Despierta Padres
Enviado por Georgina80 • 26 de Marzo de 2013 • 1.357 Palabras (6 Páginas) • 256 Visitas
rece que los padres estamos fallando en el proceso de separación, individualidad y ayuda a los hijos a crear su propia independencia.
A eso se le podría llamar COMPLEJO DE PAPA GALLINA.
Es curioso, lo que pasa es que confundimos lo que es el amor y nos dedicamos a hacer felices a nuestros hijos, a cumplirles sus caprichos, a resolverles la vida y no pensamos en prepararlos para una vida dura, así que nuestros hijos nunca aprenderán a ganarse la vida y a ser autosuficientes.
A eso se le llama hacerlos DEPENDIENTES E INÚTILES.
Cada día los hijos pretextan su ayuda en las labores del hogar alegando que su única responsabilidad es el estudio, pero lo demás depende totalmente de sus padres.
A eso se le llama ser MANTENIDO.
En aras de una felicidad mal entendida queremos llenarlos de cosas materiales, se les compra la mejor ropa o los tenis mas caros, estudian en escuelas particulares, dinero para las discotecas, dinero para sus gastos, un carro si es posible, sin mencionar otros "compromisos económicos que ellos hacen"; los cuales no se ganan y lo más grave ellos piensan que es tu obligación.
A eso se le llama ALCAHUETERIA.
Te sacrificas en todos los sentidos para que tus hijos tengan lo mejor y nunca les quedas bien y lo que recibes por parte de ellos es: EXIGENCIAS Y EGOISMO.
Les hemos dado tanto, que se creen merecedores de todo. No te piden... TE EXIGEN.
Les hemos dato tanta atención que se sienten el centro del universo, cargados de egoísmo creen que el mundo debe de girar a su alrededor y que lo único valioso, importante y primordial, son ellos. No les hacemos conciencia de su papel como individuos responsables.
Si yo como padre cumplo con el compromiso de cubrir sus necesidades personales, de salud y escolares... Ellos tienen que cumplir con el compromiso de sacar buenas calificaciones y colaborar en el hogar.
¿Qué está pasando con las nuevas generaciones?
Si miramos un poco hacia atrás y revisamos los años lejanos o cercanos a nuestra juventud, todo era muy diferente.
No tenías teléfono celular... y no pasaba nada.
No tenías computadora... y te fletabas a mano.
Te conformabas con la ropa que te podían comprar y no por eso te sentías diferente ni descalificado por no usar la marca X ó Z.
Si te llamaban la atención, te negaban un permiso o te daban un coscorrón, de ninguna manera le faltabas el respeto a tu papá, ni mucho menos lo amenazabas.
Si te ibas a una tardeada, fiesta o reunión, te comprometías a regresar a una hora determinada, que tenías que cumplir te gustara o no, de lo contrario no había permisos para la siguiente.
Y eso no era motivo para emitir gritos, zapatazos y azotes de puerta, chantajes o tener durante una semana sonrisas fingidas o caras molestas.
En ese tiempo existía un valor muy importante que nos enseñaron desde pequeños, se llamaba: RESPETO.
Ahora no se conoce, no existe, no sabemos en que lugar estará o detrás de que mueble lo escondimos para que nuestros hijos no lo encuentren y mucho menos lo practiquen.
Había valores que eran preponderantes: uno era el orden, el otro la disciplina y otro la obediencia.
Hoy en día, algunos padres no ayudan a la tarea, si no que la hacen completa, y habiendo tanto libro e información a la mano, además te la buscan, lo único que les falta es ir a presentar el examen en el salón de clase.
Y todo este circo para que el chico no haga berrinche y no sufra una deshidratación a causa de sus lágrimas y lo más triste... "para mantener la paz social en el hogar", donde la solvencia y la autoridad de los padres hace mucho tiempo no existen.
Y qué decimos del hogar, donde para evitar conflictos y discusiones, como ya no funciona aquel estribillo de: Jorgito a la una, Jorgito a la dos, Jorgito a las dos y cuarto como si fuéramos reloj.
O el clásico "voy a contar hasta diez", va una, va dos...
Nos convertimos en el cómplice de nuestros hijos.
Eso si, con la boca callada para no caerles gordos con tanta habladera y no les permitimos
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