Lo Maravilloso De Ser Humano
Enviado por ClaudiaAngeles • 17 de Septiembre de 2014 • 2.846 Palabras (12 Páginas) • 237 Visitas
Lo asombroso del ser humano
El ser humano es muy complejo. Muy complejo quizás. Tan complejo, que uno podría pasar su vida entera dedicándose a estudiarlos y llegar al final de sus días sin saber todo sobre ellos. Hay demasiadas cosas que hacen al ser humano tan complejo y maravilloso a la vez: el capital humano, las creencias distorsionadoras, el círculo de influencia y preocupación, su misión y visión, los roles que desempeñan a lo largo de su vida y el nivel de urgencia e importancia que les dan a las cosas de la vida. Estas características distinguen al ser humano de las demás criaturas de Dios; sin embargo, este amplio conjunto también hace que cada persona sea única y que sea difícil conocer todo sobre ellos. A través de estas líneas, me propongo a mí misma como ejemplo para comprender cada una de estas características, mediante la definición y demostración de las susodichas, a pesar de que, ciertamente, no se encontrarán más individuos que piensen y reaccionen de la misma manera en la que yo lo hago.
Para iniciar esta ejemplificación, comenzaré describiendo mi capital humano. Es ya sabido por muchos que el capital humano es el conjunto de características y habilidades que agregan valor a la persona y la hacen única a los ojos de los demás. Este capital humano se divide en tres grupos: el capital intelectual, capital social y capital emocional. El primero tiene que ver con los conocimientos, habilidades y experiencias de la persona. En cuanto a mí, el capital intelectual está compuesto por mis habilidades para la narración y escritura, puesto que, desde pequeña, mi madre me ha inculcado en el ámbito de la literatura, gracias a lo cual he sido capaz de completar mis primeros cuentos, poemas y hasta un libro; mi habilidad matemática tampoco puede pasar desapercibida, pues, si bien no soy una experta en esa ciencia, tampoco puedo negar que sea mala en la misma. Además, soy capaz de recordar una buena cantidad de información detallada, puesto que, desde una temprana edad, he memorizado libros de cuentos y hasta un capítulo de una enciclopedia. Por otro lado, el capital social se compone por las conexiones que el individuo tiene con las personas, principalmente con las más importantes. En lo que a mí concierne, soy capaz de socializar con las personas, pues he desarrollado mi habilidad para hacer amigos con mucha más facilidad que antes, lo cual se puede comprobar con el buen número de amistades que tengo hoy en día, la mayoría de las cuales son de la carrera de Negocios Internacionales. En cuanto al capital emocional, este comprende la capacidad para hacer las cosas correctas y moverse a la acción. Para mí, este es el capital que más necesito reforzar: la autoestima, una de las capacidades emocionales, es una que comprende un nivel alto en mí misma, pues hay ciertos atributos por las que estoy contenta conmigo misma. Para muchas situaciones, soy intrépida y osada, hecho que se podría comprobar en el momento de practicar un deporte extremo. Además, ante un trabajo de grupo, soy yo quien mayormente toma la iniciativa, pues cuando veo que nadie se preocupa por emprender el primer paso en un trabajo importante, soy yo la que se encarga de dicha labor e intento contagiar mi energía a los demás. Entrando en el aspecto ético y moral, he sido educada en un hogar profundamente católico y con valores, por lo cual, ante el primer indicio del acometido de un acto inmoral o fuera de los límites de la ética, me echo para atrás y renuncio a involucrarme en actos de dicha índole.
El capital humano es impresionante, sin importar la persona a partir de la cual sea estudiado. Podría parecer perfecto, pero sólo si se hablase de los aspectos positivos. Los atributos intelectuales, sociales y emocionales van siempre acompañados por defectos que llevan al individuo a querer ser mejor cada día. Ningún capital humano está perfectamente desarrollado, ni siquiera el de las mejores personas. No existen excepciones a dicha regla, ni siquiera yo misma, por más que quisiera decir lo contrario. En mi caso, es el capital emocional el que necesito mejorar, pues aún hay ciertos aspectos de mi personalidad con las que no me siento muy contenta, como mi inmensa tendencia a estresarme con facilidad o a comer en pleno ataque de nervios. Además, soy capaz de comportarme de forma pesimista ante cualquier problema que se me cruza en el camino, y muchas veces necesito ayuda para salir de esos problemas. La autoconfianza es otra característica que me falta mejorar, pues tengo un alto nivel de inseguridad, además de un inmenso temor a fallar y a decepcionar a mis padres, aspectos que juegan en mi contra en los exámenes o en situaciones críticas. El coraje es otro aspecto que necesito mejorar, pues a la mínima señal de un desafío o un problema, me estreso y hasta me llego a poner excesivamente tensa. No soy una persona a la que le gusten mucho los retos, por lo que debo aprender a enfrentarme a ellos. Planeo solucionar todo aquello, sin embargo, recurriendo al método que siempre he utilizado para relajarme y calmarme ante situaciones difíciles y complejas: la risa. Desde cierto tiempo, he creído que la risa es un excelente remedio contra la depresión y el estrés; como decía mi abuelo, todo se trata de hacer frente a los problemas con una sonrisa en los labios, y de aprender a ganar y perder manteniendo esa sonrisa. Además, trato de pensar en que, no importa lo que pase, la familia es primero, y que ésta siempre estará a mi lado apoyándome y animándome a salir adelante.
El capital humano es una excelente herramienta al momento de proponerse metas y tomar en cuenta si estas son realizables o no. Muchos individuos, sin embargo, no logran las metas que se proponen lograr, ya que, desde cierto tiempo, llevan en su mente una creencia distorsionadora, la cual es una idea en la que se cree firmemente, y que muchas veces tiende no sólo a ser una exageración de la realidad, sino que además puede llevar a no lograr el cumplimiento de los objetivos propuestos. La mía es, por ejemplo: “fracasar en el ámbito académico marca el inicio de las dificultades económicas familiares y de una grave decepción de parte familiar”, la cual inició cuando ingresé a la UPC: obtuve ingreso directo y beca de honor gracias a mis notas en el colegio. Antes del comienzo de mi primer ciclo, había prometido a mis padres jamás perder la beca, ya que, en ese entonces, a mi padre no le iba tan bien económicamente en su trabajo como consultor independiente. Al principio, logré mantenerla; no obstante, llegó el segundo ciclo, y con eso, la pérdida de mi beca. Primero, caí en una depresión terrible, pues aquello significaría un mayor sacrificio económico de parte de mi padre y, desde entonces, un sentimiento de decepción por parte de él y mi madre. Esta creencia nunca me ayudó a superarme. Sin embargo,
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