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Inteligencia Emocional De Goleman


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2013  •  3.368 Palabras (14 Páginas)  •  881 Visitas

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INTELIGENCIA EMOCIONAL

DANIEL GOLEMAN

Las emociones juegan un papel muy importante. Nuestras emociones nos guían cuando se trata de enfrentarse a momentos difíciles y tareas demasiado importantes. Los sentimientos cuentan tanto como el pensamiento y a menudo más y para bien o para mal, la inteligencia puede no tener la menor importancia cuando dominan las emociones. En esencia, todas las emociones son impulsos para actuar, planes instantáneos para enfrentarnos a la vida que la evolución nos ha inculcado. En toda emoción hay implícita una tendencia a actuar.

Cada emoción prepara al organismo para una clase distinta de respuesta.

Con la ira la sangre fluye a las manos; el ritmo cardiaco se eleva y un aumento de hormonas como la adrenalina genera un ritmo de energía lo suficientemente fuerte para originar una acción vigorosa.

Con el miedo la sangre va a los músculos esqueléticos grandes, como el de las piernas. Al mismo tiempo el rostro se congela, aunque solo sea por un instante.

En los cambios biológicos de la felicidad hay un aumento de la actividad en un centro nervioso que inhibe los sentimientos negativos y favorece un aumento de la energía disponible.

El levantar de las cejas en expresión de sorpresa permite un mayor alcance visual y también que llegue más luz a la retina.

La expresión facial del disgusto; el labio superior torcido a un costado mientras la nariz se frunce ligeramente.

La tristeza produce una caída de la energía y el entusiasmo por las actividades de la vida.

Estas tendencias biológicas a actuar están moldeadas además por nuestras experiencias de la vida y nuestra cultura.

Tenemos dos mentes, una que piensa y otra que siente. La mente racional es reflexiva, capaz de analizar y meditar, la mente emocional es un sistema de conocimiento, impulsivo y poderoso, aunque a veces ilógico. Estas dos mentes, la emocional y la racional, operan en ajustada armonía en su mayor parte, entrelazando sus diferentes formas de conocimientos para guiarnos por el mundo. El cerebro ha crecido de abajo hacia arriba y sus centros más elevados se desarrollaron como elaboraciones de partes más inferiores y más antiguas. El tronco cerebral que rodea la parte superior de la medula espinal es la parte más primitiva del cerebro. A partir de la raíz más primitiva, el tronco cerebral, surgieron los centros emocionales y a partir de estas áreas emocionales evoluciono el cerebro pensante o neocorteza. La raíz más primitiva de nuestra vida emocional es el sentido del olfato y luego empezaron a evolucionar los antiguos centros de la emoción. Dado que esta parte del cerebro circunda y bordea el tronco cerebral, se la llamó sistema límbico. Este refinó dos herramientas poderosas: aprendizaje y memoria. Los estallidos emocionales son asaltos nerviosos los cuales se originan en la amígdala, un centro del cerebro límbico.

La amígdala es un racimo en forma de almendra de estructuras interconectadas que se asientan sobre el tronco cerebral, cerca del anillo límbico. Existen dos amígdalas una a cada costado del cerebro, apoyadas hacia el costado de la cabeza. La amígdala puede ejercer el control sobre lo que hacemos incluso mientras el cerebro pensante, la neocorteza, está intentando tomar una decisión. El funcionamiento de la amígdala y su interjuego con la neocorteza están en el núcleo de la inteligencia emocional.

Las señales sensoriales del ojo y el oído viajan primero en el cerebro al tálamo y luego mediante una única sinapsis a la amígdala; una segunda señal del tálamo se dirige a la neocorteza, el cerebro pensante. La amígdala empieza a responder antes que la neocorteza, que elabora la información mediante diversos niveles de circuitos cerebrales antes de percibir plenamente. El ojo, el oído y otros órganos sensoriales transmiten señales al tálamo, y de ahí a zonas de la neocorteza de procesamiento sensorial, donde las señales se unen formando objetos a medida que las percibimos. Así la amígdala puede desencadenar una respuesta emocional antes de que los centros corticales hayan comprendido perfectamente lo que está ocurriendo.

El hipocampo recuerda los datos simples, la amígdala retiene el clima emocional que acompaña a esos datos. El cerebro utiliza un método sencillo pero ingenioso para hacer que los recuerdos emocionales queden registrados con especial fuerza: los mismos sistemas de alerta neuroquímica que preparan al organismo para que reaccione ante las emergencias. El cerebro tiene dos sistemas de memoria, uno para los datos corrientes y uno para aquellos que poseen carga emocional.

Muchos poderosos recuerdos emocionales se remontan a los primeros años de vida. Durante esta primera etapa de la vida otra estructuras cerebrales, sobre todo el hipocampo; que es crucial para los recuerdos narrativos y la neocorteza; asiento del pensamiento racional, aún deben desarrollarse plenamente. En la memoria, la amígdala y el hipocampo trabajan de común acuerdo; cada uno almacena y recupera su información de manera independiente. Mientras el hipocampo recupera información, la amígdala decide si esa información tiene alguna valencia emocional.

La amígdala tiene el poder para hacer que nos pongamos en acción durante las emergencias, momentos vitales antes de que la neocorteza tenga tiempo de registrar plenamente lo que está sucediendo. La amígdala trabaja preparando una reacción ansiosa e impulsiva, otra parte del cerebro emocional permite una respuesta más adecuada y correctiva. En los lóbulos prefrontales que se encuentran detrás de la frente se encuentra el regulador del cerebro para los arranques de la amígdala. Esta zona neocortical del cerebro origina una respuesta más analítica o apropiada a nuestros impulsos emocionales. Cuando no existe el trabajo de los lóbulos prefrontales gran parte de la vida emocional desaparece. El lóbulo prefrontal derecho es un asiento de sentimientos negativos mientras que el izquierdo controlas las emociones no elaboradas.

Las emociones son tan importantes para el pensamiento eficaz, tanto en la toma de decisiones acertadas como en el simple hecho de permitirnos pensar con claridad. En cierto sentido tenemos dos cerebros, dos mentes y dos clases diferentes de inteligencia: la racional y la emocional. La complementariedad del sistema límbico y la neocorteza, de la amígdala y los lóbulos prefrontales, significa que cada uno de ellos es un socio pleno de la vida mental.

LA NATURAEZA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

La inteligencia académica tiene poco que ver con la vida emocional. El CI contribuye aproximadamente en un 20% a los factores que determinan el éxito en la vida, con lo que el 80% queda para otras fuerzas. No solo es suficiente tener un CI alto, las personas con habilidades emocionales

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