DESARROLLO INFANTIL

Viene ahora la pregunta clave: ¿Cuál es la mayor gratificación que se puede tener? Pues dice Savater que es, claramente, alegría. La alegría es un sí espontáneo a la vida que brota desde nuestro interior. Por esto un placer deja de serlo cuando perdemos la alegría, estamos entonces confundiendo lo que debemos de verdad considerar como “placer”.

Usar los placeres como los dice Montaigne “Es no permitir que cualquiera de ellos te borre la posibilidad de todos los otros, y que ninguno te borre el contexto de la vida nada simple en que cada uno tiene su ocasión”. Y para que esto no suceda debemos aprender a vivir sin abusar de los placeres de la vida; “vivirlos y disfrutarlos” de a poco, para aprender de ellos… y no utilizarlos para escapar de la realidad y refugiarnos en ellos.

Hay que vivir con alegría; para no ansiar tantos placeres, y poner el placer al servicio de ella, o sea, tener templanza para poder disfrutar lo que uno hace, dice o decide en su vida.

El tener templanza, nos ayuda a tener equilibrio en todos los aspectos de la vida.

Entonces, concluye el autor, no es de “sucios ni de animales”, el permitirse buscar y sentir placer. Hay que permitírselo, y saberlo buscar, y no precisamente todo lo que nos de placer puede ser “bueno”; sencillamente, hay que saberlo elegir.

...