PEC PSICOPATOLOGIA UNED CURSO 13/14
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2.1 Evaluación multiaxial
Eje I: F90.8 Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con predominio del déficit de atención (314.00)
Eje II: Z03.2 Sin diagnóstico [V71.09]
Eje III: Disfunción cerebral mínima
Eje IV: Problemas relativos al grupo primario de apoyo: Conflictos con la madre y hermano
Problemas relativos al ambiente social: Apoyo social inadecuado
Problemas relativos a la enseñanza: Problemas académicos
Eje V: EEAG Puntuación: 51 Período de tiempo: Actual
2.2 Justificación de la evaluación en cada eje
Eje I (trastornos clínicos)
Se ha diagnosticado un trastorno por déficit de atención con hiperactividad de tipo con predominio del déficit de atención en base a que: Marta, de 8 años de edad, muestra síntomas de desatención desde hace 2 años aproximadamente (desde los 6 años), cumpliendo, de este modo, el período mínimo de persistencia de 6 meses (Criterio A) y que algunos de los síntomas estuvieran presentes antes de los 7 años (Criterio B). Los síntomas se han dado en los principales contextos en los que se desenvuelve la niña, familiar, escolar y social (Criterio C), apareciendo un deterioro en la actividad familiar, marcado por los constantes enfados con la madre y las pequeñas disputas con el hermano; en la actividad social, en la que Marta mantiene escasas relaciones con sus iguales, que la excluyen por su incapacidad de seguir las normas que regulan los juegos; y en la actividad escolar, en donde la maestra considera que Marta muestra falta de autonomía personal y tiene problemas con sus calificaciones; (Criterio D). Durante la evaluación clínica de Marta “se han descartado otros trastornos del desarrollo, trastornos psicóticos, trastornos del estado de ánimo o ansiedad, y trastornos de la personalidad o disociativos”, cumpliendo así el criterio de exclusión (Criterio E), en la mayoría de sus extremos. Según las indicaciones de este criterio, los síntomas no han de aparecer exclusivamente durante el curso de un trastorno generalizado del desarrollo (p.ej., autismo), esquizofrenia u otro trastorno psicótico, en cuyo caso los síntomas se deberían a estos trastornos, no pudiendo diagnosticarse el TDAH. Del mismo modo, tampoco podría establecerse el diagnóstico si la desatención o hiperactividad-impulsividad se explicase mejor por la presencia de algún otro trastorno mental (trastorno de ansiedad, del estado de ánimo, disociativo, de la personalidad o relacionado con sustancias), en los que la desatención suele presentarse con posterioridad a los 7 años, y la historia escolar del niño no suele mostrar un comportamiento desadaptativo debido a la desatención, hiperactividad o impulsividad, características que, como en este caso, pueden resultar de ayuda a la hora de establecer un diagnóstico diferencial. En caso de coexistir con un trastorno de ansiedad o del estado de ánimo, deben de diagnosticarse ambos. Por último y según este criterio de exclusión, en cualquier caso, han de diferenciarse los síntomas de TDAH, de comportamientos que pueden presentarse en niños muy activos (especialmente a edades tempranas), y/o que se encuentran en ambientes inadecuados (p.ej., niños con CI alto o bajo en ambientes académicos poco estimulantes o inapropiados). Sobre este último extremo, consideramos necesario llamar la atención, y apuntar la conveniencia de descartar, si no se ha hecho ya, que Marta se encuentre inmersa en alguna de estas circunstancias ya que la descripción del caso no hace mención alguna a este respecto.
Marta, presenta 6 síntomas de desatención: no prestando atención a los detalles (A1a); mostrando dificultades para mantener la atención en tareas (A1b); no sigue las instrucciones y
no finaliza las tareas escolares (A1d); extravía objetos necesarios para las tareas (A1G); se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes (A1h); es descuidada en las actividades diarias (A1i); y 2 de hiperactividad-impulsividad: habla en exceso (A2f); interrumpe y se inmiscuye en las actividades de otros (A2i).
Eje II (trastornos de personalidad y retraso mental)
Al tratarse de una niña de 8 años de edad no cabe diagnóstico de trastorno de la personalidad, ya que se definen como de inicio en la adolescencia o principio de la edad adulta, por otro lado, cabe un diagnóstico de retraso mental puesto que durante la evaluación clínica se ha descartado la presencia de otros trastornos.
Eje III (enfermedades médicas)
De la evaluación clínica de Marta se desprende que no padece enfermedades médicas destacables. A pesar de ello, se ha incluido la disfunción cerebral mínima (DCM) al considerar que las dificultades de aprendizaje, bajo rendimiento en las tareas escolares y facilidad para distraerse, de la niña pueden explicarse mejor atendiendo a su etiología biológica y/o neurológica.
Eje IV (problemas psicosociales y ambientales)
El problema en las calificaciones de Marta constituye la principal causa de consulta, constatándose, posteriormente, algunas alteraciones en sus relaciones sociales que podrían atribuirse a la falta de atención que muestra la niña. Al mismo tiempo habría que considerar que tanto los problemas en sus relaciones con iguales, como los académicos podrían determinarse como agravantes de los síntomas de Marta.
Eje V (evaluación de la actividad global)
Una valoración en la EEAG de 51 indica un nivel global de funcionamiento moderado, tiene problemas para desarrollar las tareas escolares y presenta conductas socialmente desadaptativas, que originan una reducida aceptación por parte de otros niños de su edad, debido a su inatención.
2.3 Comentario sobre los posibles mecanismos etiológicos
Aunque a ciencia cierta se desconocen las causas, su concepción como trastorno multifactorial de base neurobiológica en el juegan un papel importante la predisposición genética y su interacción con factores ambientales, resulta bastante aceptada.
Factores como la exposición intrauterina a sustancias (alcohol, nicotina, algunos fármacos), nacimiento con bajo peso o de forma prematura, infecciones o traumatismos con afectación neurológica en el recién nacido, anoxia, hipoxia, exposición, durante la infancia temprana, a toxinas presentes en el medioambiente como el plomo, pueden modular o provocar TDAH. Así mismo, factores psicosociales como inestabilidad familiar, trastornos psiquiátricos de los padres, crianza inadecuada, ruptura de vínculos (residencia en instituciones, adopción…), pueden actuar sobre la expresión de los síntomas a través de la interacción gen-ambiente.
Estudios de familias
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