Escuela En Crisis
Enviado por • 16 de Noviembre de 2014 • 2.248 Palabras (9 Páginas) • 260 Visitas
La escuela: crisis compleja
La escuela es un producto histórico, una verdadera construcción cultural sometida a las condiciones de aparición y de construcción de la civilización occidental.
La escuela no es lo que era. La efectividad de cinco siglos la ha depositado en nuestros días envuelta en una crisis compleja. Como en la sociedad se ha instalado la creencia en el carácter natural de su presencia, la mayoría de los actores vinculados con la escuela moderna prefieren atribuir sus males a causas externas: el gobierno, la organización, el sistemas, las reformas, el descuido de las familias, el desinterés de los alumnos, la falta de profesionalismo de los docentes, la infraestructura, el presupuesto, etc. Todas estas causas contribuyen a deteriorar la presencia real y simbólica de la escuela, pero nosotros pensamos que la razón debemos buscarla en otro lugar.
Si la escuela es producto y expresión de la modernidad, si fue su fiel intérprete, y terminó sostenida por una época histórica caracterizada por la seguridad, la racionalidad, la omnipotencia, el progreso, la confianza en el futuro y la fortaleza de la humanidad, la escuela no pude subsistir sin la presencia y los caracteres de la modernidad.
La modernidad ha entrado en crisis y sus principios han sido bombardeados principalmente a partir de los últimos treinta años del siglo XX: las ideologías han muerto, el progreso no es seguro, la omnipotencia ha dado lugar a la fragilidad, han muerto las utopías, el sueño de una historia en permanente avance ha cedido ante un presunto fin de la historia y clausura de las alternativas sociales, están bajo sospecha conceptos tales como revolución, patria, nacionalidad, territorios, creencias, y hasta el pensamiento fuerte de la razón ha cedido ante el avance de la razón débil, los conocimientos emocionales, intuitivos, aproximativo, borrosos, fragmentarios.
A la escuela no sólo le han quitado la modernidad, sino que le han cambiado el escenario: sigue representando su papel, pero son otros los actores que han entrado a escena, tienen otro libreto, han modificado el paisaje, el público está sentado esperando otras cosas.
La escuela – casi en un esfuerzo autista – persiste en sentirse bien, de lograr sus objetivos, en responder a presuntas demandas, pero lo cierto es que casi no habla, no puede levantar su voz, apenas si logra despertar la atención y hacer que la escuchen. Nadie quiere destruirla, sacarla del escenario, matarla… pero han cambiado de tal manera los códigos que no hay forma de lograr el entendimiento, y sobrevive más por tradición que por demanda genuina.
Déficit de futuro
El problema no radica solamente en tener alumnos posmodernos en escuela modernas, sino de tener una escuela moderna en un mundo posmoderno, estimulados por otras urgencias, guiados por otros principios, demandados por otras pautas. Se trata de un enfermo a quien se le observan y describen los síntomas, sin llegar a su enfermedad de base, aquella que produce los innumerables efectos que pretenden curar los diversos especialistas: escuela vacía, ausencia de valores, desinterés de los alumnos, ausencia de las familias, disminución en los rendimientos, violencia generalizada, abandono de los verdaderos problemas, des-actualización de los contenidos, problemas con los docentes. El mal de fondo es esta estructura moderna, este prodigioso invento que se mantiene y resiste en un territorio que no es el propio, huérfano de respaldos efectivos y de un corpus de ideas que le permita remontar de nuevo vuelo.
En síntesis lo que la escuela actual padece y vive como déficit para el futuro inmediato es: (1º) la ausencia de relatos fundantes que operen como respaldo legitimadores de todas las acciones educativas; (2º) los cambios de los roles y de la presencia del estado que – en la práctica – ha descuidado el interés específico por la educación escolarizada aunque siga ocupándose de ella; (3º) la presencia de una estructura o matriz que funcionó a la perfección en el pasado pero que sobrevive traicionando los fines para las que fue creada.
Nueva edad
Necesitamos tener el mismo atrevimiento que tuvieron los fundadores en los albores de la modernidad que supieron procesar su propia experiencia y los datos del pasado para crear una estructura nueva, cuya vitalidad alimentó a la humanidad durante cinco siglos. Vivimos una nueva edad y nos hemos olvidado de recrear para esta nueva edad las instituciones que puedan responder a los verdaderos principios (constructores de nichos de valores y de humanidad) y al mismo tiempo satisfacer pragmáticamente a las demandas del presente.
Necesitamos nuevas estructuras, una nueva concepción del tiempo, del espacio, de las relaciones, de la cultura, del control, de la organización, del funcionamiento… para que puedan responder a las posibilidades y demandas de los actuales usuarios: alumnos, docentes, familia, sociedad.
Necesitamos otra visión de la educación y un ojo crítico, profético y constructivo sobre la escuela, para que nada nos paralice sino que nos movilice. No se trata de cerrar los ojos para ignorar las deficiencias, ni es prudente naufragar en una crítica autodestructiva. Criticar para proponer y crear. Tal vez una hermenéutica desprejuiciada de los albores de la modernidad, sobre los escritos y los testimonios de quienes fueron los pioneros nos permita encontrar nuestro propio camino y el futuro que golpea nuestras puertas.
Dificultades que se le presenta al docente en la actualidad
La cortina musical de la clase es el ruido, que interfiere para que el mensaje del docente llegue al alumno, o que las palabras de un alumno sean recibidas por otro. Los adolescentes parecen considerar que ese ruido no debería alterar para nada el desarrollo de la clase. Pero dentro de ese marco el discurso del docente queda “des construido” ya sea porque tal situación afecta su capacidad para mantener la ilación de sus ideas o bien porque la llegada del mensaje está continuamente interceptada y solo se captan frases sueltas que luego se articulan como se puede. La atención suele ser dispersa, es decir que no adquiere casi nunca cualidades de concentración en un punto.
En un debate la participación del grupo es muy difícil de lograr, no se escuchan entre sí, discuten, conversan del tema o de cualquier otra cosa. Si la polémica lleva a la atomización del curso en pequeños grupos de discusión no resulta fácil lograr que expresen una síntesis de la idea. En general la mayoría muestra dificultades en la expresión de las ideas en forma oral o escrita y esto se extiende a la caligrafía y ortografía, ya que estos errores no se consideran importantes pues los adolescentes valoran sobre todo el aspecto creativo de su
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