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Evolucion De La Conducta


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2012  •  3.836 Palabras (16 Páginas)  •  1.498 Visitas

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LA EVOLUCIÓN DE LA CONDUCTA:

EL APRENDIZAJE Y LA CONDUCTA HUMANA.

DIFERENCIA ENTRE LAS CONDUCTAS

INNATAS Y LAS ADQUIRIDAS.

Por increíble que pueda parecer, la conducta de los organismos está sometida al mismo proceso de evolución biológica que el resto de sus características anatómicas. En efecto, ya el propio Darwin fue consciente de ello al darse cuenta de que no sólo los órganos de los animales estaban perfectamente adaptados a su medio ambiente, sino también sus comportamientos, cuya perfecta ejecución muchas veces llega a provocarnos la impresión de que los animales, si no son inteligentes en el sentido en que lo somos nosotros, si tienen un cierto grado de “inteligencia” rudimentaria. Como veremos, esta impresión es bastante falsa: sin embargo, para comenzar el tema, tenemos que decir que, en comparación con lo que sabemos sobre la evolución de los caracteres anatómicos de los animales, el estudio de la evolución de la conducta se encuentra sólo en sus comienzos. Las razones de este retraso son varias, a saber:

- Por un lado, nuestros deficientes conocimientos sobre el funcionamiento del sistema nervioso.

-Por otro lado, el hecho de que la conducta de los organismos, (a diferencia de sus órganos anatómicos) raramente, o mejor dicho

“casi nunca”, deja restos fósiles, lo cual, como es evidente, no ha facilitado el progreso en este campo.

-Y, finalmente los problemas de mutua comprensión generados entre las dos corrientes científicas que posiblemente más se han ocupado de estudiar el comportamiento animal: la moderna etología europea y la psicología conductista norteamericana.

Como hemos dicho antes, ya el propio Darwin fue el primero en darse cuenta de que la conducta de los animales debía estar sujeta a los mismos procesos de mutación y selección natural (es decir, de evolución) que explican el origen de todas sus demás características: en concreto,

Darwin había observado numerosos ejemplos de un tipo de conductas, a las que por tradición llamó “instintivas”, que se caracterizaban por ser claramente INNATAS, es decir, por manifestarse ya desde el nacimiento del individuo sin requerir ningún tipo de aprendizaje previo. Otras características que tradicionalmente se atribuían a estas conductas eran las siguientes:

-1. Eran hereditarias, es decir debían tener un origen genético pues se observaba claramente que se transmitían de padres a hijos por los mecanismos comunes de la herencia.

-2. Eran más o menos “estables”: es decir, se manifestaban siempre de la misma manera, esto es, de un modo fijo, estereotipado y rígido, sin experimentar variaciones de importancia.

-3. Eran comunes a la especie, es decir, eran compartidas por todos los miembros de una misma especie sin excepción, lo cual concordaba con su carácter genético.

-4. Todo parecía indicar que se ejecutan de un modo ciego y 3 automático (o “mecánico”), es decir, de un modo involuntario, inconsciente y no inteligente.

-1. El de saber qué conductas pueden ser calificadas concretamente como “instintivas”, cómo se han seleccionado en la evolución y cuáles son las bases neurofisiológicas de su funcionamiento.

Desgraciadamente, por lo que toca este punto, lo cierto es que, como vamos a ver enseguida, la mayoría de los científicos evolucionistas comenzaron a hacer un uso indiscriminado y abusivo de la idea de

“instinto”, aplicándolo a toda clase de conductas -incluyendo las humanas, como veremos- , sin más matices (y lo que es peor, de un modo vago, impreciso y tautológico).

-2.El de saber cómo han evolucionado estas conductas “innatas” tan simples hasta producir conductas mucho más variadas y complejas, como los comportamientos inteligentes propios de la especie humana.

En efecto, tradicionalmente se había distinguido siempre el llamado

“psiquismo superior” de los seres humanos del “psiquismo inferior” dé los animales en base a que, precisamente, las conductas humanas arecían mostrar las características justamente contrarias a las que caracterizaban a las conductas instintivas, a saber:

1. No son hereditarias (al menos en su mayor parte).

2. Son muy variables (no es sólo que las respuestas de dos individuos ante un mismo estímulo puedan ser muy diferentes, sino que las respuestas de un mismo individuo ante el mismo estímulo también pueden ser muy distintas en distintos momentos del tiempo).

3. No son comunes a la especie, sino que poseen un carácter personal (recuérdese la famosa “ley de subjetivación creciente” de la evolución).

4. Todo ello se resume en que, como se ha dicho siempre (o al menos desde Descartes en adelante), las conductas humanas, a diferencia de las animales, no son mecánicas, sino voluntarias, conscientes, e inteligentes. O, dicho de otro modo, son conductas “adquiridas” o “aprendidas” en su mayor parte, no “innatas”.

Hasta la aparición de la teoría evolucionista se pensaba, de acuerdo con esta distinción, que las conductas de los animales eran cualitativamente distintas de las humanas: los animales se comportarían instintivamente mientras que los seres humanos, dotados por Dios de un alma espiritual libre e inteligente, podrían aprender muchas más cosas, serían capaces de anticipar las consecuencias de sus actos y, por tanto, de dirigir su conducta por el camino que libremente eligieran (el del bien o el del mal).

Sin embargo, con el evolucionismo todo cambió: el hombre ya no era ese ser privilegiado en la naturaleza, hecho a imagen y semejanza de Dios, sino un animal más, que había evolucionado por una acumulación de casualidades de otras especies inferiores y que, por tanto , debía compartir con ellas muchas más características de las que se había pensado hasta entonces. En otras palabras: la separación entre conductas humanas y animales (o entre conductas adquiridas e innatas) no podía ser tan tajante, dado que unas habían evolucionado de las otras: lo único que quedaba por explicar es cómo había sido posible esto en la evolución, y a ello se dedicaron dos de las corrientes más influyentes en la psicología de nuestro siglo, a saber, la etología y el conductismo, los cuales, como hemos dicho antes, tras una ardua polémica debida al hecho de que partían de supuestos y de métodos diferentes, han acabado por converger en tres o cuatro ideas que hoy son aceptadas por casi todo el mundo:

1. Que todas las especies poseen conductas innatas (incluido, por supuesto, el hombre).

2. Que, a la inversa, el hombre no es el

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