Jerarquía Del Saludo
Enviado por carellizarazo • 11 de Marzo de 2015 • 1.464 Palabras (6 Páginas) • 202 Visitas
Distancias, mensaje y jerarquía del saludo.
Un saludo no deja de ser un signo, la manifestación externa de la educación; un modo de expresar respeto y deferencia; una forma de exteriorizar un sentimiento. Por eso, las formas no verbales en que nos dirigimos a los demás son tan importantes. La distancia entre personas es determinante en la ejecución del saludo y, por lo tanto, en el mensaje que se intercambia y que es observado por los que nos rodean.
De esta manera dos personas que se conocen, pero que no quieren o no desean contactar públicamente se saludan a larga distancia con una leve inclinación de cabeza. Los más cercanos se estrechan la mano reduciendo la distancia, que se ve disminuida mucho más si se practica el abrazo o el beso. Existe, por lo tanto, una jerarquización del saludo, explicitado por la distancia a la que se ejecuta, que tiene una relación directa con el interés en el acercamiento personal-público.
Incluso un mismo tipo de saludo pone de manifiesto, por la distancia a la que se lleva a cabo, la supuesta cercanía de los ejecutantes. Un saludo supuestamente cercano no tiene porqué ser real.
Con los saludos informamos acerca de nuestra relación con una persona concreta y mostramos, además, una información de manera directa a los que nos observan. Así, cuando nos acercamos a alguien con una sonrisa y tomamos su mano para saludarla no solo le mostramos nuestras intenciones de manera particular sino que públicamente manifestamos nuestro interés por ella.
El saludo gestual adquiere más fuerza que el que se lleva a cabo de forma verbal por que el verbo no va más allá de las distancias cortas mientras que el gesto se constituye, por sí mismo, en eco multiplicador propiciado por la imagen visual, componente imprescindible de la imagen pública.
Admitir a alguien a tu lado significa que lo aceptas, mientras que evitar la cercanía se interpreta como un rechazo a la presencia. Los asientos vacíos de una primera fila de un acto adquieren una fortaleza visual e interpretativa sobre la que, con una bien planificada táctica, no se deja espacio a la duda.
Cuando asistimos a cualquier acto (fiesta, reunión, encuentro de trabajo, etc.) surge la cuestión de las presentaciones. También cuando vamos acompañados por la calle y nos encontramos con personas que no se conocen entre ellas. Las relaciones sociales, las conversaciones e incluso muchos negocios empiezan previamente con la presentación de las personas por una tercera parte conocedora de ambas. Da lo mismo donde se encuentre: una reunión, una cafetería, en la calle. Siempre se deben las correspondientes presentaciones.
Las normas de cortesía subrayan que siempre que se encuentre con personas que no se conozcan entre ellas, deberían ser presentados. Es una manera de evitar que estas personas se sientan excluidas de la conversación. Las excepciones pueden ser en grandes actos donde el anfitrión no pueda atender a todos sus invitados, ni estar haciendo presentaciones toda la velada. Para ello, puede contar con la ayuda de amigos comunes que realizan la tarea de ir presentado gente que no se conozca entre ella.
"Siempre que se encuentre con personas que no se conozcan entre ellas, deberían ser presentados"
Las tres reglas básicas para hacer las presentaciones son por razones de sexo, edad y rango-categoría. Es decir, a la mujer siempre le es presentado el hombre. El más joven siempre es presentado al de mayor edad. Y el de menos rango o categoría, siempre es presentado al de mayor rango o categoría. Hay excepciones, en presentaciones en que se dan dos supuestos de los indicados. Por ejemplo, una chica joven y un anciano. Prevalece la edad al sexo y será la chica presentada a la persona mayor. La mayor parte de las excepciones vienen dadas por una lógica cortesía, que nos indica si hay que variar este "orden" básico.
Las reglas anteriormente expuestas, pueden variar en función del entorno donde tenga lugar el encuentro. Por ejemplo, en el trabajo, por razones obvias, no se presenta a un directivo primero a su secretaria y luego al jefe (por lo que prevalece el cargo al sexo), pero si al contrario si esa misma situación se da en una fiesta o en la calle. Lo mismo ocurre con otros muchos detalles de cortesía que por pura operatividad y funcionalidad de los negocios se obvia. Por ejemplo, no va a levantarse de su silla cada vez que su secretaria entra en el despacho (aunque según la cortesía
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