La Isla

La Isla de los hombres solos, es una novela escrita por escritor costarricense José León Sánchez, la novela versa sobre las condiciones e injusticias del penal de San Lucas en Costa Rica; la novela está inspirada en experiencias vividas en carne propia al ser el autor acusado del asalto a la Basílica de los Ángeles y condenado a cadena perpetua.

Es una novela narrada en primera persona, el personaje Jacinto es un hombre simple y de poco alcance, incapaz de enfrentar la adversidad que la ve venir y la sufre como un hecho contra lo que no tiene defensa. El culpable de su tragedia es Miguel, jefe de la policía y que desea a María Reina novia de Jacinto; el mismo Jacinto lo describe así: Era alto, fuerte, valiente y feo; en otras palabra muy superior en bravura y osadía a él. Miguel el jefe de la policía roba viola a María Reina, Jacinto se casa con María Reina, pero don Miguel vuelve a violarla.

Es acusado de manera injustamente de la muerte de María Reina y su hija, es condenado a trabajo forzado en el penal de San Lucas, un lugar terrible donde los hombres son sometidos a todo tipo de padecimientos y vejaciones, sobre todo al hambre crónica que enloquece a los presos.

El penal se encontraba en una isla habitada sólo por hombres de baja condición, encarcelados justa o injustamente, en el penal las prácticas homosexuales y de zoofilia eran cosa común; dentro de la cárcel muchos hombres terminaban por llevar a cabo roles de mujer.

Llegando al penal inmediatamente se les colocaba un grillete de varios quilos de peso que con el paso del tiempo les producía en el tobillo llagas terribles que ocasionaban infecciones de muerte.

El trato era inhumano, apenas si comían, esto aunado a los maltratos y golpizas por parte de los guardias. Muchos intentos por escapar culminaban en la muerte de los evadidos, las aguas estaban infestadas de tiburones que inhibía los intentos de escape y de llevarse a efecto terminaban por devorarlos.

Por eso fue sonado el caso de un preso, un nuevo preso que odiaba el agua y al percatarse los guardias se distraían con su miedo arrojándolo a las olas del mar, le quitaban sus grilletes y lo aventaban al mar hasta casi ahogarlo para después ser rescatado ya que no sabía nadar. En una de las ocasiones en que los guardias lo aventaron a las olas del mar lo atrapó una turbulencia y lo arrastro mar adentro , los guardias lo veían manotear y a punto de ahogarse, tenían la certidumbre que se ahogaría cuando el preso empezó a nadar vigorosamente nadando

escape; no por eso, no había intento fallidos de fuga. En una ocasión llegó un preso nuevo que odiaba el agua, los guardias día a día se divertían con su miedo a las olas del mar, lo libraban de su grillete y lo empujaban al mar dejando que las olas casi lo ahogaran para rescatarlo posteriormente;

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