El Niño Pequeño
Enviado por Sensei666999 • 5 de Septiembre de 2013 • 526 Palabras (3 Páginas) • 334 Visitas
El niño pequeño
Había una vez un niño que comenzó a ir a la escuela. Él era muy pequeñito y la escuela era muy grande. Pero cuando el niño descubrió que su clase tenía ventanas que daban al exterior se puso muy contento y la escuela ya no le parecía tan grande. Una mañana, cuando hacía poco que él estaba en la escuela, la maestra dijo:
- ¡Hoy vamos a hacer un dibujo!
- ¡Qué bien! -Pensó el pequeño- A él le gustaba mucho dibujar, el podía hacer todas las cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos... y sacó su caja de lápices y comenzó a dibujar. Pero la maestra interrumpió diciendo:
- ¡Esperen! ¡No es hora de comenzar! Todavía no he dicho lo que vamos a dibujar. Hoy vamos a dibujar, flores.
- ¡Qué bien! -pensó el niño, a él le gustaba dibujar flores- Y comenzó a hacer bonitas flores con lápiz rosa, naranja y azul.
Pero la maestra intervino de nuevo diciendo:
- ¡Esperen un momento! Yo les enseñaré cómo se dibujan las flores- Y tomando una tiza, pintó una flor roja con tallo verde.
- Ahora, dijo la maestra, pueden empezar.
El niño miró la flor que había hecho la maestra y la comparó con las que él había pintado. Le gustaban más las suyas, pero guardó silencio. Volteó la hoja y dibujó una flor roja con el tallo verde, tal como la maestra había indicado.
Otro día, cuando el pequeño niño entraba en clase, la maestra dijo:
- Hoy vamos a trabajar con plastilina.
- ¡Qué bien! -Pensó el pequeño niño- me gusta mucho la plastilina. Él podía hacer todo tipo de cosas con plastilina: serpientes y elefantes, ratones y muñecos de nieve, camiones y coches. Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina. Pero la maestra interrumpió y dijo:
- ¡Esperen, no es hora de empezar!
Y él esperó a que todos estuvieran preparados.
- Ahora -dijo la maestra- vamos a hacer una serpiente.
- ¡Qué bien!- pensó el pequeño niño, a mí me gusta mucho hacer serpientes. Y comenzó a hacerlas de diferentes tamaños. Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen! Yo les enseñaré cómo hacer una serpiente muy larga.
- Aquí tienen -dijo la maestra- ahora ya pueden empezar.
El niño miró la serpiente de la maestra, entonces miró las suyas. A él le gustaban mucho más las suyas que las de la maestra, pero no lo dijo. Simplemente amasó la plastilina en una gran bola e hizo una serpiente como la de la maestra. Así que el niño aprendió a esperar que le dijeran qué y cómo debía trabajar y a hacerlo todo igual que la maestra, y muy pronto dejó de hacer las cosas tal como surgían de su imaginación. No volvió a hacer nada por sí solo. Entonces ocurrió que el pequeño niño y su familia se mudaron a otra casa, en otra ciudad. Y el niño comenzó a ir a su nueva escuela. Esta escuela era más grande que la otra y tenía que subir
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