Los tres tiempos del edipo lacaniano
Enviado por estebanrafael31 • 24 de Mayo de 2017 • Apuntes • 1.422 Palabras (6 Páginas) • 758 Visitas
Los 3 tiempos del Edipo
De lo que se trata en la metáfora paterna, es lo que se ha constituido de una simbolización entre el niño y la madre, poner al padre en lugar de la madre. Decir este en lugar de constituye el punto central, lo esencial del progreso constituido por el complejo de Edipo.
Ahora es fundamental el triángulo niño-padre-madre, añadir algo que establece en lo real en cuanto una relación simbólica.
La primera relación de realidad se perfila entre la madre y el niño, ahí es donde experimenta las primeras realidades de su contacto con el medio viviente. El padre es, es real; su nombre de padre. La posición del Nombre del Padre es un asunto que se sitúa en el nivel simbólico, es una necesidad de la cadena significante. Aquí podemos llamar el triángulo simbólico porque se instituye en lo real a partir del momento en que hay cadena significante, articulación de una palabra.
El niño depende del deseo de la madre, de la primera simbolización de la madre. Mediante esta simbolización desprende su dependencia efectiva, de la pura y simple vivencia de dicha dependencia, y se instituye algo que se subjetiva en un nivel primitivo. Esta subjetivación consiste en establecer a la madre como aquel ser primordial que puede estar o no estar. En el deseo del niño, este ser es especial.
¿Qué desea el sujeto? La apetición de su deseo. Su deseo es deseo del deseo de la madre. Esta simbolización le abre al niño la dimensión de algo distinto, que la madre puede desear en el plano imaginario. Hay en ella, el deseo de Otra cosa distinta que satisfacer mi propio deseo. Ese algo más que hace falta es precisamente la existencia detrás de ella de todo orden simbólico y que permite cierto acceso al objeto de su deseo. Este objeto se llama el falo.
Es necesario este objeto en este lugar, porque es privilegiado en el orden simbólico. La posición del significante del padre en el símbolo es fundadora de la posición del falo en el plano imaginario.
Este deseo del Otro, que es el deseo de la madre, necesita una mediación y ésta mediación la da precisamente la posición del padre en el orden simbólico. La relación del niño con el falo se establece porque el falo es el objeto del deseo de la madre.
El padre priva a alguien de lo que a fin de cuentas no tiene, de algo que solo tiene existencia porque lo hace surgir en la existencia en cuanto símbolo. El padre entra en función como privador de la madre, se perfila atrás de la relación de la madre con el objeto de su deseo como el que castra, lo que es castrado no es el sujeto sino la madre.
Si el niño no acepta la privación del falo en la madre operada por el padre, mantiene una determinada forma de identificación con el objeto de la madre. En el plano imaginario, para el sujeto se trata de ser o de no ser el falo. Acepta o no acepta, en la medida que no acepta, eso lo lleva a ser el falo.
Para el siguiente paso, es esencial hacer intervenir efectivamente al padre. Es preciso que esté, fuera del sujeto constituido como símbolo. Como intervendrá ahora efectivamente es en cuanto personaje real revestido de ese símbolo.
El padre entrará en juego, como portador de la ley, como interdictor del objeto que es la madre. Hace de obstáculo entre el niño y la madre, el padre en tanto que está investido del significante del padre, interviene de una forma más concreta.
La madre fundamenta al padre como mediador de lo que está más allá de su ley. Se trata del padre, en cuanto Nombre del Padre, vinculado con la enunciación de la ley. Es a este respecto como es aceptado o no aceptado por el niño, como aquel que priva o no priva a la madre del objeto de su deseo.
PRIMER TIEMPO
Lo que el niño busca es poder satisfacer el deseo de la madre, es decir, ser o no ser el objeto de deseo de la madre. El sujeto se identifica en espejo con lo que es el objeto del deseo de la madre. Es la etapa fálica primitiva al estar la primacía del falo ya instaurada en el mundo por la existencia del símbolo del discurso y de la ley. Para el niño basta y es suficiente con ser el falo.
SEGUNDO TIEMPO
En el plano imaginario, el padre interviene realmente como privador de la madre. La ley del padre concebida imaginariamente por el sujeto como privadora para la madre, lo cual lo que desprende al sujeto de su identificación lo liga con la primera aparición de la ley en la forma de este hecho; la madre es dependiente de un objeto que ya no es simplemente el objeto de su deseo, sino un objeto que el Otro tiene o no tiene.
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