LA AFECTIVIDAD HUMANA
Enviado por Urvater • 14 de Agosto de 2011 • 8.841 Palabras (36 Páginas) • 1.442 Visitas
LA AFECTIVIDAD HUMANA
Pedro Ortiz C. Profesor de Medicina (Neurología), Facultad de Medi cina, y de Neuropsicología, Facultad de Psicología, U.N.M.S.M. Profesor de Psicofisiología, Facultad de Psicología, Universidad de Lima. Ex-Jefe del Servicio de Neurología, Hospit al Nacional Edgardo Rebagliati, Lima.
Tanto en psicología y psiquiatría, como en neuropsicología y principalmente en las neurociencias
cognitivas, en sus versiones más modernas, que se supone cuentan con los enfoques y los métodos de
estudio más avanzados respecto del psiquismo humano, creemos que no se ha logrado superar problemas
fundamentales como son los que han sido planteados en términos de las relaciones cerebro/mente
(Sperry, 1966; Hampden-Turner, 1981), conciencia/inconsciencia (Bassin, 1972), inteligencia/
afectividad (Piaget, 1981), así como el problema de la diferencia entre psiquismo humano y psiquismo
animal, que apenas se toca para concluir que los seres vivos “desde la Bacteria hasta el Hombre” sólo se
diferencian por su complejidad (Monod, 1971).
Creemos también que unas “ciencias de la conduc ta” que han dado prioridad a la cognición y la
formación intelectualista del hombre -naturalmente dejando de lado la formación de la mano de obra-,
todo ello determinado por la estructura económi ca de la sociedad, no sólo han relegado a un segundo
plano y descuidado el estudio de los componentes afec tivo y conativo de la conc iencia personal, sino que
sin mayor análisis han dado por hecho (1) que las emociones humanas son como las animales, a tal punto
que su soporte neural es también el mismo complejo límbico-amígdalo-hipotalámico del cerebro, y (2)
que así como los hombres tenemos motivos para dar cu enta de nuestra conducta, así también los animales
tendrían los suyos para dar cuenta de “conductas” que no dependen del estímulo, de modo que tales
motivaciones serían de naturaleza similar, y su s oporte funcional tendrían que ser aquellas mismas
estructuras y otras menos definidas del cerebro basal hasta del tronco encefálico. De este modo, no queda
sino colocar la actividad cognitiva al mayor nivel de la jerarquía biológica, como la actividad exclusiva
del neocórtex cerebral (MacLean, 1970; Kandel, Schwartz y Jessell, 1995).
En otras palabras, al equiparars e las emociones animales a las humanas, y hacernos creer que los
animales tienen procesos psíquicos motivacionales como los hombres, se atribuye a los animales
cualidades que son propias de los hombres, y a estos se los rebaja al nivel animal en franca contradicción
con la dignificación idealizada que se hace de El Hombre en abstract o. No se hace pues ningún intento
serio por diferenciar por lo menos los procesos de determinación del psiquismo animal y del psiquismo
humano, aunque no podemos negar los loables intentos que se han hecho en los últimos tiempos por
mencionar que “lo social” o “el ambiente” algún papel desempeñan en la formación o construcción del
hombre (por ejemplo, Leontiev, 1984; Changeux, 1985; Segalowitz y Hiscock, 1992).
En un intento por superar toda esta suerte de incongruencias, hemos propuesto (Ortiz, 1994) que la
estructura de la actividad personal -es decir, la organización del sistema de la personalidad entendida
como el sistema del individuo humano- depende básicam ente de su actividad psíquica consciente, y que
ésta, a su vez, depende de la información social que cada persona incorpora y codifica en su neocórtex
cerebral como información psíquica consciente.
En lo que respecta al tema que aquí tratamos, también hemos señalado que, si bien ya se sabe que los
hombres tienen dos niveles de actividad psíquica, uno inconsciente y otro consciente, la diferenciación
entre ambos no se ha hecho en términos explicativos, sino puramente descriptivos, lo cual ha llevado a la
distorsión y la confusión de su ve rdadera naturaleza, como si ambos fuesen sólo de tipo animal. En
realidad, la diferenciación de estas dos formas de ac tividad no puede hacerse sino en términos de: (1) sus
procesos de determinación, (2) la naturaleza de la información psíquica que contienen, y (3) las redes
neurales que codifican la clase de información correspondiente a cada uno de ellos.
El sistema psíquico inconsciente
Hemos sugerido que la actividad psíquica inconsciente es propia de los vertebrados superiores, que ha
alcanzado su máximo desarrollo en los primates y que tiene como soporte funcional las redes neurales del
allocórtex cerebral. La organización de esta cl ase de psiquismo depende de información psíquica
codificada en la corteza límbica clásica o paleocórtex. Y si seguimos paso a paso la historia de la
filogenia de los sistemas animales, podremos ver que el psiquismo inconsciente es el único determinado
epigenéticamente desde el interior del individuo, a partir del estado interno del embrión, y que a este
nivel, el ambiente -es decir, la superficie de las co sas que el animal utiliza para satisfacer sus necesidades
internas- es apenas representado en un sistema cognitivo elemental.
En efecto, podemos diferenciar en los animales dos subsistemas psíquicos de nivel inconsciente: un
componente afectivo-emotivo y un componente cognitivo-ejecutivo. Las entradas sensoriales respecto del
primero, son señales que se generan en interocepto res y exteroceptores viscerales, que reflejan las
condiciones internas del individuo anim al, es decir, las necesidades que se generan dentro de él. Estas
señales se reflejan, a su vez, en representaciones ps íquicas subjetivas elementales, que no pueden ser sino
las sensaciones afectivas de hambre, sed, frío, calor, dolor, mie do, furia, sensación sexual. Estas son las
formas de representación psíquica pa leocorticales necesarias y suficiente s para orientar la actividad del
individuo animal hacia una actividad objetiva de búsqueda e incorporaci ón de los elementos que necesita
y se encuentran en su medio ambien te. Para ello tiene que confrontar estas representaciones afectivas con
las representaciones cognitivas de los elementos que le son necesarios y de los que no lo son. Luego, la
actividad del animal que se objetiva
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