El Estudiante Que Queremos

“El estudiante que queremos”

La universidad es una institución conformada por profesores y alumnos unidos por un objetivo en común, donde se cultivan diversos conocimientos y saberes. Para ello es necesario establecer una convivialidad lingüística que nos conduzca al diálogo interdisciplinario, poniendo en práctica el valor de la tolerancia, respetando la diversidad social, política, étnica, económica y cultural de cada miembro.

Uno de los roles de la universidad es la formación de una comunidad científica creativa, facilitando al estudiante las herramientas necesarias para el desarrollo y adquisición de habilidades que debe aprender y aprehender para perfeccionar sus capacidades, reforzando su identidad a través de las interacciones socio-comunitarias durante el cumplimiento de su servicio profesional. Siendo una constante en él, la investigación científica, insertándose en la colectividad como ente generador y transformador.

Por otro lado, es vital que el estudiante desarrolle una conciencia crítica y social con enfoques progresistas y objetivos que permitan mantener la unidad de la universidad y alcanzar la autodeterminación política del país. Esto se logra con la construcción de una identidad dirigida al servicio de los demás que posibilite intercambiar experiencias y conocimientos para generar óptimos resultados a mediano y largo plazo.

Analizando al alumno entre lo que es y lo que quiere llegar a hacer, encontramos una estructura vital que se edifica a partir de las actividades realizadas dentro de un concepto de identidad, donde la comunidad, el entorno, la familia y las mismas instituciones son agentes educadores del aprendizaje natural del estudiante, y éstos entran en acción cuando el estudiante se identifica como tal y reconoce su origen, contribuyendo a humanizar cada vez más su convivencia en sociedad.

Es por ello que la formación no solo debe quedarse en lo meramente académico, pues debido a la profunda crisis corruptiva que afronta nuestro país es imprescindible que contemos con principios éticos y morales, ya que el estudiante al ser egresado no se desenvolverá independientemente de los demás, antes de ello, es parte de una sociedad al que debe su formación intelectual. Es entonces cuando sus acciones cumplen una función social para manejar y afrontar este nuevo contexto individualista y materialista del siglo XXI que impide superar esta preponderante crisis de valores que en lugar de contribuir al desarrollo del sistema, ahonda y divide el problema.

Para establecer un compromiso social es importante que primero se haya logrado un compromiso moral con el desarrollo de las áreas de conocimiento, incentivando la integración colectiva y la responsabilidad ético-profesional, aplicado desde una perspectiva descentralizada a todas las carreras de la universidad sin excepción alguna.

Es tiempo de hacer una renovación intelectual

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