Moffatt- Terapia De Crisis
Enviado por Lupsicologia • 24 de Enero de 2014 • 6.024 Palabras (25 Páginas) • 336 Visitas
Libro TERAPIA DE CRISISS MODELO TEORICO
ALFREDO MOFFATT
Editorial Búsqueda 1982
PRESENTACION
Este libro es el resultado de cinco años de investigación sobre las terapias en el momento agudo de la perturbación mental, en el momento de la crisis. La idea inicial era acortar la duración de los tratamientos sin por ello dejar de resolver el conflicto histórico profundo.
Buscando este atajo a la obtención de la salud, este aumento de eficiencia, siempre con la idea de que mayores sectores se beneficien con las técnicas de psicoterapia, se configuró otra tarea que era necesaria para la anterior y que fue la de replantear algunos supuestos teóricos. Esto dio lugar a ver toda la psicopatología desde otra perspectiva, que fue la desorganización de la temporalidad, en vez de la represión de la sexualidad como etiología básica de la enfermedad. Una concepción más centrada en los trastornos de la identidad que en los trastornos vinculares.
Tal vez este planteo etiológico dependa estrechamente de nuestra actual perspectiva cultural que nace en una sociedad de masas con un acelerado proceso de cambio (debido al geométrico crecimiento tecnológico). Contexto social en donde resulta más difícil la integración yoica, la identidad, que resolver los trastornos del vínculo sexual, tema que constituía un foco de perturbaciones en la sociedad victoriana de principios de siglo. Podríamos decir que el modelo teórico está construido tomando como cuadro básico la esquizofrenia y no la histeria.
Este modelo teórico que presentamos, como también las técnicas terapéuticas tienen corno campo más específico el momento de crisis pero también son eficientes en los tratamientos de corta y mediana duración. Quedan fuera de su campo las neurosis y psicosis estabilizadas que funcionalizaron socialmente sus síntomas.
La hipótesis básica de esta manera de pensar el psiquismo partió de la observación clínica de una larga conquista del hombre, que adquirió la capacidad de construir secuencias, es decir, poder imaginarse dentro de una sucesión imaginaria de presentes que le sostienen ese presente implacable en donde siempre se encuentra y que constituye en todo momento un salto entre lo que fue y lo que será.
La capacidad de anticipar, de imaginar lo futuro le permitió al hombre separarse definitivamente de los animales, pues estos siguieron encerrados en su presente inmediato, una percepción sin historia las crisis agudas (neuróticas y psicóticas) que nos llevó a proponer como punto de partida la suposición de que la conciencia es puntual, y que la vivencia de continuidad yoica es resultado de, sin posibilidad de autopercibirse, de organizar una identidad en el tiempo.
Toda la cultura la suponemos al servicio de asegurar la continuidad del yo en el tiempo y esto es lo que trataremos de demostrar en este libro.
Si aceptamos esta hipótesis básica, vemos que la conti¬nuidad del psiquismo (su identidad) no es un hecho dado “natural", sino que es resultado de una construcción imagi¬naria humana, a esa construcción la llamamos el tiempo.
Esto nos lleva finalmente al nudo central de la teoría, que es que el punto más profundo (el vértice) de la enfermedad mental es consecuencia de la pérdida, de la destrucción de esta trama de sostén de la continuidad yoica y debido a esto la persona se fragmenta, se disuelve su vivencia de existir. Descubre que el tiempo objetivo no existe. Queda en un vacío paralizado, el cual es tan insoportable que sale de él a través de una restitución neurótica o psicótica (según la gravedad de la fragmentación), que no será otra cosa que una nueva trama de continuidad, una nueva cultura (su de¬lirio o su neurosis) pero que esta vez no es compartida por Ios demás, sino que es subjetiva, que arma un yo, pero un yo encerrado, soIo.
De este encierro lo rescatará su terapeuta (si la tarea es exitosa) que lo ayudará a reingresar a los supuestos culturales compartidos, la trama de continuidad que nos permite
a todos nosotros enfrentar la discontinuidad de la concien¬cia y organizar proyectos de vida. Los vínculos y el campo simbólicos nos permiten leer una realidad perceptual que de otro modo sería una seriación caótica, de hechos sin lec¬tura posible.
A lo largo de todo el libro veremos que la tarea del tera¬peuta es devolver al paciente la capacidad de concebir su¬cesiones, de organizar una historia con un sentido utilizando para ello todos los hechos que le ocurrieron en su vivir.
Sintetizando nuestra propuesta de salud, enfermedad y terapia, diremos que vivir es un juego difícil, pues es resol¬ver la paradoja siguiente: uno debe cambiar siendo el mis¬mo. En ese proceso se debe atravesar el tiempo, crecer, transformarse en otros (las etapas evolutivas) y, al mismo tiempo, integrar todos los yos que fuimos pero en función del yo que deseamos ser.
En la perturbación del existir que llamamos las crisis (el momento agudo de la enfermedad) se presenta la impo¬sibilidad del paciente de autopercibirse como el mismo que era, la nueva situación lo colocó fuera de su historia, está alienado: etimológicamente extranjero para sí. El suceder de su vida se paralizó, la percepción no consigue leer la reali¬dad (no hay figura fondo) y el futuro está vacío. Esta es una vivencia de máxima angustia, la persona se encuentra des esperada (no espera más), se desestructuró la lectura prospectiva de su acción. Y ya dijimos que si no hay un "testigo reintegrador" (un terapeuta) que lo ayude a rees¬tructurar su proyecto vital dentro de la cultura, corre el peligro de una reconstrucción subjetiva de los sistemas de estabilización del yo en el tiempo y entrará a la neurosis o la psicosis según lo inaguantable de su vivencia de disolución yoica y sus recursos defensivos aprendidos en la infancia.
Los antecedentes teóricos más importantes que permi¬tieron estructurar esta concepción del enfermar, están ordenados en una línea donde el psicoanálisis Freudiano es el punto de origen, luego enriquecido por la teoría gestáltica de Fritz Perls respecto al presente de la conciencia y también la concepción de núcleos y continuidad yoica de existencialista, que como fenomenología del hombre impregna nues¬tro modelo de conciencia.
Por último podemos decir que la concepción del proceso terapéutico, como tarea básicamente asistencial, deriva de la escuela anglosajona con Frantz Alexander, Leopold Bellak (Centros de Crisis), y Ronald Laing, especialmente en lo que respecta a los trastornos esquizoides.
Respecto a las nuevas técnicas de interacción grupal he¬mos incorporado maniobras terapéuticas de la escuela ame¬ricana, básicamente a través de Jay Haley.
También Eric Berne nos permitió
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