Después de mucho tiempo llegaron al final de la ciudad. El pez globo ya volaba tan bajito que el pececillo lo cogió por la mano y le dio muchos besos (hacer que los niños/as se den besos en la mano, imitando al pececillo) para que le perdonara.

El Señor Globo se dio cuenta que el pececillo no quería que se asustara tanto y entonces le perdonó. Entonces, el Señor Globo se fue desinflando poco a poco (Hacer que los niños/as hagan con la boca el gesto de desinflarse el globo), hasta quedar muy delgadito (simbolizar la delgadez del Señor Globo aspirando las mejillas, es decir metiendo las mejillas para dentro).

Los dos pececillos comprendieron que las bromas a veces no son buenas. El pececillo ya no hizo más bromas, ahora sólo le daba besos a todos sus amigos y desde ese momento fueron los mejores amigos del mundo (hacer que los niños/as den besos a los demás compañeros, igual que el pececillo)

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