Evitacion experiencial y rasgos de personalidad

Estado del arte

Al consolidarse la teoría de que los Trastornos de Evitación Experiencial son una dimensión funcional que podría integrar una variedad de diagnósticos que integran el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales  DSM, sobre todo lo que respecta mejorar la estructura del eje II de este sistema (Patrón Espinoza 2010), se observan variados trabajos que buscan dar cuenta de las variables puede relacionarse con el trastorno de evitación experiencial y de que manera esta nosologia forma parte de diferentes desordenes mentales, un ejemplo de ello es el trabajo realizado por Peña Herrera (2012) quien se planteo como objetivo principal indagar al respecto de que tipo de correlación existía entre la deseabilidad Social y la EE , obteniendo como resultado que a mayor deseabilidad social, más evitación experiencial, sobre todo de aquella que implica el seguimiento de reglas tipo pliance.

Por su parte Patron Espinosa (2012) con el propósito de identificar diferencias en los niveles de Evitación Experiencial de personas con un diagnóstico psiquiátrico (trastorno de ansiedad, depresión y psicótico), aporto evidencia a favor de la hipótesis según la cual el Trastorno de evitación experiencial es una dimensión funcional en distintos desórdenes psicológicos, pues el nivel de Evitación Experiencial mostrado por el grupo no clínico fue menor al de los demás grupo.

Tomando en cuenta lo expuesto en el párrafo anterior, podemos citar el trabajo realizado por  Valencia et al. (2017) quienes buscaron probar si la Evitación Experiencial (EE) y otras estrategias de afrontamiento predicen independientemente la ansiedad-estado y la ansiedad-rasgo y de acuerdo con los resultados, la ansiedad (estado y rasgo) mostró correlaciones significativas con la EE, la baja actitud de solución de problemas, la autoculpa y el uso de sustancias, apoyando  la necesidad de incluir la EE en los estudios sobre la ansiedad, ya que  constituye un importante predictor de esta, incluso por encima de la autoculpa y de la tendencia a no buscar soluciones a los problemas.

En relación a los tratamientos,  Ferro García (2000) expuso en su trabajo como objetivo principal el mejorar la Aceptación de un paciente que presentaba Evitación experiencial a través de la terapia de aceptación y compromiso; lográndose mediante la implementación de esta terapia modificar positivamente los problemas del paciente, resultados que se mantuvieron por un periodo de seguimiento  de más de 1 año corroborándose que el paciente se comportaba ajustándose a los valores que surgieron en la terapia y que no había experienciado ninguno de los problemas que presentó cuando inicio el tratamiento. Asimismo Luciano Soriano, Gutiérrez Martínez y Rodríguez Valverde (2005) abordaron  los contextos verbales que le sirven de base para la TEE y una  Terapia de Aceptación y compromiso dirigida a alterar tales contextos verbales,  concluyendo que  desarrollo del TEE puede ser afrontada plausiblemente analizando las condiciones en las que las características naturales del comportamiento verbal.

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