El bullying en Mexico
Enviado por elenana • 20 de Enero de 2013 • Ensayo • 2.261 Palabras (10 Páginas) • 471 Visitas
Preguntas de Investigación:
¿Qué es el bullying?
¿Qué características presenta el agresor y la victima?
¿Qué daños emocionales deja la violencia escolar infantil?
¿En qué medida influyen los MMC en incitar al Infante a realizar conductas Violentas?
¿Por qué es importante combatir la Violencia Escolar?
¿Qué es el Bullying?
El bullying es un fenómeno relacionado con la violencia escolar que se da dentro de las instancias educativas en donde se realizan acciones de maltrato o intimidación entre los mismo estudiantes en las que se ejerce un abuso de poder ocasionando daño físico o emocional en la víctima.
El bullying en Mexico
• La violencia escolar no es propia de los países altamente industrializados, ni de alguna región de mundo. En occidente como en oriente, en el norte y en el sur, las escuelas sufren las consecuencias de un fenómeno que poco a poco ha llegado a sus aulas: el bullying. Esta investigación descriptiva y correlacional realizada en 24 escuelas de bachilleres de la Universidad Autónoma de Nuevo León, ubicada al norte de México, se aplicaron 1,061 cuestionarios a alumnos, 640 a profesores y 690 a padres y madres de familia, a fin de conocer la incidencia de comportamientos de violencia física, verbal y de exclusión social.
• Encontramos que el bullying afecta a 4 de cada 10 estudiantes que son víctimas, principalmente, de agresiones verbales y de exclusión social, por lo que son menores las agresiones físicas directas en indirectas, sin que esto no deje de ser preocupante.
• El principal maltrato es el que sufren 41,4% de alumnos víctimas de agresores que hablan mal de ellos, el segundo es el de un 31,7% de alumnos que son ignorados, el tercer maltrato es el de 30,6% de alumnos que son víctimas de motes que les ofenden y ridiculizan; el cuarto maltrato es la exclusión social que sufren un 19,4% a los que se les impide participar en reuniones, conversaciones y/o juegos y el quinto maltrato es de un 17,1% alumnos a los que les esconden sus cosas.
• Los alumnos, en su mayoría, sufren esta victimización en el aula de parte de sus compañeros
• La violencia escolar no es propia de los países altamente industrializados, ni de alguna región de mundo
• Padres y maestros, atribuyen las agresiones a venganzas, aspectos de la personalidad de la víctima y del agresor.
Marco Teórico
1.1 Enfoque Psicoanalítico de la Violencia Infantil
Teoría de Anna Freud y Hartmann
La memoria es indispensable para basar las propias acciones en la experiencia y la predilección; el razonamiento y la lógica, para comprender la relación causa –efecto describía Hartmann respecto de la conducta; el control de la motilidad para impedir la acción impulsiva; la identificación y la introyección, para internalizar las normas sociales externas.
Estas breves referencias no pretenden abarcar la totalidad del problema de la moral, sino demostrar la doble puja que tiene lugar dentro de la personalidad. Cuando las características yoicas impelen al individuo hacia la moral, mientras las pulsiones del ello ejercen su influencia en la dirección contraria.
1.2 Identificación con el agresor.
Cuando se combinan los procesos defensivos o cuando se emplea un mismo mecanismo a la vez contra una fuerza interna y contra una externa. Ambas características, se dan, plenamente, verbigracia, en el proceso de identificación.
Como un proceso defensivo el infante tiende a identificarse con la cólera del agresor (el objeto temido) del mundo exterior. Lo más natural y común en el yo primitivo; esa metamorfosis de la propia persona que se identifica con el objeto temido sirve para transformar la angustia en una grata seguridad.
Pero la dramatización corporal del adversario sirve sólo a la elaboración de una parte del conjunto de experiencias angustiosas, cuyos elementos restantes, exigen una ulterior dominación.
Al pasar el niño de la pasividad de la experiencia a la actividad del juego, hace sufrir a cualquiera de sus camaradas la sensación desagradable por él experimentada. Vengándose así en la persona de este representante. Lo que pasa en el juego puede transferirse a la conducta del niño.
En la historia de un niño de cinco años que tuvo un tratamiento, Jenny Waelder ha relatado un ejemplo instructivo de esta especie. Hacia la época en que el análisis se acercaba al material del onanismo y sus fantasias, el niño, antes tímido e inhibido, cayó en un estado de salvaje agresividad. Desapareció su actitud femenina pasiva y todo rastro de sus características femeninas. Imaginándose ser un león rugiente durante la sesión, atacaba al analista. Llevaba consigo una vara y jugaba al “Krampus”, pegaba a la gente en la escalera, en la propia casa y en la sesión analítica. Su abuela y su madre se quejaban de que él intentara pegarles en el rostro. Cuando el niño empezó a jugar con los cuchillos de la cocina la intranquilidad de la madre culminó. El trabajo analítico puso en evidencia que la agresividad del niño no respondía a ninguna desinhibición de sus impulsos agresivos. En rigor, hallábase muy lejos aún de sus tendencias masculinas. Sólo tenía angustia. El echo de tornar consciente aquel material y la necesaria confesión de su angustia y actual actividad sexual despertó en él la espera del castigo.
Habíase introyectado la agresión de los adultos ante los cuales se sentía culpable y la reconducía activamente contra las propias personas de su mundo exterior. Naturalmente, su agresividad aumentaba conforme se acercaba a la comunicación del material peligroso.
En esta “identificación con el agresor” se reconoce una etapa intermedia, que frecuentemente se da en el desarrollo normal del yo.
La constante reiteración de este proceso de progresivas internalizaciones; mediante la introyección de las cualidades del educador (del que se adopta sus características y opiniones).
En etapa intermedia del desarrollo del superyó corresponde a una especia de fase preliminar de la moral. La moral genuina empieza cuando la crítica internalizada e incorporada como exigen del superyó coincide en el terreno del yo con la percepción de la propia falta. Desde ese momento la severidad del superyó se dirige hacia adentro en lugar de hacerlo hacia afuera, con la consiguiente disminución de la intolerancia con los demás. Pero lograda esta etapa del desarrollo del yo, éste debe soportar un intenso displacer ocasionado por la autocrítica y el sentimiento de culpa.
Es posible que muchos individuos queden detenidos en esta fase intermedia de la formación del superyó y jamás puedan alcanzar
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