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El hombre de las ratas


Enviado por   •  9 de Enero de 2020  •  Apuntes  •  2.858 Palabras (12 Páginas)  •  233 Visitas

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  CEPESAM

El chiste y su relación con el inconsciente

“El humor es la manifestación más elevada de los mecanismos de adaptación del individuo”.

-Sigmund Freud-

Materia: Psicopatología II

Mtra. Dra. Lilia Rentería

Eloy Gerardo Parra López

El 1 de octubre de 1907 el joven universitario Ernst Lanzer toca la puerta ubicada en la calle Bergasse no 19, donde el doctor Sigmund Freud vivía y daba su consulta. En la sala de espera Ernst recuerda los hechos recientes que lo llevaron a esa dirección. Poco se imaginaria que sus síntomas y sufrimiento fuese tal que pasaría a la historia como uno de los casos clínicos más famosos de la historia del psicoanálisis, estableciendo las bases teóricas de la neurosis obsesiva.

Ernst Lanzer a los 29 años, acude por primera vez a la después de haber leído en un libro algunas notas sobre “la asociación de palabras” como método de trabajo de Freud. El motivo de consulta eran los padecimientos constantes que sufría desde hacía más de cuatro años. Tras poco tiempo de espera, la puerta del consultorio se abrió ante él y tuvo la oportunidad de hablar por primera vez con el hoy célebre padre del psicoanálisis, el Dr. Sigmund Freud. Ernst relata a Freud, que desde niño se veía perseguido por ideas obsesivas que le causaban mucho sufrimiento. Su principal motivo de la consulta era el temor a que les sucediera algo malo a su padre y a una mujer de la que él amaba entre otras cosas, como, el temor de cortarse el cuello con una navaja de afeitar

Esa misma tarde, Freud observó a un inteligente universitario, que a causa de sus problemas psicológicos le había afectado su funcionamiento habiendo perdido ya algunos años en sus estudios. Freud le explicó su innovador método de trabajo de la asociación libre. Dándole cita para el día siguiente y le animó para que en la consulta contara todo lo que le pasara por la cabeza, por muy ridículo que pareciese, de poca importancia o aunque lo considerara repugnante, vergonzoso o insignificante. Empezó así un tratamiento intensivo, que duraría aproximadamente nueve meses y que concluiría con la curación de los síntomas, sobre todo las representaciones obsesivas que lo atormentaban.

Tiempo después, el 27 de abril de 1908 en la ciudad de Salzburgo, Freud toma la palabra ante el auditorio formado por 42 psicoanalistas de seis países de todo el mundo. El profesor Jung bautizó la reunión como el “Primer Congreso de Psicología Freudiana”. Así, Freud expuso a sus colegas, durante más de cuatro horas, el caso de un paciente suyo, atormentado por una neurosis obsesiva, al que había tratado en los últimos meses y que sería la base del artículo “A propósito de un caso de neurosis obsesiva” que Freud publicó en 1909. Ante la atenta mirada de sus colegas, Freud expuso el caso de Ernst Lanzer, al que llamó “P”.

Freud relató cómo desde la primera sesión, Ernst animado a decir lo primero   que se le ocurriera, contó como cada vez que estaba atormentado, solía ir a ver a un buen amigo, al que preguntaba con insistencia si lo despreciaba y si pensaba que él era una mala persona al grado de criminal. Su amigo invariablemente lo negaba y le decía todo lo contrario. En esta primera confesión Freud estableció una transferencia entre Ernst y Freud. Ernst acudía con Freud esperando una absolución de todo lo que le hacía sentirse culpable.

Tras este primer vínculo terapéutico, Ernst contó como de pequeño una joven institutriz le dejó ver bajo su falda y tocar su vientre y sus genitales. Esto le produjo mucho placer y desde entonces deseaba ver mujeres desnudas, pero al pensar en ello inevitablemente se sentía atemorizado, pensando que estaba haciendo algo malo y como consecuencia de ello le iba a ocurrir alguna desgracia a su padre. Estos pensamientos se mantenían en Ernst en la actualidad, a pesar de que el padre había fallecido hacía ya varios años. También contó otras vivencias de naturaleza sexual de su época infantil y el sentimiento de que sus padres estaban al tanto de todo lo que pensaba, pues creía firmemente que sus padres podían escuchar sus pensamientos. Es a partir de este momento cuando Ernst consideraba que se había iniciado su patología.

Se puede decir que Ernst desde los 7 años ya definida y establecida su estructura: una neurosis obsesiva. La cual, consistía: “una pulsión erótica de mirar y una sublevación contra ella; un deseo, aun no obsesivo, y ver a mujeres desnudas, y un temor, ya obsesivo. En consecuencia, algo malo le va pasar al padre, que lo contraría; un afecto penoso y un esfuerzo a acciones de defensa.

La instauración de la neurosis se encuentra la infancia de Ernst ligada a su sexualidad y a todos los avatares que ésta tomó. En su segunda sesión Ernst habla de su gran temor obsesivo (así lo nombra Freud). Este es el conocido temor-fantasía de la penetración por el ano de ratas. Dicho temor-placer resurge cuando, estando en el ejército oyó contar al teniente Nemeczek acerca de una tortura oriental, haciendo que ratas penetraran por el ano del torturado por medio de un tubo. De esta forma la rata penetraba por el recto del torturado provocándole heridas internas. La rata, al cabo de más o menos media hora moría asfixiada, y al poco tiempo el torturado también. Al día siguiente, el mismo teniente que narró la tortura de las ratas le dijo que debía pagar a un compañero un dinero que éste había abonado por el pago de unos lentes que Ernst había perdido. A partir de este momento se creó en él un pensamiento obsesivo.

Al escuchar el relato, Freud ve en la cara de angustia de Ernst “el horror ante su placer ignorado por el mismo”. O sea que hay un placer que es ignorado por Enrst pero evidente para Freud.  Ante esto, a Ernst se le impone que la tortura le podría suceder a sus dos seres amados por él: su padre y su amada. Ante la anterior fantasía viene la sanción de estos deseos y un deber que tiene que cumplir, y hace las veces de un mandamiento, que consiste en pagar por la devolución de los lentes que olvidó y dio por perdidos, pero justamente a un teniente que no se había encargado de la devolución. Convierte una deuda en algo impagable, elevó un mandamiento a modo de juramento “Tú debes devolver al teniente A las 3.80 coronas del costo de los lentes” lo imposible de cumplir con esta imposición es que se basa en un error sabido, desde un inicio Ernst sabía que fue la empleada de la tienda quien fio los lentes. Pero Ernst monta toda una triangulación de deudas entre teniente a, b y la dependiente del negocio al grado de tener que viajar 3 horas en tren para ir a varios puntos por lo que el juramento se le convierte en un martirio autoimpuesto, presente en todo momento como representación obsesiva. Motivado por la angustia que siente por el pensamiento que podría pasarles a sus seres amados (por lo que él les desea) y a la vez lo atormentan (como al torturado). Estas ideas obsesivas llegan al grado que Ernst le llega a fantasear en pedirle a Freud un certificado para el teniente a donde tenga que aceptar el pago de la deuda por su salud mental.

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