Estructura Y Estabuilidad Familiar Afecto,comunicacion Y Tolerancia Familiar

La cultura y el niño

La cultura es el producto del trabajo humano. Todas las sociedades han proyectado un deseo de trascendencia en los niños, “A través de la cultura cada sociedad intenta asegurar su continuidad, formando individuos que compartan sus normas, aspiraciones y valores colectivos”[1]. Al nacer el niño ingresa a un mundo, el cual pretende moldearlo. No ha existido de por medio elección alguna, el infante no escoge ni a sus padres, ni a su país, ni siquiera ha escogido su sexo ni a sus congéneres. El niño durante su desarrollo ira aplicando las potencialidades con las que ya cuenta desde su nacimiento Mediante este proceso de transmisión el pequeño aprenderá costumbres, valores y aspiraciones pero solo al descubrir sus potencialidades creativas podrá ejercer su libertad y conformar su propia personalidad.

El niño necesita satisfacciones culturales, requiere de oportunidades para dar cause a las emociones y habilidades que a cada paso determinaran su carácter. De ahí la importancia de considerar al niño como un individuo independiente, aunque susceptible de formarse culturalmente de acuerdo con la guía de los padres y maestros.

Sin embargo los adultos, curiosamente no hemos podido establecer comunicación con más de la mitad de los pobladores de este mundo; los niños. Por pereza, por tontería o por desdén los miramos según las cerradas maneras adultas, Les endilgamos reflexiones y compromisos que no les pertenecen por naturaleza, o consideramos la infancia como “la edad de la inocencia y la pureza” como una manera de negarnos a ver la compleja realidad de la infancia, donde conviven; asombros y frustraciones, alegrías y temores, descubrimientos e incertidumbres, ángeles y demonios. Así al erigirnos como detectores de una verdad única que olvida sus orígenes (la infancia) y en nombre de una supuesta obligación formativa, perdemos una irrecuperable oportunidad de incidir en la sensibilidad del niño

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