Lectura del artículo Temperamento, carácter y personalidad
Enviado por Andrea Katherin Villanueva • 14 de Octubre de 2020 • Resumen • 3.922 Palabras (16 Páginas) • 195 Visitas
Andrea Katherin Villanueva Picardo.Materia: Procesos Psicológicos
Trabajo de Investigación. Septiembre 2020
Trastorno disociativo de la identidad
Introducción
El Trastorno de Identidad Disociativo o antes conocido como Trastorno de Personalidad Múltiple o abreviado TID, es la presencia de dos o más identidades que toman el control de la decisiones y actitudes de una persona de forma recurrente, teniendo cada una de ellas recuerdos, relaciones y actitudes propios, pero sin recuerdos de las otras personalidades o vivencias mientras esto sucedía.
En un pequeño estudio en Estados Unidos, la aparición de trastorno de identidad disociativo a los 12 meses fue del 1,5%, con hombres y mujeres afectados casi por igual, el trastorno puede comenzar a cualquier edad, desde la infancia hasta la vejez. Aunque es más común que aparezca en la infancia, debido a maltratos, abusos y traumas sufridos en esta etapa, estos a su vez, llevan a la disociación, la cual es una barrera mental en la que el cerebro bloquea algunos recuerdos traumáticos y al querer hacer memoria conscientemente de ellos, aparecen las diversas personalidades para evitarlo.
Por lo general, los trastornos disociativos son de aparición continua, pero pueden surgir en oleadas, es decir, que en algunas ocasiones sean con mayor intensidad o la aparición sea mínima, según como el paciente se encuentre en un periodo más o menos estresante.
Al ser un trastorno mental complejo, la intervención tampoco es sencilla. La tarea de sacar a la superficie todo lo que está oculto puede ser muy complicado, al tratarse de una forma de dejar atrás algún recuerdo traumático. Para este objetivo, se desarrolló el modelo cognitivo conductual de Fine. Es un modelo integrador que satisface los requisitos de exploración y estabilización para el tratamiento.
A pesar de todo, se conoce muy poco del motivo de porque las personas tienen síntomas diferentes, un agente importante también es la personalidad del sujeto y puede ser un gran elemento para poder observar cómo los síntomas pueden ser distintos o cambiar las personalidades que se encuentran.
Desarrollo del tema
¿Qué es el trastorno de identidad disociativo?
´La cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) define el TID como “la presencia de dos o más identidades (raras veces más de diez) que toman el control de la conducta de una persona de forma recurrente, teniendo cada una de ellas recuerdos, relaciones y actitudes propios”.
El cambio de personalidad que sufre la persona puede suceder como consecuencia de estar bajo estrés, las diferentes identidades pueden no recordar lo que esta sucediendo y por ende no tener idea de la existencia de las demás.
Este trastorno se encuentra categorizado dentro de los trastornos disociativos por la falta de integración de la conciencia, la memoria y la identidad del afectado, se asocia también que el motivo o raíz de esta problemática son traumas psicológicos, violencia o situaciones que se intentan omitir.
No se cuenta con una cura todavía, no obstante, si existe la manera de controlar cada personalidad que se encuentra en cada persona, con la finalidad de que se incorporen de la mejor manera a la sociedad y pueda vivir en armonía, sin ser discriminado.
Este tipo de eventos traumáticos tienen su repercusión en ciertas regiones del lóbulo frontal, concretamente en la región prefrontal órbito-frontal, dicha región cortical se encarga de configurar nuestra personalidad y adaptarse a las situaciones y a las demandas del entorno, y su daño puede causar serios problemas en las personas; es sabido que gracias a esta región podemos regular nuestra conducta y adaptar nuestras respuestas en función a las demandas del entorno.
Causas
El TID sería una versión extrema del estrés postraumático de inicio en la infancia (Kluft, 1984): experiencias traumáticas tempranas, intensas y prolongadas, en particular una mala atención o abuso por parte de los padres, llevarían a la disociación, es decir, al aislamiento de recuerdos, creencias, entre otros, en identidades alternativas rudimentarias, que se irían desarrollando a lo largo de la vida, dando lugar progresivamente a un mayor número de identidades, más complejas y separadas del resto.
Raramente se pueden encontrar casos de TID con inicio en la edad adulta. Así, el TID no surgiría simplemente de la fragmentación de la personalidad a cualquier edad, sino más bien por algún conflicto en el desarrollo aparentemente normal de la personalidad de un individuo, que lo encaminaría a tener estas diferentes personalidades.
Según el informe mundial sobre la violencia contra los niños y las niñas en los Estados Unidos, Canadá y Europa, alrededor del 90% de las personas con este trastorno han sido víctimas de maltrato grave (físico, sexual o emocional) o han sido abandonadas durante la infancia.
Se puede dar origen generalmente en la infancia, aunque no se diagnostica hasta etapas más avanzadas de la vida. Aun así, es posible que las personas puedan tener ciertos recuerdos como escuchar diferentes voces pertenecientes a sus otras personalidades en su niñez.
Este trastorno se debe a que aprenden a crear personalidades diferentes para evitar castigos o críticas. A medida que van creciendo, los niños deben aprender a integrar diferentes tipos de información y experiencias en una única identidad personal.
El abuso sexual y físico que se produce en la infancia, justo cuando el niño está desarrollando su identidad, puede tener efectos muy fuertes sobre la capacidad que pueda tener la persona para construir una sola identidad, especialmente cuando los abusadores son los padres o los cuidadores.
Afectación en el cerebro.
Primero tenemos que considerar que el cerebro de un niño no es igual que el de un adulto, por tal motivo la manera de afrontar un trauma no es el mismo y por esto es por lo que son más propensos a marcarse de por vida, otro factor muy importante es la atención y el afecto que le brinden sus padres o tutores a la hora de tener un conflicto.
Cuando surgen bajo estas circunstancias (especialmente en maltrato infantil) son parte de un mecanismo de defensa que ayuda a la persona a llevar mejor el maltrato. Este tipo de eventos traumáticos tienen su repercusión en ciertas regiones del lóbulo frontal, concretamente en la región prefrontal orbitofrontal.
Dicha región cortical se encarga de configurar nuestra personalidad y adaptarse a las situaciones y a las demandas del entorno, y su daño puede causar serios problemas en las personas; es sabido que gracias a esta región podemos regular nuestra conducta y adaptar nuestras respuestas en función a las demandas del entorno. (Albeleira, 2017)
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