LOS ESTILOS PARENTALES Y EL DESARROLLO
Enviado por jandiejku • 7 de Enero de 2013 • Tesis • 1.396 Palabras (6 Páginas) • 699 Visitas
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COMPETENCIAS DIDÁCTICAS: DESARROLLO SOCIAL, COGNITIVO E INTERV. PEDAG. LECTURA 2 1
VILA, Ignasi (1998). Pautas de conducta, tipologías familiares y
desarrollo infantil, en familia, escuela y comunidad. Barcelona.
ICE/Horsori. Cuadernos de educación. 26. pp. 57-62.
TEMA: LOS ESTILOS PARENTALES Y EL DESARROLLO
PERSONAL Y SOCIAL DEL NIÑO
Pautas de conducta, tipologías familiares y desarrollo infantil
Erikson (1963) destaca dos dimensiones de análisis en las conductas paternas relativas a la socialización e
individualización de los niños. De una parte, los adultos deben limitar las conductas de sus criaturas con el
objetivo de promover su autocontrol y su adecuación social. De la otra, deben promover la iniciativa y la
curiosidad de sus hijos y, a la vez, animar en ellos sentimientos de competencia personal. Diferentes
trabajos han estudiado cómo se distribuyen los progenitores según ambas dimensiones y que repercusiones
tiene en las conductas infantiles. En concreto, las dimensiones asumidas son: permisividad/restricción y
proximidad/distancia.
La dimensión permisividad/restricción describe la cantidad de autonomía que las madres y los padres
permiten a sus criaturas. Los progenitores restrictivos limitan las expresiones de sus hijos e imponen
normas y reglas que deben ser seguidas. Los permisivos colocan pocas restricciones y aceptan sin
problemas las decisiones de sus hijas y sus hijos sobre el curso de sus actividades. La dimensión
proximidad/distancia describe la cantidad de afecto y aprobación que un progenitor dirige hacia su
criatura. Los progenitores “próximos” son los que sonríen y aman a sus criaturas a la vez que realizan
pocas críticas y castigos sobre sus conductas. Por contra, los “distantes” se muestran menos afectivos y
ejercen más críticas y castigos sobre la conducta de sus criaturas. Ambas dimensiones se han de entender a
lo largo de un número significativo de situaciones, de modo que no responden a conductas puntuales de
las madres y los padres en una situación determinada. Igualmente, ambas dimensiones son relativamente
independientes, de modo que un padre puede ser muy cálido y, a la vez, restrictivo e, igualmente, una
madre puede ser fría y muy permisiva.
Las dos dimensiones propuestas por Erikson (1963) se han desmenuzado con el paso del tiempo y, de
hecho, hoy en día, se consideran cuatro aspectos distintos en las conductas de los progenitores: grado de
control, comunicación padres-hijo, control de madurez y afecto en la relación (Moreno y Cubero, 1990;
Solé, 1997). La dimensión “grado de control” se relaciona con las conductas paternas dirigidas a que las
criaturas dominen patrones de conductas estándares. Las estrategias que utilizan, entre otras, son afirmar
el poder, retirar el afecto o inducir reflexiones en el niño sobre su conducta. La segunda dimensión se
refiere a la dinámica introducida por las madres y los padres según la cual es posible o no razonar sobre
las normas y decisiones que afectan a los distintos miembros de la familia. La tercera dimensión se
relaciona con los retos y exigencias que los progenitores imponen a sus criaturas. Por último, el “afecto en
la relación” designa el mayor o menor interés y afecto explicito por el niño y su bienestar.
Otra forma de conceptualizar las prácticas paternas proviene del concepto de poder potencial de los
progenitores para influenciar la conducta de su hijo en una dirección distinta a sus deseos (Hoffman, 1984;
Heath, 1995). De modo general, las investigaciones consideran dos áreas en las que se manifiesta dicho
“poder potencial”. La primera, remite a la distinción poder de recompensa/ poder de castigo y se refiere a
la habilidad de los progenitores para utilizar recompensas o castigos para introducir modificaciones en la
conducta de sus criaturas de acuerdo con los deseos de los padres. La segunda se relaciona con la
dimensión poder experto/poder legítimo y se refiere, respectivamente, al conocimiento de los progenitores
y al ejercicio de la autoridad paternal. Así, el poder experto se relaciona con las prácticas que utilizan las
madres y los padres para enseñar una habilidad determinada a sus criaturas y el poder legítimo tiene que
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ver con, por ejemplo, arreglar la boda de las hijas y los hijos en la cultura islámica o enviar a los niños y
las niñas a la escuela en nuestra cultura. Las investigaciones realizadas desde esta perspectiva muestran
que la aceptación por parte de los jóvenes del poder de los padres se asocia con elevados niveles de
identificación con los progenitores (Heath, 1995).
Los progenitores autoritarios introducen un gran número de reglas y normas con sus hijas y sus hijos,
esperan obediencia estricta y no explican por qué es necesario cumplir dichas reglas. Los democráticos
promueven la autonomía de sus criaturas y, a la vez, imponen normas y reglas con sumo cuidado de
explicar las restricciones impuestas
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