Morir en sabado carlo clerico.

MORIR EN SÁBADO

Este libro cuanta la historia de cinco niños enfermos de cáncer, los sentimientos encontrados que manifiestan y las enseñanzas que dichos niños dejaron a las diferentes personas que estuvieron acompañándolos en sus últimos días de vida.

Inicia con el caso de Lucy una pequeña de 8 años, enferma de Leucemia, sin embargo, dicha enfermedad, no la limitaba en su estado de ánimo, ya que tenía un buen sentido del humor que cualquiera hubiera querido tener ante su enfermedad y siempre tenía una sonrisa para cualquier persona.

Ella quería estar segura de que su mamá iba a poder salir adelante y superar su ausencia. Echo los encargos correspondientes, para después de su muerte llegó el momento tan esperado por Lucy, ya que ella se encontraba cansada, y harta de estar siempre enferma, es decir estaba preparada para morir.

Murió en sábado y con su ausencia quedaba claro que una buena risa es necesaria en medio del dolor tan profundo y desgarrador que provoca la enfermedad y la muerte.

Paco, un pequeño de siete años, con una metástasis terrible, originada por un neuroblastoma, le pedía a su dolor que lo dejara tranquilo, aunque solo fuera un ratito, y le preguntaba ¿Por qué me haces esto, ¿te vas a ir cuando yo me vaya? poco a poco aprendió a ver su dolor de forma positiva, pues comprendió que el dolor te recuerda que sigues vivo, y que puedes brindar mucho cariño a todas las personas que te quieren, mientras estés aquí. Es decir, cambiar el dolor por amor. Esa fue la gran enseñanza que dejó Paco. Murió en sábado.

 

Javi, un pequeño de tan solo cinco años, tenía Leucemia, él decía ver a su abuelito muerto desde hace muchos años, y también platicaba con él. Javi podía ver su dimensión espiritual de manera sencilla y libre, sin necesitar la muerte como excusa para hacerlo. Con esto nos enseña que la capacidad espiritual, nos es tan útil, como la biológica, psicológica y social.

La enseñanza que dejó Javi, es única ya que permite ver a la muerte como debiera ser una parte más de la vida misma, que no requiere más que la propia conciencia y si se puede, la compañía de aquellos a los que hemos amado, vivos y muertos.

Mauricio un pequeño de once años, que tenía un tumor cerebral. Él se comportaba de forma agresiva con todas las personas que lo rodeaban, sin embargo, no era un niño malo, simplemente el miedo que sentía, por la enfermedad, ante su muerte cada vez más próxima, pero sobre todo la enorme culpa que sentía, por creer que era el culpable de la separación de sus padres, lo hacían agresivo.

Mauricio murió en sábado, no sin antes vencer el miedo que tenía y transformarlo en amor. Ésta enseñanza se la agradeció a su padre en especial su padre.

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