La Conducta Antisocial De Los Jovenes
Enviado por lilibethalcala • 30 de Junio de 2013 • 1.477 Palabras (6 Páginas) • 724 Visitas
Los principios básicos de la conducta antisocial de los jóvenes contiene muchos aspectos, los cuales se pretenden abordar en este ensayo, el cual tiene por objetivo analizar los procesos de socialización, así como las características individuales y generales que influyen en la propensión a la conducta antisocial en los niños a partir de sus primeras relaciones múltiples dentro del jardín de niños, en torno a los modelos genéticos y las formas familiares y no familiares que influyen en la personalidad de los niños así como también comprender en qué medida, y hasta dónde, éstas características influyen en su futura personalidad. Con ello poder reconocer la diversidad de estímulos familiares y escolares por los que se enfrentan los niños que asisten al preescolar con fin de interpretar esta información y detectar e interpretar las situaciones de riesgo que los niños preescolares están propensos a desarrollar, riesgos que lamentablemente afectan su desenvolvimiento social y por ende su desarrollo cognitivo y afectivo, todo ello con el fin de que las futuras educadoras tengan la sensibilidad para atenderlos y brindarles la ayuda necesaria en tales casos.
Los niños desde muy temprana edad muestran comportamientos, que difieren de acuerdo a su individualidad genética, edad, proceso evolutivo, procedencia y estímulos que se les brinda. Todo ello son una serie de supuestos elementos de la personalidad (rasgos de la personalidad) los que influyen explícitamente a la conducta antisocial (Faarrington, Biron, LeBlanc, 1982)
En consecuencia Rutter y Giller (1983) sacaron conclusiones acerca de la importancia de los rasgos de la personalidad para desarrollar una conducta antisocial, basaron su investigación en cuatro puntos principales como lo son: 1) Asociaciones entre delincuencia y rasgos de la personalidad. 2) edad en la que se pueden identificar los rasgos predictivos a la personalidad. 3) Los rasgos pueden ir asociados con variedades concretas de la conducta antisocial. 4) El grado de la especificidad de las asociaciones.
Encontraron que los rasgos de personalidad que se asociaban con la delincuencia eran un: débil autocontrol o una elevada impulsividad, así como una emotividad negativa, el ser problemático, falta de control así como una conducta exteriorizada. Estos rasgos de conducta se manifiestan en niños desde los tres años y se manifiestan con actividad delictiva aproximadamente de los 9 a 15 años. (White, 1990). Otros de los rasgos de personalidad que encontraron claves para el desarrollo delictivo es la impulsividad indicada por la inquietud y el exceso de actividad, la baja ansiedad y la baja recompensa indicadas por conductas prosociales, ésta última mostraba asociaciones más débiles con la delincuencia, nos mencionan también que las mediciones conductistas que reflejan hiperactividad o impulsividad en los niños preescolares manifiestan una significativa continuidad con la conducta antisocial posterior, es decir el niño es más propenso a desarrollar este tipo de conducta.
Las continuidades son más sólidas con respecto a la conducta antisocial persistente en el transcurso de la vida y en especial a la violencia (Henry et 1996). La timidez en combinación con la agresividad es un factor de riesgo de conducta antisocial, pero individualizado constituye un factor protector de sí misma, un claro ejemplo lo encontramos en los niños preescolares tímidos que no son reaccionarios y limitan su convivencia con los demás niños, aun así los niños lo integran, en cambio cuando se combina con la agresividad, los compañeros del grupo presentan un rechazo total por el niño. La paradoja surge probablemente de utilizar mediciones que confunden la ansiedad social y el aislamiento social. La primera es protectora, mientras que la segunda conlleva un mayor riesgo cuando se encuentra en combinación con la agresión.
Varios autores investigaron por su parte las conexiones asociadas entre personalidad-delincuencia, así como su individualidad, se encontró en esta la impulsividad (hacer cosas sin planificarlas o pensarlas) como un factor de riesgo de la conducta antisocial, dividiéndola en impulsividad de la conducta y impulsividad cognitiva, la primera un predictor de delincuencia más fuerte que la segunda.
La especificidad (Krueger, 1996), es otro factor de riesgo a evaluar, donde se encontraron características a la edad de 12 años que diferían de otros en sus patrones de conducta, como consecuencia se encontraron tres rasgos de personalidad específicos que retrasaban la satisfacción en la perturbación de la conducta, éstos pudieran intervenir en el proceso de desarrollo de la conducta antisocial, las cuales son: 1) El bajo autocontrol (se asocia a conductas exteriorizadoras pero no interiorizadoras). 2) Lo contrario a la impulsividad se conceptualiza como una tendencia a planificar (un concepto de confianza en uno mismo,
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