La pandemia y la salud mental

La pandemia y la salud mental.

“Aunque la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 es, en primer lugar, una crisis de salud física contiene también el germen de una importante crisis de salud mental que estallará si no se toman medidas.” Advierte la ONU en su informe de políticas sobre la Pandemia en 2020.

La salud mental es un elemento central de nuestra condición humana, nos permite tener vidas ricas y satisfactorias, y participar en nuestras comunidades. Pero el virus del COVID-19 no solo está atacando nuestra salud física, sino que también está aumentando el sufrimiento psicológico. 

Hablamos del dolor por la pérdida de seres queridos, el shock por la pérdida de trabajos, el aislamiento y las restricciones a nuestra circulación por las calles, las dificultades de la dinámica familiar, la incertidumbre y el miedo por el futuro. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cuándo se va a acabar? ¿Qué va a pasar? 

Los problemas de salud mental, incluida la depresión y la ansiedad, son algunas de las mayores causas de sufrimiento en nuestro mundo.  Y este sufrimiento a menudo se ve agravado por el estigma y la discriminación tanto de las instituciones como de la sociedad en general, lo que es absolutamente inaceptable. 

Después de décadas de abandono y falta de inversión en los servicios de salud mental, la pandemia de COVID-19 está afectando ahora a las familias de todo el mundo con un estrés mental adicional; y quienes están en mayor riesgo son los trabajadores sanitarios de primera línea, las personas mayores, los adolescentes y los jóvenes, los que padecen trastornos de salud mental preexistentes y los que están atrapados en conflictos y crisis. 

Debemos ayudarlos y acompañarlos. Incluso cuando la pandemia quede bajo control, el dolor, la ansiedad y la depresión continuarán afectando a las personas y las comunidades. Y este es el contexto en que se enmarca el llamado de alerta hacia las políticas actuales sobre COVID 19 y salud mental que presento hoy.

Los servicios de salud mental deben ser una parte esencial de todas las respuestas gubernamentales al COVID-19, deben ampliarse y financiarse totalmente. Las políticas deben apoyar y atender a los afectados por trastornos de salud mental y proteger sus derechos humanos y su dignidad. Los confinamientos y cuarentenas no deben discriminar a las personas que tienen una mala salud mental. Mientras nos vamos recuperando de la pandemia se deben establecer más servicios de atención a la salud mental y asegurar que esta sea incluida en la cobertura sanitaria universal.

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