La Autoestima Infantil

Contribuir, desde el nacimiento, a que el niño se sienta querido por su propia valía constituye uno de los cimientos básicos sobre los que se construye y consolida la autoestima infantil. Para abordar con éxito este complejo proceso es preciso tener un conocimiento previo de su naturaleza.

Los niños que tienen un fuerte sentido de su propia valía son físicamente más sanos, se encuentran más motivados para aprender y progresan mejor. Tienen una mayor tolerancia a la frustración y son más seguros de sí mismos.

El nivel de autoestima que posea el niño determinará su desarrollo afectivo, social, intelectual, escolar, profesional y espiritual. La autoestima incide directamente en varias dimensiones de la personalidad infantil.

El físico

Un rasgo de inseguridad muy común es dudar sobre el propio atractivo corporal. Todas estas incertidumbres tienen su origen en mensajes recibidos desde la infancia. El mensaje que hay que comunicar a los niños acerca de su físico es que es el adecuado y que no necesitan envidiar a otra persona.

Con frecuencia los adultos caen en el error de comparar a los niños entre sí, en cuanto a la estatura, color de pelo, rendimiento académico, etc. Es importante enseñar a los niños a que se acepten tal como son y hacerles sentir que son únicos. Todo niño tiene una fuerte necesidad de ser distinto de los demás. Este aspecto favorecerá que lleguen a la escuela con confianza en su individualidad y exclusividad y que se adapten más fácilmente.

La dimensión afectiva

Los niños necesitan estar seguros de que son queridos. El niño tiene que sentirse siempre especial en la familia. Necesita sentir que cuando está en casa su presencia se aprecia y que cuando está fuera de ella se le echa de menos.

A los niños hay que transmitirles de múltiples maneras que se les quiere por sí mismos, tal como son y para ello es necesario demostrarles apoyo, escucha, cuidado, jugar con ellos, hacerles participar en la vida familiar, por ejemplo, proponiendo alternativas para disfrutar toda la familia del fin de semana, etc.

Estos aspectos contribuirán de manera efectiva a que en la etapa escolar muestren una actitud por aprender, sean competitivos con ellos mismos y capaces de aprender de sus errores, sin considerarlos algo traumático.

La dimensión intelectual

Los niños tienen una capacidad ilimitada para comprender el sentido de la vida. Para que encuentren este sentido de su vida es esencial que sus padres satisfagan sus necesidades básicas. Por este motivo, cuando los niños llegan a la escuela sin ser adecuadamente alimentados, aseados, vestidos o criados, las tareas académicas se les hacen muy costosas.

La dimensión conductual

Los niños hacen cualquier cosa para impresionar a sus padres y a otras personas significativas.

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