El Trabajo De Campo

EL TRABAJO DE CAMPO

En un sentido mínimo, la etnografía puede entenderse como un proceso de “documentar lo no-documentado”. La base de este proceso es el trabajo de campo y la subsecuente elaboración de los registros y del diario de campo. Aunque también es importante usar otros procedimientos en el campo (mapas, entrevistas, documentos, redes, juegos) que son más sistemáticos, existentes ya muchos textos que abordan su aplicación en el campo educativo.

En el proceso central del trabajo de campo la constante observación e interacción en una localidad es la fuente de muchas de la información más rica y significativa que obtiene el etnógrafo.

Establecer las relaciones en el campo y registrar esa experiencia involucra necesariamente una dimensión subjetiva. Por ello, las respuestas a muchas de las preguntas sobre el trabajo de campo etnográfico no son técnicas. La interacción etnográfica en el campo, por ser un proceso social, en gran parte está afuera de nuestro control, intervienen nuestros propios procesos inconscientes, influyen las posturas políticas y los compromisos éticos que asumimos.

La enografía de pende de un buen trabajo de campo, algunos criterios son, no es válido negar nuestra presencia en el lugar, genera interpretaciones, sensaciones, angustias, el hecho de estar ahí. Es necesario cobrar conciencia del lado subjetivo del proceso y reconocer que nuestra presencia en el campo da un acceso apenas parcial a la realidad vivida localmente.

¿Cuánto de esta experiencia personal habría que registrar? Lo que pueda, lo que sea pertinente. Lo que sea publicable. Lo que se sea privado. También las defensas son necesarias frente a lo abrumador, lo agotador, incluso lo aburrido, que puede ser inicialmente la experiencia de campo. Estas sensaciones suelen ir desapareciendo y aparecen otras, la fascinación, la curiosidad, la observación, la negación del agotamiento. La mirada es más fácil calibrar sus efectos en nuestras observaciones, interacciones y valoraciones en el campo.

El registro público de la experiencia

Miradas hacia uno mismo son parte integrar de la experiencia de campo, así como lo son los efectos de espejo “vernos en el otro”, la etnografía tiene otro fin, conocer lo desconocido, escuchar y comprender a otro.

Hacer etnografía cobra sentido cuando es elaborar un registro que sea público y no privado, no con el afán de eliminar la subjetividad, sino con la intención de colectivizar el proceso de construcción del conocimiento, de socialización con el uso de registros inteligibles para otras personas, incluyendo los habilitantes de la localidad.

Tener en mente a otros lectores posibles significa cuidar la claridad e inteligencia de lo que se escribe en el campo. Si se trabaja en equipo, se puede producir y compartir un conjunto de registros complementarios. Esto, a la vez, permite validar la construcción.

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