Pareciera que las motivaciones que llevan a trabajar pasasen a ser privilegios inalcanzables para quien se inicia en el mercado laboral

Uno comienza su vida laboral con la idea de un trabajo interesante o creativo, con deseos de contar con tiempo de ocio en el día y aprender “un poco de todo” para mantenerse actualizado. Pero luego de la entrevista con el licenciado, la realidad muestra que al comienzo no podemos cumplir con estas expectativas. Los empleadores consideran al nuevo trabajador como una herramienta, uno más del montón, y después de cierta antigüedad o experiencia se tienen en cuenta su aporte y sus ideas.

Pareciera que las motivaciones que llevan a trabajar pasasen a ser privilegios inalcanzables para quien se inicia en el mercado laboral.

En cuanto a las relaciones sociales, es evidente que depende de la personalidad de cada individuo la importancia que le otorgará a los vínculos con sus compañeros de trabajo y externos a la organización o institución, más allá de cómo sea recibido.

En este aspecto concuerdo con el graduado en que es muy importante tener buenos modales y ser cortés, no interesarse por las posesiones materiales o el dinero, no ejercer dominio sobre los otros, cultivar amistades sinceras, etc.

En lo referido a las formas de conducta y a los valores personales sostengo (al igual que el graduado y la mayoría de la sociedad) que hay aspectos que no deberían cambiar con el tiempo ni deberían ser modificados por el ambiente del trabajo, como por ejemplo el respeto a los mayores, disfrutar de la vida, ayudar a los demás, ser humilde, fiel a los seres significativos.

Pero tengo que diferir con el licenciado en lo que respecta a cuestiones más personales, como el ser independiente, ser ambicioso y tener altas aspiraciones, tener un impacto sobre las personas y los hechos (en lo posible positivos), y mantener las creencias.

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