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Factores Psicosociales de la Vida Adulta (Amalio Blanco Abarca)


Enviado por   •  4 de Agosto de 2022  •  Informe  •  3.366 Palabras (14 Páginas)  •  262 Visitas

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Factores Psicosociales de la Vida Adulta (Amalio Blanco Abarca)

Introducción

La siguiente podría ser la radiografía de millones de personas a partir aproximadamente de los 25 años: finalización de estudios o de cualquier proceso de aprendizaje profesional- búsqueda de un trabajo seguro- establecimiento de una relación de pareja (noviazgo- compromiso social y legal (matrimonio)- nacimiento de uno o varios hijos (paternidad)- etc.  Ahora bien, por frecuente y reiterada, esta radiografía se nos suele escapar en sus aspectos más importantes y decisivos para el individuo.

Estos hechos posibles de acontecer,  supone un giro importante en el estatus social de una persona, en sus roles y consecuentemente, en su red de relaciones sociales, en sus actitudes, comportamientos y en definitiva en su personalidad en tanto modo de encarar la vida.  Pues las cosas de ahora en más nunca volverán a ser como antes! El periodo de la madurez se asienta fundamentalmente aunque no exclusivamente, sobre 3 eventos◊ Pareja - Parentalidad- Trabajo. En torno a ellos, se va hilvanando la vida cotidiana con su rutina, sabores y sinsabores. A veces este tranquilo devenir puede verse bruscamente interrumpido por algún acontecimiento inusual cuyo alcance puede ser individual o colectivo (lo que resulta de gran interés para las cohortes y generaciones).

Desde el punto de vista propuesto por el autor, la vida adulta está especialmente marcada por acontecimientos sociales, por cambios en la estructura de los roles, por demandas y exigencias que emanan   sobre todo de las consecuencias que se derivan de la asunción de importantes tareas sociales, y también (aunque no con igual importancia) de capacidades y/o características biológicas.

El periodo de la madurez

1. Naturaleza social de la vida adulta    

Definir la madurez como esa parte de la vida del individuo que se extiende entre los 20-25 años hasta los 60-65, constituye una primera y simple acepción, tan correcta como incompleta, puesto  que el tiempo y la edad si bien tienen una naturaleza cronológica,  y actúan como sistemas importantes de apoyo, casi nunca, y menos durante la vida adulta,  actúan como determinantes o condicionamientos directos de los acontecimientos y actividades propias de tal periodo.  Por lo tanto diremos que  tiempo y edad poseen un significado sociocultural de  mayor relevancia.

Son los aspectos sociales los que pueden dar la clave respecto a las características de la madurez, y lo son porque desde el punto de vista evolutivo, se hace énfasis en el alcance social de la edad, la concepción social del tiempo, el tiempo social como aquel conjunto de actividades que subrayan a las maneras en que una sociedad gradúa a las edades.

Entonces la madurez es el conjunto de actividades y eventos que se suceden a lo largo de una serie de años, sin que importe demasiado cuales o cuantos, que varían según las sociedades y los momentos de la historia.  Vemos que no solo la edad o el tiempo cronológico es lo que  marca este tipo de actividades, sino que  también lo hacen la época o la sociedad en que toca vivir y la propia trama  histórica y vital.

Finalmente, cualquier etapa del curso vital, especialmente la madurez, es fundamentalmente un estatus dentro de la estructura de edad de una sociedad, un estatus que se alcanza y evoluciona a lo largo de una serie de años muy variables según las culturas, los grupos sociales y las épocas históricas, pero que se caracterizan generalmente por la asunción de 3 grandes bloques de roles (que tienen que ver con la pareja, la Parentalidad y el trabajo) y un sinfín de roles secundarios menos sujetos a la normativa y expectativa social que los mencionados.

 Se presentan las siguientes explicaciones  para fundamentar tal hipótesis:

∙La edad es uno de los elementos esenciales de la compleja estructura y dinámica social.

∙Por tanto, el fenómeno de la edad se convierte en una construcción social y consecuentemente se vincula demasiado con la relatividad de la dinámica social.

∙Por ser un elemento clave en su estructura, toda sociedad ha ordenado, estructurado y estratificado los diversos grupos de edad, asignándole a cada uno funciones y cometidos específicos, en teoría imprescindibles para el funcionamiento y la supervivencia.

∙Cada miembro de una sociedad pertenece por derecho propio a uno de esos estratos, y por tanto ocupa una posición dentro de esa ordenación y estructura de edades.

∙A lo largo de su vida, el individuo va pasando por diversos estatus de edad en un triple proceso de separación del estatus antiguo, transición al nuevo e incorporación definitiva a él. De modo que va actuando según las demandas y exigencias asociadas cada  rol, va cumplimentando las tareas de desarrollo propias de cada edad y va asumiendo las normas de edad. Todo esto hace alusión a una serie de evento que llegada cierta edad, se espera que  se hagan y sucedan.  

∙Estas prescripciones sociales, el contenido de las normas, roles y tareas se definen socio-históricamente,  e incluso cada grupo social y cada época dan distintos contenidos a estos y las implantan en momentos cronológicos distintos.  Cuando esto ocurre, entra en juego el fenómeno de la generación y la cohorte.

∙Es el proceso de socialización el encargado de mediar entre las personas concretas y los roles, siendo el responsable del aprendizaje de la ejecución de las acciones y conductas apropiadas al estatus de edad.

2. Fases y tareas en la vida adulta    

Dada la complejidad de funciones, tareas y demandas sociales y su envergadura cronológica, existe una tendencia a dividir el periodo de la madurez en 3 grandes etapas:

1. Primera fase  llamada ADULTEZ TEMPRANA   ◊  Acontecen importantes cambios sociales en los ámbitos de la vida profesional y familiar, los cuales se resumen la apropiación de aquellos roles requeridos para la ejecución de una serie de tarea como: elección de compañero/a- comienzo de ocupación- aprendizaje en convivencia marital- paternidad- dirección del hogar- adquisición de responsabilidades físicas- localización de grupo social de pertenencia. En general, la vida del individuo gira en torno a 2 polos fundamentales: familia y trabajo.

El adulto joven, surge de la búsqueda de la identidad y la insistencia en ella, además está ansioso y dispuesto a fundir tal identidad con la de otros. Pues, está preparado para la intimidad, esto es la capacidad de entregarse a afiliaciones y asociaciones concretas y de desarrollar la fuerza ética necesaria para cumplir con tales compromisos, aun cuando estos puedan exigir sacrificios significativos.

La adquisición de nuevos roles tiene su traducción más personal y psicológica en la búsqueda de intimidad, en el miedo al aislamiento, en el desarrollo pleno de la genitalidad, entendida como mutualidad heterosexual y orgásmica. Finalmente, se asocia a esta etapa la afiliación  y el amor como  las dos grandes virtudes o fortalezas.

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