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Las estructuras sociales patriarcales que prevalecen en la sociedad peruana provocan el fenómeno del acoso callejero como un medio para la reafirmación de la masculinidad del hombre.


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2016  •  Ensayo  •  642 Palabras (3 Páginas)  •  392 Visitas

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ

ESTUDIOS GENERALES LETRAS

HUM-113 ARGUMENTACIÓN

2016-2

Avance 1

Apellido y nombre: Gil Ichillumpa, Gabriel Ruben

Código: 20164512

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Esquema del argumento 1

Razón: Las estructuras sociales patriarcales que prevalecen en la sociedad peruana provocan el fenómeno del acoso callejero como un medio para la reafirmación de la masculinidad del hombre.

Respaldos:

La masculinidad se presenta como un constructo social que implica que el varón deba reafirmar los roles de género que su entorno le ha impuesto.

La dinámica social patriarcal ubica a la mujer como dependiente al varón e inferior a él.

El acoso sexual callejero es un ejemplo del sistema patriarcal al objetivizar a la mujer y suprimiendo su agencia como persona.


Redacción del argumento 1

El acoso sexual callejero se presenta como una manifestación de la dinámica machista en la cual la sociedad peruana se desenvuelve. Pese a que es concebido usualmente como broma o halago, se ha de considerar como violencia sistemática y normalizada hacia la mujer, quien hasta hace poco no podía denunciar este tipo de agresión.

Esta violencia invisible surge a partir del deseo de reafirmación de la masculinidad por parte del hombre, cuya formación está arraigada a una crianza machista y patriarcal debido a su entorno como es el de nuestra sociedad (Vallejo : 2). En primer lugar, definimos a la masculinidad como un constructo social en el que se ubica al hombre en una situación de poder frente al género femenino, rechazando cualquier atisbo de feminidad en su persona y relacionándose con las características propias que se enseñan a partir de los roles de género. Asimismo, se le atribuye a la masculinidad características como objetividad y racionalidad, eliminando así sentimientos y expresiones de emociones afectivas al considerarlas propias del género femenino. La independencia que se inculca a los varones desde infantes también guarda relación con la construcción de su masculinidad,  creando una relación de poder sobre la mujer al vincularla con dependencia y poca autonomía que ejerce sobre ella misma; de esta forma, el hombre crea un sentimiento de posesión sobre la mujer, y no de afecto al considerarlo propio de un ser inferior e irracional (Hardy 2001:80).

A partir de este constructo social, se origina la idea de inferioridad de la mujer. En ella, las mujeres tiene atribuciones negativas como la debilidad, la irracionalidad, el poco control que tiene sobre sus emociones, el instinto maternal y de ama de casa como característica normalizada debido a su género, entre otros. Mediante estas percepciones, se crean relaciones de poder desiguales entre los géneros que suscitan la supuesta dependencia de la mujer hacia el hombre. Es decir, la mujer está subordinada a lo que el varón piensa y opina sobre determinado tema. En el caso del acoso callejero, se observa al objetivizar a la mujer para satisfacer los deseos del hombre. Es así como la mujer se ve reducida a una persona sin agencia y sin poder sobre su propio cuerpo, ya que la sociedad la ha formado en un ambiente en el su deber es cumplir con las cánones de belleza y comportamiento atribuidos a las mujeres. Por otro lado, si la mujer rechaza esta violencia que sufre diariamente en los espacios públicos, es considerada como culpable por diversas razones: su vestimenta, sus intenciones, si andaba acompañada o “desprotegida”, o su irresponsabilidad por transitar por un lugar considerado peligroso. En esta práctica, observamos que el género femenino tiene asignado espacios y un tiempo determinado en el que pueda desenvolverse, mas no tiene la libertad de transitar sin sufrir algún problema como este (Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán 2005: 94). Muy contrario a lo que se espera, los hombres muy raras veces son culpables del acoso sexual callejero, ya que se argumenta que ellos han sido provocados y han reaccionado un comportamiento instintivo del varón, reduciendo la violencia cometida a una supuesta característica intrínseca de los hombres.

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