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Orientación Sexual


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2012  •  3.022 Palabras (13 Páginas)  •  416 Visitas

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La respuesta sexual humana

La respuesta sexual humana es el conjunto de cambios físicos y hormonales que poseen los seres humanos frente a las estimulaciones en sus zonas erógenas, estas respuestas tienen como objetivo facilitar la reproducción sexual humana. Fue estudiada por el famoso ginecólogo William Masters y la Psicóloga Virginia Johnson.

La clasificación más conocida es la realizada por Master & Jonhson, que diferencian:

Fase de deseo sexual: La estimulación o la postergación de los impulsos sexuales procede de nuestros pensamientos; estos pensamientos son inducidos por los órganos de los sentidos, en especial la visión, la cual estimula zonas de ensoñación y la fantasía en el cerebro. A su vez, existen conexiones con centros de control hormonal, que secretan especialmente testosterona y hormona luteinizante que aumenta el deseo sexual. No se observan cambios visibles en el cuerpo durante esta fase, ya que se trata solamente de un proceso mental. La fase del deseo o apetito sexual debe funcionar para que la persona se interese en la actividad sexual.

Fase excitación: La excitación es la primera fase, se puede provocar por muchos estímulos diferentes: la visión de un cuerpo desnudo, una caricia, una mirada... la lista puede ser infinita. Aún no se ha podido clasificar de manera diferenciada si hay algo que excite a hombres y mujeres por separado, aunque las creencias populares son que el hombre se excita más por la visión y las mujeres más por el tacto, la mirada, una palabra o un gesto. Esto no está estudiado a fondo. Durante la excitación, en los hombres el pene se agranda y endurece, se pone erecto. En las mujeres la vagina se lubrica, la vulva se dilata.

Fase meseta: Aquí la respiración se entrecorta, las pulsaciones son muy altas y todos los efectos de la excitación aumentan. También se produce el rubor sexual, un enrojecimiento sobre todo del pecho y la cara, la tensión muscular aumenta. Al final de la fase de meseta, cerca del orgasmo, es habitual tener la sensación de no poder más. Si la excitación desaparece durante la meseta y no se produce el orgasmo, se pueden causar algunas molestias. En el hombre pueden doler los testículos y en la mujer se produce una congestión en la zona genital.

Hombres: Cuando la fase de excitación llega hasta su punto máximo, todos los cambios se mantienen en su nivel más alto durante un cierto tiempo llamado «meseta», proporcionando una agradable sensación de placer. El varón puede notar una especie de presión o calor en la zona de la pelvis, que está provocada por el estrechamiento de los vasos sanguíneos, especialmente en las vesículas seminales y la próstata. Durante este momento de aparente calma, la tensión muscular se incrementa. El ritmo cardiaco y la respiración se aceleran. Aumenta asimismo la presión sanguínea. La duración de esta fase es muy variable. Hay parejas que prolongan voluntariamente este momento por medio de los juegos amorosos para conseguir una mayor satisfacción.

Mujeres: Los cambios alcanzados en la fase anterior de excitación se mantienen e intensifican también en la mujer durante un cierto tiempo. Quizás la variación más significativa es que el clítoris se retrae de nuevo bajo la membrana que lo recubre (el capuchón del clítoris), haciéndose más inaccesible. Poco a poco, los niveles de excitación se van incrementando para preparar la llegada del orgasmo. Los pechos siguen creciendo y la areola se dilata. La vagina sigue expandiéndose. Aumenta la congestión vascular en los labios menores. Los labios mayores se separan aún más. A muchas mujeres les salen unas manchas rojizas por algunas zonas de su cuerpo. Este fenómeno es conocido como «rubor sexual» y no debe preocuparles ya que se debe a un aumento de la circulación de la sangre bajo la piel. Finalmente, tienen en común con los hombres el incremento en la tensión muscular y la presión sanguínea, así como la aceleración del ritmo cardiaco y la respiración.

Fase orgasmo: El orgasmo se presenta tras haber pasado las fases de excitación y meseta, tras el orgasmo se produce la resolución, la 4ª fase. Durante el orgasmo las pulsaciones y la respiración llegan a la máxima frecuencia e intensidad, se produce una gran tensión muscular y contracciones en la zona ano-genital. En el hombre habitualmente se produce la eyaculación. También en la mujer se puede dar, en algunos casos, un orgasmo líquido, con una eyaculación parecida a la del hombre. Esta eyaculación parece estar relacionada con el punto G. Además de la respuesta física (contracciones musculares, etc.), se produce una respuesta emocional muy variada, que aparte de placer de gran intensidad, puede provocar gritos, llanto o risas. Aunque también es normal una respuesta mucho más contenida. Se ha demostrado que la dilatación pupilar es fugaz, como indicador de estas fases.

Fase resolución: Es la vuelta del cuerpo a la normalidad, después de haber experimentado un orgasmo. Tanto hombres como mujeres pueden experimentar más de un orgasmo en un solo coito, sin embargo, si en el hombre el orgasmo es acompañado de una eyaculación (fenómenos distintos que se pueden disociar mediante prácticas especiales), se desencadena el periodo refractario (sexología), durante el cual el hombre no puede volver a excitarse. La mujer carece de periodo refractario.

3.- El ajuste sexual de la pareja

Este comprende el conocimiento de los gustos y preferencias individuales, sus ritmos y frecuencias de actividad sexual y las conductas sexuales preferidas o displacenteras, permitidas o no permitidas para cada uno. Esto va generando una forma de interacción que se va ajustando en mejor o peor medida y que también puede experimentar ciclos y grandes fluctuaciones según los procesos de cambio de cada miembro y de la relación de pareja. Estas fluctuaciones han sido muy poco estudiadas y sobre todo muy poco reconocidas por los estudios en materias de sexualidad, lo que conlleva sensación de gran inadecuación o perdida en muchas parejas frente a la disminución del interés o deseo en alguno o ambos miembros de la pareja o en la falta de satisfacción con la vida sexual en común. Un problema común en las parejas, a partir de esta fase en adelante es la monotonía sexual. Esta consiste básicamente en una repetición mecánica, desvitalizada y poco creativa de la actividad sexual, que es realizada en patrones de encuentro breve y predecible y que, frecuentemente, conlleva frustración, insatisfacción y pérdida de espacios de disfrute en la relación de pareja. Para las parejas que tienen hijos pequeños, en ocasiones resulta difícil darse tiempos y espacios para su relación de pareja y su sexualidad. La mantención de algunos espacios de intimidad, permite

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