Ensayo - Aportes del docente al alumno.
Enviado por Victor Chirino Rivera • 28 de Mayo de 2016 • Ensayo • 1.363 Palabras (6 Páginas) • 298 Visitas
No existe una realidad univoca que nos pueda facilitar la comprensión de la dinámica de los procesos de enseñanza y aprendizaje, estos dependerán de múltiples factores, entre los que destacan motivación, factores ambientales y expectativas del profesor entre otros (Lozano, 2005) (Manterola, 2003). El escenario cultural mundial también propone una visión complicada sobre la educación en tiempos donde la inmediatez de la información supera a la perdurabilidad del conocimiento, que como plantea Marcelo (2002) pareciera tener fecha de caducidad en los profesionales, y hace surgir una necesidad constante de actualizarlos. Estos conocimientos del docente constituirían la base para la enseñanza (Shulman, 2001).
Pero ¿son estas competencias suficientes para que se genere un aprendizaje significativo como lo define Mayer (2004)?. A priori se puede aventurar una respuesta negativa, es entonces donde surgen una serie de cuestionamientos con respecto a lo que realmente están buscando las evaluaciones docentes (Shulman, 2001) y si estas aumentan las probabilidades de coartar la independencia y configurar una actitud inconsistente ante las evaluaciones de desempeño (Catalán & Gonzalez, 2009). Y en definitiva, lo que nos convoca, es esta actitud y sus consecuencias sobre los demás factores incidentes en el proceso de aprendizaje y como estos son proyectadas por parte de los profesores hacia los alumnos y como estos reciben e internalizan.
No hace mucho tiempo cuando aún estudiaba en el colegio, oíamos hablar del rector como una figura casi omnipresente, lo que tampoco estaba tan alejado de la realidad, puesto que después de todo, las decisiones significativas y las presuntamente más insignificantes pasaban por su mano puesto que tenía que alternar sus funciones como una figura de autoridad disciplinaria y también pedagógica, a donde me dirijo con este ejemplo tan concreto, este colegio siempre se caracterizó por tener entre sus principios el mantenimiento de una vasta tradición educativa, sin embargo supo adaptarse a las nuevas necesidades educativas que plantea el escenario sociocultural actual, sino que también a las exigencias que las reformas al sistema educacional han propuesto.
Ahumada, Sisto y Lopez (2012) plantean que existe una relación entre la figura de un director de establecimiento concebido como líder y los resultados de aprendizaje en aula, entonces de esto se desprende que hay ciertas prácticas que llevan a cabo los directores (que no son las de dirigir en términos “logísticos” el establecimiento) que favorecen profundamente las dinámicas de aprendizaje, estas son la que los autores denominan como prácticas de liderazgo entendidas como “aquellas acciones intencionadas y sistemáticas, realizadas por los líderes de los establecimientos educacionales, que modifican las capacidades, motivaciones y compromisos así como las condiciones organizacionales de los docentes.”.
Por otra parte Volante, Castro, Isla & Muller (2002) plantean la existencia de una relación positiva entre liderazgo y efectividad escolar, de hecho los cargos de docente directivo, quien no se dedica exclusivamente a labores administrativas, tienen aceptable valoración en consideración a la figura del director como una figura cercana y participativa. Sin embargo un aspecto negativo es que según esa visión, la influencia que tendría la figura al tener un doble rol puede ser mucho mayor dejando poco espacio a la independencia del profesor, que estaría limitado a seguir las exigencias y sugerencias del director.
Con respecto al tema anterior ante la presencia delimitantes y factores que dificulten el ejercicio de la profesión podemos inferir que los profesores tienden a cambiar sus estilos, prácticas y técnicas en respuesta a variables de las contingencia, ya sean por reformas al sistema de educación nacional o por reformas internas, que conectándolo con el tema anterior estaría ligada a decisiones directivas, lo que no le dejaría gran espacio para la reflexión de esta y menos para un análisis crítico de las decisiones direcivas (Alberca & Frisancho, 2011), esto también tiene que ver con la “trivialización” de la práctica docente de la que habla Shulman (2001), en la que pocas veces se toman en cuenta los factores incidentes en el aprendizaje a la hora de evaluar resultados y dicho también de paso a los profesores.
Entonces es el docente el que queda en una situación incómoda donde está en el medio de exigencias directivas, sus exigencias personales y las exigencias que le impone el ejercicio de la profesión, es decir las necesidades educativas de sus alumnos.
Entendiendo que hay muchos factores que el profesor no controla, en el peor de los casos el profesor que se ve superado por estos no estaría cumpliendo con las competencias básicas del educador, que mencionamos anteriormente en base a los planteamientos de Shulman.
Tomando en consideración lo mencionado anteriormente ¿Qué pasa con los alumnos?, entonces ¿qué es lo que sucede con lo que los profesores transmiten a los alumnos? La intención es siempre generar un aprendizaje significativo en los alumnos, pero ciertamente todo está supeditado a la labor del docente y lo que las dinámicas interacciónales generen en ambos.
Existen variables interpersonales y contextuales (Manterola, 2003) que pueden ser modificadas en beneficio de los alumnos, entendiendo como finalidad el aprendizaje. Si entendemos el aprendizaje como aquel cambio relativamente permanente del comportamiento, que refleja una adquisición de conocimientos o habilidades a través de la experiencia y que se manifiesta a través de la conducta, y esta conducta puede ser observable para medir el aprendizaje. (Papalia, & Olds, 1987, en Manetrola 2003), entonces ¿Qué tipo de cambios son los que se esperan como resultantes de las interacciones del profesor y el alumno en el contexto educacional?
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