Fases en el desarrollo de la Psicología Social en América Latina
Enviado por FRANCECHIS • 13 de Noviembre de 2013 • Ensayo • 3.959 Palabras (16 Páginas) • 699 Visitas
Fases en el desarrollo de la Psicología Social en América Latina
Si los inicios de la Psicología Social están marcados por la dependencia teórica y metodológica y sus antecedentes por el carácter ideologizado de la perspectiva adoptada, esta situación comenzará a caminar a mediados de la década del 70. Una visión de conjunto del devenir de la subdisciplina en América Latina permite distinguir las siguientes fases en su evolución:
1. Fase de una protopsicología social, correspondiente a los antecedentes. Más que de una Psicología Social propiamente dicha se debe hablar aquí de un pensamiento de carácter sociopsicológico, difuso, muchas veces ideologizado, que cumple una función justificatoria para regímenes autoritarios, para políticas de inmigración y, en general, para el desarrollo de una conciencia e identidad social de carácter dependiente. Esta fase tiene sus primeras expresiones a mediados del siglo pasado y produjo una abundante bibliografía durante toda la segunda mitad del mismo y la primera del actual.
2. Fase de constitución y afirmación sistemática de la subdisciplina. Correspondiente a la implantación científica de la Psicología Social y a la creación de un nicho académico para la misma, no solo en ciencias afines sino dentro de la enseñanza e investigación psicológicas per se. Esta es la fase dominante durante la década del 50 y principios de los años 60.
3. Fase de consolidación de la psicología Social como disciplina académica y a la vez de reproducción dependiente de conocimientos producidos fuera del ámbito latinoamericano. Durante esta fase predomina una producción de conocimientos psicosociales marcada por la adopción acrítica de teorías y métodos surgidos en otras latitudes y por la desvinculación entre los problemas estudiados y la realidad social en que esos estudios se producen. Y a la vez, esta dependencia típica del carácter periférico de nuestros países, está marcada por el retraso informativo. Se siguen los modelos implantados desde fuera, pero siempre a la zaga. Se adoptan las teorías largo tiempo después que han sido entronizadas en los centros de producción del conocimiento y muchas veces cuando ya comienzan a ser superadas por nuevas propuestas, haciendo que la actividad realizada en nuestros países sea obsoleta desde su nacimiento, limitándola.
Esta fase se caracteriza por la producción de una Psicología Social que, siguiendo la clasificación de Stryker (1983), es eminentemente psicológica, ya que surge en el campo de la Psicología, predomina en ella la perspectiva psicológica por encima de la social y tiene como paradigma metodológico el método experimental; si bien no sea ésta la estrategia de investigación predominante. Su duración cubre desde mediados de los años 60 hasta mediados de la década del 70.
4. Fase de crisis de la Psicología social, en la cual la enseñanza, producción, teorías y métodos de la subdisciplina comienzan a ser sometidos a análisis críticos en función de su relevancia y significación social en sociedades específicas. Los psicólogos sociales comienzan a sentir un intenso malestar en relación con las condiciones en que realizan su trabajo, en relación con las orientaciones que lo inspiran y, sobre todo, en relación con su utilidad y efectos. Comienzan a preguntarse a quién sirve y para qué sirve su quehacer y han acumulado ya suficiente experiencia como para haber constatado que ciertas explicaciones teóricas asumidas como el modo apropiado de comprender y aprender la realidad, no producen respuestas, o bien las que dan son irrelevantes o simplemente no funcionan, no sirven. Es el momento de las denuncias y es también el momento (y obviamente hay una relación en todo ello) en que convenzan a producirse los primeros libros de texto.
Y decimos que hay una relación entre denuncias y producción de textos, porque esta última exige una revisión del campo de estudio, que aún en los casos menos críticos, supone la contrastación con la realidad a fin de ejemplificar los principios y conceptos que en ella se contienen. Pero más aún, como coautora de uno de esos libros, producido en 1976, puedo decir que la motivación que nos impulsaba en aquel momento era la de producir nuestro propio libro de Psicología Social, ya que los que hasta cierto punto representaban «el estado del arte» en la materia para su lugar de origen, no nos permitían explicar la realidad en que vivíamos, no se referían a nada parecido a ella y nos parecía absurdo (¡también a nuestros alumnos!) hacer mención de casos ocurridos en Middletown o en Chattanooga o en Neverland y no a lo que sucedía a nuestro alrededor.
La especificidad de la cultura, las peculiaridades de la sociedad concreta escapaban y, al mismo tiempo, la investigación psicosocial se hallaba en un callejón sin salida, que en el mejor de los casos sólo permitía llegar a aproximaciones exploratorio descriptivas, muchas veces deformadas por el enfoque teórico subyacente, a menudo descontextualizadas y parceladas. No necesariamente esos textos subsanaron tales vicios, pero sí abrieron la puerta a nuevos temas, a nuevas perspectivas y coincidieron con el inicio de una nueva praxis marcada por la derivación cada vez más perceptible hacia una Psicología Social sociológica, más cercana -a teorías y puntos de vista provenientes de las ciencias sociales, pero sin sacrificar a ellas su nivel de análisis y de explicación y marcada también por la búsqueda de nuevos enfoques metodológicos.
El trabajo de Graciano (1976 en 1981) es una buena expresión de esta crisis. En él se denuncia la inexistencia, para el momento, de una Psicología Social brasileña, ya que la existente era importada, y la necesidad de «... determinar primero cuáles son los problemas importantes para los psicólogos sociales brasileños si es que algún día vamos a hacer una verdadera contribución a nuestra disciplina» (Op. Cit., p. 415). El trabajo de Ziviani (1976 en 1978) igualmente ilustra esta necesidad de generar «teorías de inspiración propia», que den relevancia social a esa Psicología Social, y de tomar en cuenta «... el dualismo y la naturaleza bidireccional de la interacción social» (p. 21).'Otro tanto hacíamos para la misma época (Montero, 1976) cuando analizábamos la producción psicosocial venezolana entre 1962 y 1975, mostrando su carácter acrítico y la ausencia casi total de explicaciones teóricas y metodológicas propias y reclamando la necesidad de hacer una Psicología Social que fomentara «... el conocimiento [] de la realidad para los sujetos que la construyen. Revelar los nexos entre las causas y los efectos, entre fenómenos aparentemente desligados e inconexos; situar al hombre y sus acciones en el contexto
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