EL CUIDADANO "X"

El ciudadano “X”

Andrei Chikatilo era un hombre de unos 50 años, su carácter mostraba a un individuo tranquilo e inofensivo, pero guardaba otra personalidad detrás de esa humildad, sentía una gran atracción hacia los niños y niñas. Sus víctimas eran niños, niñas y chicas jóvenes, que en su mayoría eran gente necesitada de recursos económicos, lo que hace resaltar en Chikatilo una problemática afectiva enfrascada en un momento de su pasado a manera de un acontecimiento traumático, que combinada con una emoción que le hacía desear el control sobre sus víctimas a través del sometimiento hacia ellas, cosa que por sus características únicamente obtendría con alguien más frágil que él, es así que los niños y las mujeres jóvenes eran su principal blanco de ataque premeditado. Sus relaciones sociales eran escazas, no se conocía de sus amistades, puesto que su forma de ser le hace escapar de las relaciones sociales fijas y duraderas, pese a ello logra casarse pero su relación matrimonial se estanca en lo problemático y aislado, llegando a convertirse en un mal matrimonio. Se lo puede catalogar como un marido tranquilo, sumiso, que nunca levanta la voz y era además impotente sexualmente.

Tiene antecedentes de haber trabajado como maestro en una escuela de la que fue expulsado por manosear a una de sus estudiantes, se puede observar el contenido sexual de una distorsión con respecto a la atracción que sentía hacia los niños, a los cuales sometía una vez estando fuera de la ciudad con el uso de la fuerza y un cuchillo que llevaba en un pequeño maletín.

A sus víctimas les clavaba una y otra vez en sus cuerpos y notaba que con cada puñalada se acercaba más al orgasmo, por lo que no cesaba de hacerlo hasta conseguir la eyaculación sobre el cuerpo de sus víctimas, es aquí el momento en que lograba conseguir la erección sentía un placer máximo, de manera que había logrado combinar el asesinato con la excitación sexual que no conseguía en una relación de pareja normal por problemas de impotencia.

Este problema probablemente lo arrastraba desde el pasado, su autoimagen desvalorada al igual que su autoestima lo habían destruido sexualmente, ahora bien, la necesidad de estima proporcionada por los demás para un desarrollo pleno abría fracasado en él.

Aparte de asesinar a sus víctimas les cortaba los genitales destruyéndolos en un acto de placer.

Abordaba a sus víctimas en estaciones de tren y con promesas falsas las convencía para que lo acompañaran a alguna zona boscosa cerca de la estación, ya en ese lugar las atacaba apuñalándolas lleno de energía y excitación.

Todo este acto era evaluado por él, la intencionalidad de daño es evidente. Una característica en los cuerpos de las víctimas era la extirpación de los ojos, que responde a una ideación distorsionada de que en los ojos de sus víctimas puede estar grabado su imagen de

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