Pedagogía Institucional
Enviado por nidia26 • 17 de Mayo de 2014 • 826 Palabras (4 Páginas) • 307 Visitas
Debido al gran movimiento progresista que ocasionaron cambios importantes en los métodos de enseñanza, se encontró que la psicología social fue un punto de partida de la invención de la no- directividad. Al inventar la no- directividad, la psicología social se introducía, de modo deliberado, en el terreno institucional. Se llevó la experiencia de autonomía de grupos, hasta imaginar unos grupos en los que el monitor ya no daría ninguna directiva y se contentaría con analizar las relaciones entre los participantes (training group).
La idea no- directiva comenzó a utilizarse como un medio para cambiar de modo radical las instituciones sociales y como ayuda en la formación de las relaciones humanas. Se empleó para cambiar de modo radical las instituciones sociales. Fue entonces cuando nació la “pedagogía institucional”, es decir una pedagogía centrada prioritariamente en la transformación de las instituciones escolares y universitarias.
En su obra el autor C. Rogers establece la definición de la no- directividad de una manera muy positiva, en la persona que abandona voluntariamente su poder y desea establecer una nueva forma de relaciones con aquellos de quienes se ocupa.
Las dos nociones que, para C. Rogers, componen esta no- directividad positiva y que constituyen, por ello mismo, la condición primera de toda institución nueva, son, la de “aceptación incon-dicional” y por otra parte, la de “congruencia”. Se trata de dos nociones correlativas y complementarias.
La aceptación incondicional consiste en el hecho de aceptar, interior y exteriormente, que los otros sean lo que son y sin hacer nada para estorbarles. Se trata de una forma de respeto de la personalidad y de la realidad del otro, puesto que es importante colocarse tal como es ante el prójimo, como presupone el principio de congruencia. Además de ser importante también es difícil de aplicar en la educación, puesto que siempre se ha intentado obligar a los niños a ser como nosotros deseamos. De igual modo, estamos siempre tentados de querer “conducirlos” hacia lo que se considera “su bien”.
El principio de congruencia completa y corrige, en cierto modo, al primero. Afirma la necesidad de ser uno mismo ante los demás y ante sí mismo, sin vergüenza ni hipocresía. En educación, este principio significa que el educador debe ser simplemente él mismo, afirmar su personalidad y sus gustos, incluso aunque no siempre agrade a los alumnos.
A partir de estos dos principios C. Rogers ha definido un modo de intervención particular llamado “reflejo” y que exige la empatía. Esta intervención es un “análisis” que se comunica al interesado y que provoca en él una “toma de conciencia” de su estado y de su evolución. Es decir, se exige la empatía, la capacidad de identificarse con el otro a pesar de seguir siendo uno mismo.
Otra idea importante que se aborda en la lectura son los
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