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DESARROLLO HUMANO


Enviado por   •  14 de Enero de 2014  •  6.362 Palabras (26 Páginas)  •  290 Visitas

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DESARROLLO HUMANO

EL VALOR DE LA INDIVIDUALIDAD

En los últimos 40 años muchos seres humanos han explorado más su mente en busca de un factor que les pueda permitir acercarse a una genuina libertad, no referida al simple hecho de caminar por la calle que uno quiera sino mas bien a la libertad de pensar y actuar con criterio propio sin influencias externas, escapando en alguna medida del esquema mental de la sociedad.

Ese factor que se busca es: LA INDIVIDUALIDAD, una cualidad que no tiene que ver con actitudes subterráneas, no tiene que ver con esas conductas alienantes de los hippies u otros personajes de la década del 70 que encontraban en ello un buen pretexto para drogarse y no bañarse, o hacerse los interesantes poniendo tatuajes, aretes, etc. Nada de eso tiene que ver con un auténtica individualidad tomada como atributo. La individualidad es un concepto supremo en el cual el ser humano se ha dado cuenta que la única forma de llegar a explotar al máximo sus capacidades es desarrollar su autentico "yo", sólo así podrá encontrar la razón de su existencia. La expresión “conocerse a sí mismo” no es sólo una bella expresión para adornar un relato o una conversación o para dársela de muy espiritual. El conocerse a sí mismo es algo fundamental para tener una auténtica libertad, y es propio de los seres individuales.

Me pregunto por qué en la sociedad actual muchos psicólogos, sociólogos y otros intelectuales combaten y miran con recelo el deseo sano de individualidad de las personas inconformes con el sistema actual ¿Será porque efectivamente muchos hombres y mujeres confunden el sano propósito de encontrarse a sí mismo con la vanidad, la egolatría, la petulancia? ¿O será que algunos de aquellos doctores intrínsecamente no les agrade la idea de la autoayuda que prescinde de sus servicios profesionales? En un mundo de mezquindades como este , eso podría darse en muchos casos. El hombre individual por su parte está libre de aquella tara, siendo así autónomo en pensamiento,es más invulnerable por tanto está menos expuesto por su tolerancia a sentimientos nocivos propios de las mentes colectivas.

A no confundir un tipo que se sabe individual con uno de esos tipos ególatras, vanidosos, segregacionistas, que se sienten distintos, que se llaman a sí mismos individuales porque se separan de la sociedad, pero no para entregarse a un proceso de automejoramiento, sino por motivos vanales, que no saben más que vivir su hoy, ni hacen planes para aportar ideas en la sociedad, esas personas que sólo viven para sí mismos, utilizan sólo una careta para disfrazar su patética dependencia de los demás.

Ser verdaderamente libre es tener un pensamiento independiente y es propio de las personas individuales, pero ellos en este mundo son sólo granos de arena en un puño, y cuantitativamente ¿cuánto representa eso? si el resto es el inmenso desierto, y dicha mayoría piensan con mente colectiva, es decir, con mente ajena.

La sociedad ha establecido una trama compleja en el que las libertades se entremezclan con conductas propias del común social. Se puede estar con un severo lavado de cerebro y se puede pensar que nada pasa, se cree tener una personalidad cuando no se es más que un mono que imita las conductas del entorno, de los medios de comunicación muchas veces tan perniciosos para el ser humano.

Hay que repetirlo una y otra vez, la verdadera libertad no puede empezar si no hay individualidad, el hombre individual tiene ideales y en base a ellos que hasta pueden parecer quimeras construye formas de expresión que escapan de la mediocracia.

Un hombre o mujer auténticamente individual rompe esquemas, esteoreotipos, porque es audaz, aporta ideas innovadoras y frescas, concibe en su mente objetivos que al hombre común le pueden parecer sueños imposibles. Un ser humano así, es un ser auténticamente libre.

CAUSACIÓN SOCIAL Y MÉTODO COMPARATIVO

archivo del portal de recursos para estudiantes

www.robertexto.com

Emile Durkheim

Introducción a la Sociología –UBA–

Cátedra Di Tella

CAPÍTULO III (texto completo)

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La noción de la especie social tiene la gran ventaja de proporcionamos un término medio entre las dos concepciones contrarias de la vida colectiva que durante mucho tiempo se han disputado los espíritus; quiero decir: el nominalismo de los historiadores y el realismo extremado de los filósofos. Para el historiador, las sociedades constituyen otras tantas individualidades heterogéneas, incomparables entre sí. Cada pueblo tiene su fisonomía, su constitución especial, su derecho, su moral y su organización económica que sólo a él convienen; así, toda generalización es más o menos imposible. Para el filósofo, por el contrario, todos esos particulares agrupamientos llamados tribus, ciudades, naciones, sólo son combinaciones contingentes y provisorias sin realidad propia. No hay otra cosa real que la humanidad y es de esos atributos generales de la naturaleza humana de donde proviene toda la evolución social. En consecuencia, para los primeros la historia sólo es una sucesión de acontecimientos que se encadenan sin reproducirse; para los segundos, esos mismos acontecimientos carecen de valor y de interés, si no en cuanto ilustran las leyes generales que están inscriptas en la constitución del hombre y que dominan todo el desarrollo histórico. Para aquéllos lo que es bueno para una sociedad no podría aplicarse a las otras. Las condiciones del estado de salud varían de uno a otro pueblo y no pueden determinarse teóricamente; es una cuestión de práctica, de experiencia, de tanteos. Para los otros, pueden ser calculadas de una vez por todas y para el género humano en su totalidad. Parecería, pues, que la realidad social sólo pudiera ser objeto de una filosofía abstracta y vaga o de monografías puramente descriptivas. Pero se ve una salida a esta alternativa si se reconoce que entre la confusa multitud de las sociedades históricas y el concepto único, pero ideal, de la humanidad, hay intermediarios, que son las especies sociales. Efectivamente, en la idea de especie se encuentran reunidas tanto la unidad que exige toda investigación verdaderamente científica, cuanto la diversidad dada en los hechos, ya que la especie es idéntica en todos los individuos que pertenecen a ella y, por otra parte, las especies difieren entre sí. Sigue siendo verdad que las instituciones morales, jurídicas, económicas, etcétera, son infinitamente variables, pero estas variaciones no son de tal índole que no ofrezcan asidero alguno al pensamiento científico.

¿Pero cómo hay que hacer para constituir esas especies?

A primera vista, puede parecer que no hay ninguna otra manera de proceder

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