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La mente del neomaniaco


Enviado por   •  10 de Agosto de 2015  •  Apuntes  •  1.508 Palabras (7 Páginas)  •  222 Visitas

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El desarrollo excepcional de la memoria de S., , ofrecía una oportunidad única para la investigación, desde un punto de vista psicológico, de los procesos de la memoria, o al menos de los procesos que ofrecían tan extraordinarias capacidades a S. Estas capacidades, no dejaban de provocar la perplejidad y el asombro de todos los que le conocían, incluyendo el propio Luria. Según su propio relato, bastaba una única lectura de una lista de palabras o números entre cincuenta y sesenta elementos para que S. la repitiese de corrido y en el orden exacto sin ningún fallo. El aumento de la serie de elementos a recordar parecía no tener límite, S. podía recordar series con cientos de palabras o números, y lo mismo ocurría en cuanto a la persistencia de la huella de memoria, pues S. podía también recordar con notable éxito y sin dificultad, listas de palabras aunque pasara una semana, un mes, un año o muchos años desde que le fueran leídas una sola vez. El único requisito que pedía S. para memorizar estas largas listas de datos era, cuando se las leía Luria, que hiciese una pausa entre dos o tres segundos entre elemento y elemento a memorizar. Durante las pruebas, y mientras Luria le leía la lista, S. cerraba con frecuencia los ojos, o fijaba la vista en algún punto perdido de la habitación.

Lo más sencillo para Luria al comienzo de su investigación fue preguntar a S. cómo hacía para memorizar todos los datos y en el orden exacto. S. le contestó que cuando leía o escuchaba una lista construía una imagen mental con tal fuerza y viveza que lo único que tenía que hacer después para recordarla era leer la lista en su imaginación. Así pues S. continuaba "viendo" las cifras, letras o palabras que se le habían presentado en una hoja de papel o había escuchado previamente. Un hecho curioso en este sentido era que S. reproducía los números o las letras incluso con las mismas incorrecciones que se habían escrito, si estos no se habían escrito claros, de tal manera que podría tomar el 3 por el 8 y el 4 por el 9.

Tal y como escribe Luria en su libro: el proceso de retención del material no terminaba con la simplemente conservación de las huellas visuales inmediatas, sino que a éstas se unían elementos complementarios que dan a conocer el elevado desarrollo de la sinestesia en S. es decir, que la peculiaridad radicaba en el elevado grado de desarrollo sinestésico de S.

De esta manera Luria encontró que la facilidad con la que S. recordaba todas las listas se debía a una innata y potentísima capacidad asociativa –llamada sinestesia en su sentido psicológico— que recurría, tomando como soporte básico la imaginación, a la mezcla de sensaciones procedentes de diversos sentidos corporales, y que hacía que asociara  de manera natural e idiosincrática los sonidos de las palabras que escuchaba o leía con sensaciones visuales, táctiles y gustativas que quedaban registradas en su memoria componiendo una especie de cuadro expresionista de luces y colores que podía a la vez palpar e incluso saborear. Según S. unas veces estas imágenes eran meramente abstractas, normalmente cuando las palabras que escuchaba o leía no tenían significado para él, ya fuera porque eran extrajeras o porque no las escuchaba bien, lo mismo que le pasaban cuando escuchaba ruidos o notas musicales; otra veces las imágenes visuales que surgían eran concretas, de objetos, animales o personas, y de esta manera podía incluso construir escenas que le ayudaban a registrar los datos para después recordarlos.

Realizó entonces, en el laboratorio de fisiología del oído del Instituto de Neurología de la Academia de Ciencias Médicas, diversos experimentos controlados para averiguar el tipo de sinestesia que se daba en S.

Luria daba a escuchar a S. diversos tonos con medidas controladas en cuanto a intensidad y frecuencia para después preguntar a S. qué sensaciones le habían provocado. Algunos de los sorprendentes resultados que obtuvo fueron los siguientes:

Cuando S. escuchó un tono con una frecuencia de 30 hertzios y una intensidad de 100 decibelios, vio, según su propio testimonio, en un principio un espectro de 12 a 15 cm de amplitud, de un color plateado viejo, que se alejaba de poco a poco de él y se convertía en algo que brillaba como el metal, con un resplandor plateado.

Cuando S. escuchó un tono de 50 hertzios y una intensidad de 100 decibelios, vio un espectro de color café sobre un fondo oscuro con lenguas rojas. Al mismo tiempo sintió un sabor agridulce en la lengua como el de la remolacha.

Así pues, para S. cada sonido le generaba una compleja vivencia sinestésica en la que se mezclaban sensaciones visuales de luz y color, gustativas y táctiles, como ya dijimos. E igualmente le ocurría al escuchar la voz de una persona, por lo que podía describir la voz de alguien en términos de “amarilla y friable” o como de “llamaradas de fuego”.

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