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Ensayo Klein


Enviado por   •  23 de Diciembre de 2013  •  2.638 Palabras (11 Páginas)  •  221 Visitas

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“Bajo el impacto de la lucha entre los dos instintos (destruirse o salvarse), una de las principales funciones del yo –el dominio de la ansiedad- es puesta en marcha desde el comienzo de la vida” (Klein, 1958, p.241).

La cita anterior nos retrotrae a los fundamentos básicos de Melanie Klein respecto a la constitución del aparato psíquico. Si bien funda su teoría en los planteamientos de Freud y Abraham, propone una constitución del yo en el bebé distinta, más temprana, que se va desarrollando en dos fases o posiciones, la esquizo-paranoide y la depresiva, que a la vez se van superponiendo, si bien una se origina de manera anterior. “Un niño es un ser dinámico, lleno de pulsiones de todo tipo, simultáneas, pero las pulsiones parte, se demuestran y manifiestan con una predominancia de distintos estadios de del desarrollo” (Garma, E.)

A continuación iré dilucidando las premisas metapsicológicas con que la autora describió la primera fase del bebé implicada en su teoría, fase que da el puntapié (o no) para alcanzar la posición depresiva, donde el yo logra una integración que le permitirá acceder a un mundo de objetos integrados, donde el sentido de realidad es mayor y donde prima la culpa por sobre la ansiedad paranoide para con los objetos del mundo del infante.

Klein tuvo una mirada bastante revolucionaria al plantear que, ya al momento de nacer, el bebé era capaz de sentir ansiedad, de utilizar mecanismos de defensa y de establecer relaciones primitivas con los objetos, tanto en la fantasía como en la realidad. Todas estas funciones son mecanismos del yo. La fantasía, por ejemplo, implica la comprensión mental de los instintos mediada por el yo, lo que necesariamente involucra una mayor organización del psiquismo. “Supone que desde el nacimiento el yo es capaz de establecer relaciones objetales primitivas en la fantasía y en la realidad” (Segal, 1964, p.20). Por lo tanto, Klein estaría presumiendo una constitución del yo mucho más temprana que la planteada Freud, si bien esto no quiere decir que al principio el yo es lábil y está muy desorganizado, y recién se considera más integrado a partir de los tres meses de vida.

Para Klein los instintos por definición son buscadores de objetos, y cada instinto está vinculado con una fantasía pensada por el aparato mental. “Desde el comienzo de la vida los instintos (o pulsiones) se adhieren a los objetos, ante todo al pecho materno” (Klein, 1958, p.243). Por ejemplo, al deseo de comer, le corresponde la fantasía de algo comestible para satisfacer ese deseo, lo que sería el pecho. La importancia del concepto de la fantasía radica en que, si bien la realidad externa es de suma importancia sobre el desarrollo del niño, aún cuando ésta sea buena y protectora no evita que se generen ansiedades y fantasías persecutorias en el mundo interno de los niños. De manera figurativa, sería que el bebé proyecta su propia agresión en algún objeto externo, por ejemplo en su padre, alterando la verdadera personalidad de ese padre, y luego lo introyecta en forma de superyó, pero mucho más persecutorio de lo que en realidad es el padre.

“Una mala experiencia real se hace mucho más importante cuando el bebé ha tenido intensas fantasías coléricas en las que atacaba el pecho, ya que dicha experiencia le confirma, no sólo su sensación de que el mundo exterior es malo, sino también su sensación de que él mismo es malo, y su creencia en la omnipotencia de sus fantasías malevolentes” (Segal, 1964, p.22)

Por otra parte, la fantasía no es solo representación mental de los impulsos, ya que también cumple una función de suplir la eventual privación de la realidad externa y, al mismo tiempo y más importante aún, de su realidad interna. “Justamente al analizar las relaciones del yo con los objetos, internos y externos, y al modificar las fantasías sobre estos objetos, es que podemos influir esencialmente sobre la estructura más permanente del yo” (Segal, 1964, p.27)

El yo es puesto en acción por el instinto de vida, el que empuja a establecer relaciones con los objetos. De esta forma, el yo se va fortaleciendo en la medida en que logra internalizar e integrar los objetos introyectados. La integración lo lleva gradualmente de la posición esquizo-paranoide a la depresiva, lo que dependerá también de la preponderancia que tenga el instinto de vida frente al de muerte, y también de la capacidad de integrar o aceptar que el instinto de muerte está siempre actuando (Klein, 1958).

La ansiedad primaria a la que está expuesto el bebé es provocada directamente por el conflicto entre los instintos de vida y muerte. Así también, influyen en la ansiedad el impacto de la realidad externa, como el trauma del nacimiento (angustia de separación) y las frustraciones de necesidades corporales; “estas experiencias son también sentidas desde el principio como causadas por objetos” (Klein, notas sobre algunos mec. Esquizoides, cit en Klein, 1958, p.243).

“La ansiedad que le produce el instinto de muerte, el yo lo deflexiona” (Segal, 1964, p.30). Esta deflexión consiste, “en parte en una proyección, en parte en la conversión del instinto de muerte en agresión” (1964, p.30). De esta forma, el objeto externo sostenido en parte por el instinto de muerte, pasa a constituirse como un objeto malo y amenazador, y el miedo original al instinto se transforma en miedo a un perseguidor. Habría un restante del instinto de muerte que permanece en el psiquismo y no puede ser proyectado a objetos externos. Éste representa una angustia constante y a la deriva, justamente de esta amenaza de muerte (Garma, E.). Pero a la vez, este mismo monto se transforma en agresión y se dirige a los objetos perseguidores a modo de defensa, por lo que también cumpliría una función “positiva”.

Así como se proyecta el instinto de muerte, para evitar la ansiedad que implica contenerlo, se proyecta también la líbido, a fin de satisfacer el instinto de conservación. En esta función se da el mismo proceso que con el instinto de muerte: “el yo proyecta parte de ella fuera, y la restante la utiliza para establecer una relación libidinal con ese objeto ideal” (Segal, 1964, p.30).

Tenemos entonces que los instintos de vida y muerte se proyectan en el objeto primario (pecho de la madre), el que queda disociado en dos partes: el pecho ideal y el persecutorio, y luego ambos objetos parciales se introyectan, operando otra vez dentro del yo. Por esta razón es que se produce una disociación externa e interna en un objeto amado y otro que es odiado, que serán los prototipos de todos los objetos siguientes (Klein, 1958).

Lo descrito anteriormente conforma la posición esquizo-paranoide, donde “la ansiedad predominante es paranoide, y el

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