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LOS HIJOS DE YOCASTA. ANÁLISIS


Enviado por   •  8 de Julio de 2012  •  2.583 Palabras (11 Páginas)  •  3.181 Visitas

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“Se le recluyó en el “Continente negro” se le mantuvo a distancia de sí misma, se le ha exhibido (y no visto). La mujer a partir de lo que el varón quiere ver de ella, es decir casi nada”

Se han atendido dos discursos entorno a la sexualidad femenina encontrada en los extremos, el primero analista y el segundo feminista, los cuales discuten sobre ella como si fuese un campo de batalla en busca de un vencedor; pero ¿Por qué no mirar al fondo del origen de la sexualidad femenina, siendo la mujer misma su propio origen? ¿Será necesario romper el silencio que la mujer ha guardado durante tantos años, para poder encontrar respuesta a ello? ¿Qué repercusiones tienen estos paradigmas ante la figura que la madre representa tanto para el hijo como para la hija? Siendo que ésta es la principal y la fundadora de su educación.

Yocasta es la mujer de la cual no se ha hablado lo suficiente durante el mito de Edipo, protagonista total y absoluto de la historia de Sófocles, el cual es premisa fundamental y principal para la teoría freudiana; todo esto nos incita a reflexionar sobre el largo y eterno silencio de la mujer en la mayoría de los aspectos y de las épocas.

Freud es reconocido (mayormente) como el verdugo principal de la sexualidad femenina, sin embargo no es el primero en suprimir en la obscuridad y en la nada a la mujer y a su sexualidad, tomando en cuenta que desde la época griega (mitología en la cual Freud basa la mayoría de sus principios) la mujer era producción de las necesidades del hombre y estaba siempre a la sombra del mismo. Con todo esto surge una cuestión fundamental ¿Ha sido el varón y la civilización patriarcal la mayor causa de la condición femenina o ha sido la mujer misma y su naturaleza la causa de su propia desdicha? Pero cuál hubiese sido la historia escrita en palabras de una mujer y no por los deseos del hombre; y así fue escrita la sexualidad de la mujer:

“Dios extrajo a Eva de la costilla de Adán y que Freud extrajo la sexualidad femenina de la libido masculina”.

En esta historia se relata que la mujer siente envidia por el sexo masculino, al ver en ella el vacio y la inferioridad y ver en el sexo del hombre algo supremo y en completud, basado en la forma biológica de los sexos, siendo en la mujer el clítoris, el pene que no pudo ser, por ende el sexo masculino se encuentra en todos los seres humanos y la niña al darse cuenta de la existencia de un sexo distinto al suyo siente envidia de él. Por ello Freud formula a la sexualidad de la niña en igualdad o simetría con la del niño, siendo que estas son totalmente distintas.

Sin embargo si nos vamos al otro extremo el niño o el hombre de igual manera puede sentir celos de la mujer, por la falta de senos y de matriz, fruto de vida, esta envidia se encuentra constantemente en los poetas, en donde sus versos giran en torno de los senos femeninos y de su codicia ante estos. Reflexionando ante la idea de los senos codiciados, los cuales ambos sexos posemos al inicio de nuestra existencia por medio de nuestra madre, los cuales perdemos y siempre añoramos; la hija (mujer) será la única con la capacidad de recuperarlos, ya que se encuentran en su propio cuerpo.

Otro punto encontrado con mayor frecuencia en la modernidad donde se ha liberado la sexualidad femenina, la envidia de la mujer planteada por el hombre en una radical transformación en donde reciben la entrega y la presencia del pene como un regalo y no como envidia, para acogerlo y recibirlo, a veces tomando fruto de él.

En todo esto se plantea que la envida no es distinta en ambos sexos, pero igualmente se encuentra presente con el afán de descubrir la diferencia entre uno y otro.

Ante este silencio también se muestran las zonas erógenas y placenteras de la mujer en donde el clítoris (causante de la envidia del pene del hombre), tiene que ser clausurado por las mujeres (según Freud), para dar paso a la vagina como principal y primer área erógena en la mujer, la cual da placer a este mismo hombre. Sin embargo, los sexólogos de hoy declaran al clítoris como zona desencadenadora del orgasmo femenino punto que es tomado en algún momento por Freud, pero no en su totalidad.

“¿Continente negro o playa blanca?”, un título que da lugar a una disimilitud, ya sea de sexo, género, estratos, etcétera.

[La pregunta de si los hombres y las mujeres son “iguales” pertenece al ámbito político o moral, en cambio, la de si son idénticos pertenece al ámbito científico.]

Dentro del planteamiento de esta cita bibliográfica, el aspecto psicológico no se resalta, por lo que se ve apoyado el argumento que Christiane Olivier hace con respecto al lugar de la mujer en los escritos e investigaciones de Freud, entre otros autores. Donde dice:

“…la vida sexual de la mujer adulta es todavía un continente negro…para la psicología…”

Por lo cual rectifica que el lugar reprimido de la mujer, incluso entre famosos de época como Freud es un tema actual y lo interesante es tratar de explicar y a su vez comprender, por qué este tipo de investigaciones suprimen al género femenino al describir los procesos cognitivos y el ejemplo es claro, con base en el psicoanálisis porque investiga, documenta, explica y analiza “El complejo de Edipo” únicamente con el papel del varón. La serie de cuestionamientos que la autora plantea, pueden hacer pensar al lector que Freud y sus demás congéneres tienen un grado misógino.

Esta inferencia personal, puede ser sustentada con la simple diferenciación biológica, fisiológica y funcional aunque pareciera que hombres y mujeres son iguales, esta escisión los condena a ser diferentes y a su vez indivisibles uno de otro.

Cuando el complejo del varón termina con la castración edípica, en la mujer ya, se han suscitado muchos más ajustes en la estructura de la psique y uno de esos es ser, lo que hace posible esta castración. La madre es objeto primero en los dos casos o sea, hombre y mujer ocupan a ésta como objeto primero y en secuencia la mujer busca un camino hacia el padre como segundo objeto.

Olivier deja entre ver que la envidia “infundada” por el pene determina la sexualidad femenina sin embargo, cuestiona aspectos como la envidia del hombre hacía los senos; donde se explicaría en un orden inconsciente porque ellos sienten tanta atracción por los mismos ¿No es así? O tal vez el resquemor que manifiesta el varón al saber que no existe probabilidad de concebir un ser humano, vivo dentro de su vientre y compartir cuerpo durante meses. Detonando así la mayor manifestación misógina y envidiosa porque el pene fue quien libera al esperma que fecundará al óvulo, para este proceso se necesita de dos partes constituidas independientemente pero inmersas en el mismo mundo de

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