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El Hombre Y La Muerte


Enviado por   •  24 de Mayo de 2013  •  2.024 Palabras (9 Páginas)  •  503 Visitas

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El hombre y la muerte

La muerte está presente siempre en nuestra mente.La muerte da sentido a nuestra vida ya que la dota de tiempo.La tenemos como cierta aunque nunca la hayamos experimentado.No me importa ahora si luego o antes hubo otras vidas, no me interesa hablar de la vida después de la vida.No sé qué es la vida eterna.Vivimos porque morimos.Sólo en la infancia, tal vez, la muerte no existe.Sólo los niños, entonces, pueden vivir el momento, lo demás son vanos intentos.Cuando el niño reconoce la muerte, cuando es consciente de que ella siempre llega, entonces, deja de ser niño.Primero viene la angustia de saber, de reconocer y de admitir que los seres que le quieren morirán algún día.Ésta es la primera pesadilla con sentido de todo el que ha sido niño.También es su primera certeza.

El error que todos cometemos cuando no podemos resolver un conflicto es no enfrentarnos a él, apartarlo de nuestro lado, fingir que no existe.Los seres humanos somos maestros en ese dificil arte.De entre todos los problemas que nos acechan a lo largo de la vida al que más damos la espalda es al de la muerte.Queremos vivir como si ésta no existiera, deseamos ser eternos adolescentes que creen ser inmortales, enterramos la cabeza en la arena y vivimos con el engaño, pretendiendo que la muerte no vendrá nunca a visitarnos.

No voy a discutir si las religiones son simplemente un consuelo ante la muerte, me dan igual ahora las creencias.El hecho cierto es que vivimos negando la única evidencia, posponiendo encarar este problema por los siglos de los siglos.¿Qué conseguimos con eso?,¿nos sirve realmente de ayuda?

Lo terrible de la muerte es que llega en cualquier momento.No está allá, en un final lejano al que nos enfrentaremos a su debido tiempo.Está aquí ,a nuestro lado, y lo sabemos.No tiene por qué ser un momento culminante al que nos encararemos decisivamente. La muerte no avisa, está detrás de cualquier esquina.Yo no pretendo un adiestramiento para saber morir, no quiero que pasemos el tiempo pensando en que éste puede ser nuestro último momento.Sólo insinúo, que la aceptemos.

De entre todas las diferencias entre los seres humanos y los animales la única que es patente es la consciencia de la muerte.Podemos decir sin temor a equivocarnos que somos los únicos seres vivos que viven sabiendo que su vida tiene un límite.Somos inteligentes, es cierto,tenemos sentido del humor,nos reímos,hemos desarrollado un lenguaje,creado incluso conceptos abstractos, nos enamoramos, el sexo no tiene sólo fines reproductivos, creamos, inventamos y soñamos.Los animales en pequeño o mayor grado algo de todo esto tienen.Lo que marca la diferencia, lo que nos hace verdaderamente únicos es que nacemos sabiendo que moriremos.

Cultura y la etapa final de la vida

La etapa final de la vida humana – que en algunos casos puede durar solo un par de días, pero en otros se extiende por semanas y meses – es una fase a su vez insoslayable1 y significativa de la existencia humana considerada en su conjunto. En Francia, tal etapa no ha recibido hasta ahora la debida consideración ni por parte de la legislación, ni de la medicina. Tampoco hay una reflexión al respecto que incluya a toda la sociedad. Por último, faltan recursos materiales, humanos e institucionales que permitan, concretamente, transitar la etapa final de la vida de modo digno. A pesar de que la mayoría de los franceses expresa el deseo de morir en su propio hogar o en instituciones para enfermos terminales, el hecho es que estos terminan mayoritariamente sus días en la institución menos adecuada para ello – el hospital. A ello se suma el temor de gran número de franceses de caer víctima del encarnizamiento terapéutico, esto es, de ser mantenido artificialmente en vida por un tiempo indefinido, sin que haya probabilidades de recuperación, y muchas veces en contra la voluntad del paciente mismo, agobiado por un sufrimiento insoportable.

Tal vez uno de los conceptos más acertados del informe Sicard sea el de “proyecto de final de vida”. Así como nuestra existencia se vuelve significativa al poseer un “proyecto de vida”, nuestra última etapa adquiere sentido si se enmarca en un proyecto de final de vida. De ser posible, nuestros últimos días y nuestra muerte no deben quedar en manos de una institución como el hospital que, por más eficiente que sea en la misión de curar, es ajena a la agonía y la muerte en sí. No solamente se trata de aceptar la propia muerte y la posibilidad de una etapa previa más o menos larga de final de la vida, sino especialmente de poder prepararse adecuadamente para ello. Es aquí donde también la sociedad en su totalidad debería estar preparada para responder a la demanda de los ciudadanos por un final digno.

Justamente es en este punto donde – tal como sostiene el informe – se muestran las mayores insuficiencias. Los hospitales franceses no cuentan con estructuras de medicina paliativa y, en caso de poseerlas, son francamente deficitarias; no existe una red lo suficientemente amplia de residencias para enfermos terminales, dotadas de los recursos y el personal necesarios; y tampoco es sencillo terminar los días en el propio domicilio: para ello sería necesaria una profunda reforma que incluya aspectos legales, sanitarios, de personal, etc.

Miedo y muerte

Todos los seres humanos nos preguntamos sobre la muerte, la tememos y nos enfrentamos a ella en diferentes etapas de nuestra vida, también nuestros hijos e hijas. La manera más adecuada de plantear esta conversación con ellos y estar preparados para cuando llegue el momento, depende de varios factores:

- La edad que tenga. El concepto de muerte, como veremos más adelante, varía con la edad así que hay que tener en cuenta el momento en que está nuestro hijo/a.

- La madurez emocional de nuestro hijo/a, la capacidad que tenga para elaborar sus emociones. La forma en que el niño/a maneje sus emociones determinará la manera en que afronte una situación de duelo y las consecuencias que tenga en él/ella.

- El desencadenante de esta conversación. Tendremos planteamientos diferentes al iniciar la conversación si se ha producido un fallecimiento en el entorno de la familia o si el niño/a pregunta por inquietud.

Vamos a diferenciar

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