La evolución del concepto de pedagogía libertaria: de la teoría a la práctica
Enviado por raerdo • 3 de Octubre de 2011 • Ensayo • 2.137 Palabras (9 Páginas) • 781 Visitas
La evolución del concepto de pedagogía libertaria: de la teoría a la práctica
Es un contrasentido pretender que el niño se acostumbre a moverse y a caminar por cuenta propia, atándole desde el principio de pies y manos (…) Cuanto más se habitúe el alumno a la disciplina de fuerza, más se incrustará en su ser la naturaleza pasiva, legítimo fruto de semejante procedimiento. Y cuando se convierta en un ser por esencia sugestionable, pasivo a las insinuaciones del profesor, no sintiendo en el pensamiento y en la voluntad el más mínimo átomo de deseo de moverse de dentro a afuera, ¿entonces será juzgado el alumno digno de vivir la vida de libertad? Es lo mismo que si se quisiese que por obra de encantamiento saliera la planta después de haber hecho todo lo necesario para impedir la germinación y hasta matar la semilla. Esta contradicción es el prurito en nuestra vida social, ora en el terreno político, o en el terreno penal, o en la pedagogía escolar: deseamos iluminarnos apagando previamente la luz1.
Esta es la esencia del interés del anarquismo por la pedagogía. No se puede pretender que los hombres aprendan de golpe a ser libres si han recibido una educación que les inhibe en este sentido.
Una de las peculiaridades que más caracteriza la historia del movimiento libertario en España es su plasticidad y capacidad de conciliar la teoría y la práctica. La creación de un mundo nuevo es el objetivo más alto en toda la evolución del movimiento y los medios para conseguirlo son diferentes en cada situación. En una primera fase se atribuye al evento revolucionario el poder de destruir las bases de la sociedad burguesa para poder construir en un segundo momento una nueva forma de vida. Sin embargo, poco a poco la difusión de la cultura se afirma como instrumento privilegiado; resulta fundamental un proceso paulatino de “liberación” de la mente humana de los dogmas y de las normas sociales hacia la creación de una conciencia crítica que permita a cada persona elegir por sí misma. De esta manera el anarquismo ibérico emprende el camino de la educación. Con el cambio de siglo tiende a cerrarse la fase del pensamiento anarquista “clásico” y se abre una posible trasposición concreta en la experiencia pedagógica. Lo más interesante de este pasaje consiste en la relación entre ideología y educación como resultado de la relación interactiva entre teoría y práctica, o mejor aún, en el intento de realizar el ideal en la práctica.
La necesidad de concienciar a las masas para que sea posible llevar a cabo un cambio en la sociedad resulta así imprescindible y los esfuerzos en este sentido encuentran en España las aplicaciones más diferentes. Asumir el hecho que no sólo hay que construir una nueva sociedad sino sobre todo personas que sepan vivir dentro de ella es el punto de partida para un estudio del tema. “No puede nacer una nueva sociedad si no nace una persona nueva que pueda funcionar dentro de ella”2.
Para demostrar esta relación consecuente, el trabajo consta de dos partes: la primera es una aproximación teórica al argumento y la segunda analiza las aplicaciones prácticas de estos postulados llevadas a cabo en la Cataluña de principios del siglo XX.
La etimología de la misma palabra educar nos ayuda a entender el auténtico significado de este proceso: educar procede del latín educare y se formó mediante el prefijo ex (fuera) y el verbo ducere (guiar, conducir). Resulta entonces que la etimología del verbo pone el enfoque sobre el “conducir fuera”, o sea “sacar” la verdadera esencia del ser humano.
Partiendo de la etimología de educación, y analizando el pensamiento de varias figuras representativas del anarquismo sobre este tema he intentado entender la evolución del concepto de pedagogía libertaria y definir sus características fundamentales a través de las diferentes contribuciones. No son muchos los autores que escriben obras específicas sobre la educación, pero todos, de una manera u otra, se enfrentan con la cuestión en el desarrollo del propio pensamiento3. He dividido las aportaciones en cuatro bloques:
1. El concepto de educación.
2. El papel de educador.
3. Colaboración entre familia y escuela.
4. Relación entre educación y revolución.
1. El concepto de educación no como imposición desde afuera, sino como modificación de los individuos a través de la relación con el ambiente (inevitable). Educar = sacar las potencialidades.
Ferdinand Domela Nieuwenhuis (1846-1919), máxima figura del anarquismo holandés, destaca en su obra La educación libertaria, la importancia del significado de la palabra educar. Considera que la educación del hombre es el objetivo más difícil de conseguir y al mismo tiempo es una de las actividades en la que menos esfuerzos se invierten.
Verdad que no hay tarea tan difícil como la de la educación de los niños, pues se corre el riesgo de que con la mejor voluntad del mundo los moldeemos según nuestro propio modelo; pero hay que trabajar, no del exterior al interior, como ya dije al principio. Para esto el mejor método es la enseñanza por los hechos4.
La experimentación también está a la base del concepto de educación de Piotr Kropotkin (1842-1921), que hace muchas referencias explícitas al argumento. Introduce el concepto de educación permanente y recurrente, considerándola como un proceso en continua trasformación. El objetivo de la escuela no sería transformar un principiante en un especialista, sino proporcionar una preparación y buenos métodos de trabajo para estimular a una búsqueda sincera de la verdad. Me parece interesante destacar la importante intuición sobre la relevancia de la motivación y la experiencia en el proceso de aprendizaje.
Al obligar a nuestros hijos a estudiar cosas reales, de meras representaciones gráficas, en vez de procurar que las hagan ellos mismos, somos causa de que pierdan un tiempo muy precioso; fatigamos inútilmente su imaginación; los acostumbramos al sistema más malo de aprender, matamos en flor la independencia del pensamiento, y rara vez conseguimos dar un verdadero conocimiento de lo que nos proponemos enseñar. Un carácter superficial, el repetir como los loros, la postración e inercia del entendimiento, son el resultado de nuestro método de educación; no les enseñamos el modo de aprender5.
2. El papel del educador como guía, iniciador y no como formador. Habilidad del educador en no ofrecer los mismos estímulos a personas diferentes porque significaría consolidar las desigualdades.
Uno de los autores que más se detiene sobre este tema es el francés Émile Armand (1872-1962)6, que entiende la educación como un proceso de iniciación
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