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Mas Haya Del Principio Del Placer


Enviado por   •  30 de Agosto de 2011  •  9.289 Palabras (38 Páginas)  •  1.020 Visitas

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Derrida en castellano

Sigmund Freud

Más allá del principio del placer

MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DEL PLACER1

1919‐1920

I. En la teoría psicoanalítica suponemos que el curso de los procesos anímicos

es regulado automáticamente por el principio del placer; esto es, creemos que

dicho curso tiene su origen en una tensión displaciente y emprende luego una

dirección tal, que su último resultado coincide con una minoración de dicha tensión

y, por tanto, con un ahorro de displacer a una producción de placer. Al aplicar

esta hipótesis al examen de los procesos anímicos por nosotros estudiados introducimos

en nuestra labor el punto de vista económico. Una exposición que, al lado de

los factores tópico y dinámico, intente incluir asimismo el económico, ha de ser la

más completa que por el momento pueda presentarse y merece la calificación de

metapsicología. No presenta interés alguno para nosotros investigar hasta qué

punto nos hemos aproximado o agregado, con la fijación del principio del placer, a

un sistema filosófico determinado e históricamente definido. Lo que a estas hipótesis

especulativas nos hace llegar es el deseo de describir y comunicar los hechos

que diariamente observamos en nuestra labor. La prioridad y la originalidad no

pertenecen a los fines hacia los que tiende la labor psicoanalítica, y los datos en los

que se basa el establecimiento del mencionado principio son tan visibles, que apenas

si es posible dejarlos pasar inadvertidos. En cambio, nos agregaríamos gustosos

a una teoría filosófica o psicológica que supiera decirnos cuál es la significación

de las sensaciones de placer y displacer, para nosotros tan imperativas; pero,

desgraciadamente, no existe ninguna teoría de este género que sea totalmente

admisible.

Trátase del sector más oscuro e impenetrable de la vida anímica, y ya que no

podemos eludir su investigación, opino que debe dejársenos en completa libertad

para construir sobre él aquellas hipótesis que nuestra experiencia nos presente

como más probables. Hemos resuelto relacionar el placer y el displacer con la

cantidad de excitación existente en la vida anímica, excitación no ligada a factor

alguno determinado, correspondiendo el displacer a una elevación y el placer a

una disminución de tal cantidad. No pensamos con ello en una simple relación

entre la fuerza de las sensaciones y las transformaciones a las que son atribuidas y,

1 Jenseits des Lustprinzips, en alemán el original, fue publicada en 1920 por el Internationaler Psychoanalytischer

Verlag (Leipzig, Viena, Zurich). Posteriormente aparece incluido en el volumen VI de

las Obras Completas de Freud, publicadas por la misma editorial.

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mucho menos —conforme a toda la experiencia de la Psicofisiología—, en una

proporcionalidad directa; probablemente, el factor decisivo, en cuanto a la sensación,

es la medida del aumento o la disminución en el tiempo. Esto sería, quizá,

comprobable experimentalmente; mas para nosotros, analíticos, no es aceptable el

internarnos más en estos problemas mientras no puedan guiarnos observaciones

perfectamente definidas.

Sin embargo, no puede sernos indiferente ver que un investigador tan penetrante

como G. Th. Fechner adopta una concepción del placer y el displacer coincidente

en esencia con la que nosotros hemos deducido de nuestra labor psicoanalítica.

Las manifestaciones de Fechner sobre esta materia se hallan contenidas en un

fascículo titulado Algunas ideas sobre la historia de la creación y evolución de los organismos

(1873), y su texto es el siguiente: «En cuanto los impulsos conscientes se hallan

siempre en relación con placer o displacer, puede también suponerse a estos últimos

en una relación psicofísica con estados de estabilidad e inestabilidad, pudiendo

fundarse sobre esta base la hipótesis, que más adelante desarrollaré detalladamente,

de que cada movimiento psicofísico que traspasa el umbral de la conciencia

se halla tanto más revestido de placer cuanto más se acerca a la completa estabilidad,

a partir de determinado límite, o de displacer cuanto más se aleja de la misma,

partiendo de otro límite distinto. Entre ambos límites, y como umbral cualitativo

de las fronteras del placer y el displacer, existe cierta extensión de indiferencia

estética…» Los hechos que nos han movido a opinar que la vida psíquica es regida

por el principio del placer hallan también su expresión en la hipótesis de que una

de las tendencias del aparato anímico es la de conservar lo más baja posible o, por

lo menos, constante la cantidad de excitación en él existente. Esta hipótesis viene a

expresar en una forma distinta la misma cosa, pues si la labor del aparato anímico

se dirige a mantener baja la cantidad de excitación, todo lo apropiado para elevarla

tiene que ser sentido como antifuncional; esto es, como displaciente. El principio

del placer se deriva del principio de la constancia, el cual, en realidad, fue deducido

de los mismos hechos que nos obligaron a la aceptación del primero2. Profundizando

en la materia hallaremos que esta tendencia, por nosotros supuesta, del

aparato anímico cae, como un caso especial, dentro del principio de Fechner de la

tendencia a la estabilidad, con el cual ha relacionado este investigador las sensaciones

de placer y displacer.

Mas fuérzanos el decir ahora que es inexacto hablar de un dominio del principio

del placer sobre el curso de los procesos psíquicos. Si tal dominio existiese, la

mayor parte de nuestros procesos psíquicos tendría que presentarse acompañada

2 Strachey señala con mucha razón que el concepto del principio de la constancia preocupó a Freud

desde sus primeros trabajos: como la tendencia a mantener constante la excitación intracerebral en

‘Estudios sobre la histeria’ (1895), o como inercia neuronal en el ‘Proyecto de una psicología para

neurólogos’ (1895) (Nota de J. N.)

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de placer o conducir a él, lo cual queda enérgicamente contradicho por la experiencia

general. Existe, efectivamente, en el alma fuerte tendencia al principio del placer;

pero a esta

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