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Desarrollo De Conducta Prosocial En El Niño Preescolar


Enviado por   •  22 de Enero de 2014  •  2.474 Palabras (10 Páginas)  •  1.212 Visitas

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Introducción

Como todos sabemos el jardín de niños es de suma importancia ya que es donde los niños obtienen y desarrollan sus competencias, que le permitirán desenvolverse en su vida diaria y se pretende que los aprendizajes que obtengan sean de manera integral, como sabemos dentro de las aulas del jardín de niños existe una gran diversidad de actitudes y conductas, durante este documento hablaremos sobre las conductas de los niños prosociales y como estas impactan en su desarrollo dentro del jardín de infantes. Como sabemos la conducta no solo se aprende en el jardín de niños, si no que esta viene desde casa, ya que si las relaciones son positivas el niño va adquirir esta conducta adecuadamente, analizaremos como es que influye al ambiente familiar en la adquisición de las conductas prosociales, mencionaremos a profundidad que son las conductas prosociales. Como sabemos para que el niño adquiera conductas prosociales tiene que tener una serie de aspecto los cuales son: la empatía, regulación de sus emociones, cooperación, colaboración, relacionarse sin agresiones, etc.

Los años preescolares son una etapa muy importante en el desarrollo social, ya que es el primer contacto de los pequeños con un ambiente socializante fuera de la familia, por lo cual las experiencias vividas durante esta etapa serán determinantes para el futuro ajuste y desempeño en la sociedad, durante estos años le permitirá desarrollar la conducta adecuada para que pueda realizarlo

Hablaremos sobre cómo es su desempeño de los niños prosociales en diferentes actividades, que se desarrollaran en el aula, y como es la interacción que tiene con sus coetáneos, y como estos influyen en la adquisición de estas conductas. Ya que como sabemos la relación de amistad entre niños preescolares en muy variada dentro de este.

Dentro del jardín de niños, a pesar de los coetáneos, hay un personaje que juega un papel muy importante, la educadora, por ello creemos que es un actor que influye en la promoción de conductas prosociales dentro del aula.

Se entiende por conducta prosocial toda conducta social positiva con o sin motivación altruista. Positiva significa que no daña, que no es agresiva. A su vez se entiende por motivación altruista el deseo de favorecer al otro con independencia del propio beneficio. Por el contrario, la motivación no altruista es aquella que espera o desea un beneficio propio además del, o por encima del, ajeno. Como se ve, la definición incluye un aspecto conductual y otro motivacional.

Conducta Prosocial

Desde que el niño nace ya está formando parte de una sociedad, como primera instancia, formará parte de una familia en la que obtendrá los primeros aprendizajes que le permitirán introducirse más adelante a nuevos y más grupos sociales como la escuela, amistades, comunidad o grupos religiosos en los que obtendrá las herramientas necesarias para convertirse en un ser socialmente activo y participante de la cultura a la que pertenece.

De acuerdo con María del Mar González y María Luisa Padilla “uno de los objetivos más importantes del proceso de socialización consiste en que los niños aprendan a distinguir entre lo que en su entorno se considera correcto y de lo que se juzga un correcto”, a lo anterior se le denomina razonamiento moral, y aparece en los niños desde muy pequeños aunque de manera rudimentaria.

A partir de los dos años empieza a desarrollar una empatía, definida por respuestas emocionales al percibir la reacción emocional de otro.

A través de esta empatía y de sus interacciones es como el niño podrá compartir, ayudar, consolar y proteger a otros, además de colaborar con ellos para alcanzar un fin común, es decir que desarrolle una conducta prosocial.

Así entendemos como conductas prosociales a la propensión del ser humano por mostrar una conducta en favor a la sociedad para formar parte de ella. Siendo la conducta una respuesta a los estímulos externos que puede ser variada en cada individuo, dando con ello la posibilidad, de que algunos niños muestren conductas prosociales en mayor medida y que otros no la muestren. Es importante mencionar que existen diversos factores que influyen en la aparición de estas conductas y permiten que existan diferencias como lo son la familia, la escuela, los amigos, comunidad, medios de comunicación y las creencias religiosas.

Se considera de vital importancia promover las conductas prosociales en las aulas de preescolar para crear un ambiente de convivencia sana, que permita a los alumnos un mejor aprendizaje, que a su vez le abrirá las puertas al niño para integrarse de manera positiva a diferentes grupos sociales posteriormente, asimilar su cultura y conocer otras.

Impacto de la conducta prosocial en el desarrollo del niño

El desarrollo de la conducta prosocial tiene un impacto positivo en el desarrollo personal y social de los niños.

En su desarrollo personal el establecimiento de relaciones interpersonales positivas fortalece la regulación emocional, que implica aprender a interpretar y expresar las emociones, a controlar los impulsos y el comportamiento dentro de determinado contexto social; pues el niño al tener la oportunidad de conocer a otros en sus sentimientos estará aprendiendo sobre sí mismo, sobre sus sentimientos y la consecuencia de sus acciones en los demás, lo que a su vez le servirá al infante para aprender a organizar de manera más autónoma sus pensamientos, ideas y sentimientos.

A través de la práctica de conductas prosociales, el niño pone en juego su capacidad para comunicarse, pues necesita expresar sus sentimientos e ideas para comprender a otros y ser comprendido. Por esta razón es importante promover situaciones didácticas en el aula, en las que el niño tenga la oportunidad de participar activamente: opinar, hablar sobre lo que siente en determinadas situaciones, hacer sugerencias, escuchar opiniones de sus compañeros, esperar su turno para participar y proponer de manera conjunta soluciones a los diversos conflictos que se presentan a diario en el aula. De esta manera también se estarían potenciando habilidades de lenguaje y comunicación.

Conducta agresiva

En este sentido Judith Mece define a la agresión como “el comportamiento tendiente a perjudicar o lastimar a otra persona”. El desarrollo de conductas agresivas aparece también desde edades muy tempranas como una agresión instrumental, siendo esta en la que el infante muestra este comportamiento no con la intención de dañar a otras personas, sino para obtener el objeto que desean o porque intentan proteger sus juguetes y áreas de juego. Esto debido a que sus habilidades comunicativas

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